La rebeldía de la estética motera vuelve a seducir la pasarela

Calienten motores porque ante el imparable auge de la estética dosmilera que estamos viviendo esta temporada, era inevitable que acabáramos por sucumbir ante el que fue uno de los referentes inevitables de la década: la cazadora motera. O sin ser tan estrictos en la definición de la corriente, los referentes motociclistas en general, ya que ,el cuero, los refuerzos en los hombros, los chalecos, los guantes y las botas, alimentan el repertorio otoñal.

Hay que reconocer que la gran responsable de la implosión de este fenómeno en los armarios actuales ha sido Rosalía después de haber acuñado el término Motomami, para el que algunas cadenas de fast fashion incluso han creado departamentos especiales que arrasan en Zara, Bershka, Desigual… Un término que la cantante describe como “el espíritu rebelde de una chica motociclista”. Olvídate de los Hijos de la Anarquía; Este año da la bienvenida a las hijas de un nuevo club de motociclistas, que están aceleradas y listas para comenzar.

Pensar en los referentes esenciales del armario motociclista, es imaginar chupas con cremalleras gruesas expuestas, camisetas con gráficos desgastados y cuero en abundancia. Todos estos códigos de vestimenta característicos prevalecen en la recién estrenada temporada: desde Chloé a Prada o Alexander McQueen, todas con cuero desgastado, chaquetas de moto cuadradas y ropa sin brillo.

La novedad es que no se ha aplicado sin más lo que supone estrictamente este riguroso código, sino que al recién bautizado como ‘bikercore’ (¿Qué sería de nosotros si no se inventara un nuevo vocablo para acuñar tendencias recién llegadas?) se suma un giro cargado de feminidad y, por supuesto, empoderamiento.

Sin embargo, los matices de la versión de este año no se detienen ahí. La iteración actual de la moda motociclista también incorpora un elemento nostálgico de comienzos del milenio. Un ejemplo fue el reciente crucero 2023 de Louis Vuitton, donde Nicolas Ghesquière vislumbró el regreso de los cinturones con ojales (que nos hacen pensar tanto en Gwen Stefani cuando cantaba Rich Girl. La colección o/i 2022 de Acne Studios también se enganchó a un espíritu de principios de la década de los 2000, aunque con un ligero toque distópico; joyas de plata que alguna vez fueron brillantes, cuero resquebrajado y denim desgastado.

También ha habido elementos que llevan la tendencia a un territorio más vanguardista, incluidos los corpiños que se asemejan al equipo de protección de motocross ideados por Olivier Rousteing para Balmain o el despliegue de Maria Grazia Chiuri para Dior, cuyos loos complementados con guantes de ópera parecían más listos para enfrentarse a los X Games que a una noche en el teatro.

Se trataba de una sonada colaboración junto a D-Air Lab, la marca italiana de fabricación de elementos de seguridad en la vestimenta del motorista. En la respuesta que daba la directora artística de Dior se menciona la intención de combinar belleza, alta tecnología y protección, todo en uno. De esta forma algunos de los estandartes de Dior, como lo es la chaqueta Bar, se han fusionado con el airbag de la firma transalpina. O un corsé de encaje con una espaldera donde en la parte superior se ha grabado el logo de la casa parisina: una abeja.

Uno de los trucos de esta fusión la daba la estilista Jill Jacobs, quien trabajó con Rosalía durante el lanzamiento del segundo álbum, y para el que dice que la estética de la cantante se inspiró en gran medida en la cultura motera de Los Ángeles, donde la española grabó muchas de las canciones del proyecto. "Realmente me encanta la yuxtaposición de algo duro y vanguardista, mezclado con algo delicado y suave", dice.

Desde vestidos de cóctel sin tirantes hasta pantalones y chaquetas listos para un día en el circuito de motocross, el material imprescindible de esta estética es el cuero (ya sea real o vegano). Incluso cuando el estilo se desvanezca del ciclo de las tendencias, una chaqueta perfecto de cuero seguirá siendo un básico eterno.