La mochila es el nuevo 'it bag'
La larga jornada de la mujer moderna venía avisando a gritos que el 'tote bag' ya se venía quedando pequeño y que el bolsito mono quedaría relegado a las salidas nocturnas siempre que hubiera tiempo para cambiar de bolso, con los peligros que ello entraña. Si en 2015 se empezó a avistar la sustitución del tacón de aguja en la oficina por las zapatillas, incluso en las ejecutivas más agresivas que adjudicaban a sus 'stilettos' el 50% de su éxito profesional, el mismo proceso se repite ahora con las mochilas que, sin prisa pero sin pausa, están desbancando a auténticas piezas icónicas de la era 'it bag'.
Hablamos de ejecutivas cuyo uniforme de trabajo es la versión femenina del sartorial. Mujeres sobrias que visten trajes de chaqueta negros o color cámel y que avanzan a paso marcial hacia el top del organigrama de su empresa. Al menos, actitud les sobra. “El bolso es parte fundamental del atuendo, son códigos cerrados que por un lado te aportan seguridad, y por otro, te ayudan a ser tomada más en serio”, me cuenta una alta ejecutiva de una empresa farmacéutica con sede en Madrid.
Pero, incluso ella, cuando su trabajo cambió y tuvo que viajar más y organizar su día entero y parte del siguiente en un bolso, incluyendo las clases de yoga a las 20.00 horas, un neceser bien equipado, el 'tupper' de la comida y el portátil, el 'tote bag' empezó a parecerle poco funcional. “Todavía me resistí comprando modelos más grandes pero entonces empecé a tener problemas de espalda y mi fisio le echó un vistazo acusatorio al bolso repleto. ¡Demasiado peso para un solo hombro!" Ella entonces se acordó de las mochilas y se hizo con una, aún cuando algunos compañeros de trabajo que, curiosamente también llevaban mochila, empezaron a llamarla Dora la exploradora.
Su caso no es ni mucho menos una práctica exótica. De acuerdo con la consultora de Mercado NPD, las ventas de mochilas para mujeres crecieron un 28% el año pasado, al tiempo que los bolsos llevan varios años experimentado una caída en sus ventas.
Entre las ventajas de la mochila está dejar las manos libres para el móvil, hacer más cómodos los largos trayectos de la casa al trabajo (y viceversa), y albergar los tacones cuando a media tarde el cansancio y la relajación de la jornada nos permite cambiar a las zapatillas.
Uno de los cambios sociológicos que está viviendo la indumentaria femenina (los hombres quizás estén dando el giro contrario por una vez en la historia) es poner la funcionalidad por encima de juicios sociales, estéticos y corporativos. La fuerza que ha alcanzado el discurso feminista en el ámbito del diseño de moda ayuda a validar una moda funcional que haga más fácil la vida de la mujer y relaje los códigos de estilo de la vida profesional. Porque lo interesante es que las mujeres que se apuntan a la mochila y a la zapatilla para ir al trabajo están rompiendo la regla (más o menos escrita) de que el tacón de diez centímetros y el bolso de 2.000 euros servían para marcar estatus, así como ellos usan el reloj con similares pretensiones.
El triunfo de la mochila femenina es un fenómeno urbano, especialmente de ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Dallas, y la razón es la misma por la que años atrás el 'athleisure' se impuso en los espacios públicos con gracia y soltura, y las zapatillas invadieron las salas de juntas de las grandes corporaciones: el confort. Las mujeres han parado de repetir e interiorizar el discurso autodestructivo de “para presumir hay que sufrir”, y apuestan por un accesorio muy conveniente como la mochila que deja las manos libres, protege la espalda y permite usar el teléfono con comodidad. ¿Qué bolso puede dar las mismas prestaciones?
El éxito es tal que han crecido múltiples 'star ups' dedicadas a buscar el diseño perfecto para la mochila de mujer, pero, además, las grandes marcas están fabricando versiones de sus icónicos 'it bags' para llevar a la espalda. Entre ellas, Prada, Gucci, Louis Vuitton. Y lo mismo están haciendo con las riñoneras, ese accesorio cuya vuelta era incluso más temida que las hombreras.
Las riñoneras son un fenómeno parecido al de la mochila pero en expresión minimalista y 'millennial'. Con idéntica ventaja que la mochila, dejar las manos libres, tiene además la ventaja de la ligereza y obliga a hacer un ejercicio de austeridad y planificación, pensar lo que realmente se va a necesitar en el día. Es un símbolo de libertad y de ir por la vida ligero de equipaje. Literalmente.
Mochilas y riñoneras ayudan a simplificar la rutina de las mañanas. En un caso porque dejamos media mochila empacada para el día siguiente, y en el otro porque no cabe más que la cartera, las llaves y el teléfono. Ambas nos salvan del peligroso proceso de transferencia de bolso en el que siempre hay pérdidas y dramas: una llave que se olvida, una agenda que no se saca...
Síguele la pista
Lo último