La imperdonable polémica racista de Kanye West que ha puesto a todo el mundo en su contra
Nadie encuentra ya justificación para el rapero, que en su último desfile en París se pasó de la raya presentando camisetas con el lema “White Lives Matter”. Una controversia en la que han entrado públicamente desde Gigi Hadid a Hailey Bieber.
Cuando uno se considera a sí mismo como el líder absoluto del mundo, “el rey”, en palabras textuales, la cosa no puede acabar bien. Es el gigantesco descarrilamiento que la trayectoria de Kanye West llevaba anunciándose desde hace años y que, según parece, esta semana ha tomado un derrotero tan grave como insalvable.
Aunque el norteamericano de 45 años haya decidido cambiar oficialmente su nombre, que desde octubre de 2021 es simplemente Ye, no hay duda de que ‘polémica’ seguirá siendo su segundo nombre, figure o no en un documento de identidad. El ya exmarido de Kim Kardashian y padre de sus cuatro hijos siente una atracción incontrolable por la provocación gratuita, como hemos podido comprobar en muchas ocasiones, debido en parte al trastorno de bipolaridad que le fue diagnosticado hace varios años y de los que él mismo ha hablado públicamente. Desde anunciar en julio de 2020 su intención de presentarse como candidato a la presidencia de Estados Unidos al videoclip de la canción The Game en la que enterraba a un muñeco sospechosamente parecido a Pete Davidson, por entonces novio de su exmujer, o la humillación a la que sometió en directo a Taylor Swift durante la entrega de los Video Music Awards de MTV declarando que Beyoncé merecía más el premio que ella acaba de ganar.
En cualquier caso, hoy todo eso queda reducido a anécdotas y berrinches justificados por un comportamiento pueril si lo comparamos con lo que sucedió en París el pasado lunes. Tras días de especulaciones sobre la posibilidad de que en la ciudad se aprovechara la celebración de la semana de la moda para presentar la novena temporada de Yeezy, la marca de ropa deportiva creada junto a Adidas y de la que ejerce como director creativo (o de Hacedor Todopoderoso como a él le gusta calificarse), la cita finalmente tuvo lugar. La mañana del día anterior, Kanye abría además con honores, y de barro hasta las rodillas, el desfile de Balenciaga, sin que nadie pudiera intuir la tormenta que estaba tramando.
Frente a una selecta e íntima convocatoria que no superó las 70 personas pero entre las que se encontraban diseñadores como Demna y John Galliano además de la modelo Irina Shayk, con quien se rumoreó que mantuvo un romance en el verano de 2021, se presentaron 30 looks, cerrado por la salida de Naomi Campbell y una serie de camisetas que llevaban estampado en la espalda “White Lives Matter” (Las vidas blancas importan) West acababa de lanzar él mismo la cerilla al reguero de pólvora.
Este eslogan es una oposición clara al movimiento antirracista Black Lives Matter, un movimiento que creció a raíz del apoyo a las víctimas de brutalidad policial en EEUU, y que está vinculado explícitamente a la supremacía blanca, condenado por West como “una farsa”, cuestión en la que ha entrado más de una vez tras haber asistido a mítines de Donald Trump. Para rematar la jugada, en la parte frontal de las camisetas había una fotografía del Papa Juan Pablo II con la leyenda “Seguiremos tu ejemplo”.
El primero en abandonar el recinto fue Jaden Smith, quien no perdió un minuto para escribir en Twiter: "No me importa quién sea, si no estoy de acuerdo con el mensaje, me voy", y añadir también que "las vidas de los negros importan". Bajo el estupor de Anna Wintour, también presente en el desfile, y que frente a las preguntas de los periodistas a su salida para conocer su opinión al respecto solo pudo decir “preguntadle a otra persona”, otra editora de moda de Dazed, Lynette Nylander se fue de la sala manifestando en sus redes que "Esto tiene demasiadas implicaciones".
Además, Candace Owens, la comentarista conservadora, que estaba entre el público, también llevaba puesta una de las infames camisetas así como Selah Marley, la hija de Lauryn Hill y nieta de Bob Marley. Por no mencionar que Matthew M. Williams, el diseñador de Givenchy que trabajó con West al principio de su carrera; Michéle Lamy, la esposa de Rick Owens; y Naomi Campbell desfilaron sobre la pasarela sin mostrar después ningún atisbo de asombro o indignación.
Este “desorden caótico de autojustificación, ambición confesional y mesiánica, con un golpe de conmoción y provocación, eclipsó totalmente la ropa que se mostraba”, como publicó la periodista Vanessa Friedman en el New York Times ha hecho correr río de tinta y en las redes sociales se ha convertido en un tsunami imparable en el que ha destacado la presencia de Gigi Hadid, quien salió en defensa de su amiga la editora Gabriella Karefa-Johnson. Atacada e insultada por el propio Kanye que subió fotos suyas y burlándose de su apariencia física y de su forma de vestir. “Esta no es una persona de la moda”, West subtituló una foto, ahora eliminada.
Sin perder un minuto, Gigi publicó en Instagram una encendida defensa por Karefa-Johnson en la que se podía leer: "Ya quisieras tener un porcentaje de su intelecto. Si tus ideas tuvieran un mínimo de sentido, ella sería la única persona que podría salvarte. ¿Acaso el dudoso 'honor' de ser invitada a tu desfile exime a esa persona de la libertad de dar su opinión". Otra modelo que no quiso quedarse callada fue Hailey Bieber. La respuesta de West para ella en la redes sociales tampoco se hizo esperar, cargada además de una misoginia flagrante: "Justin, calla a tu chica antes de que yo me enfade", escribió.
Tras haber roto con Gap hace unas semanas el jugoso acuerdo comercial que debían haber mantenido hasta 2030 pero que solo ha durado dos años, la polvareda mediática que se cierne sobre West no parece colocarle en una posición nada cómoda. Si de todas formas esto solo ha sido un intento por ganar notoriedad, West debería saber que no todo vale para llevar a cabo una acción de márketing, aunque realmente crea que puede apropiarse con ironía del lenguaje de la violencia racial. A Ye le encanta ser un incordio a ojos de todos, y ver hasta dónde puede llegar sin pensar en los daños colaterales a pesar de la violencia que esto podría alimentar. Ya no es moda de lo que estamos hablando, sino algo más profundo.
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