Así se ha convertido la estética anime japonesa en la nueva tendencia que fascina a las firmas de lujo

La búsqueda de evasión y la necesidad de añadir un toque lúdico al armario se ha convertido en el nuevo divertimento con el que la industria de la moda parece haber encontrado un gancho comercial para llamar la atención de sus seguidores. Un movimiento lógico si tenemos en cuenta la época convulsa en la que vivimos donde el peso de la cruda realidad parece sumirnos a todos en una seriedad extrema que nos lleva, en el ámbito sartorial, a apostar por tendencias conservadoras cargadas de formalidad y sensatez. Los patrones minimalistas se han asentado en el repertorio general, declinados en tonalidades neutras donde la uniformidad procura a quienes los visten discreción y mesura. 

Ningún otro recurso resulta más efectivo en este marco general de desidia y de desasosiego que la evasión en forma de prendas y estilismos inspirados en los coloristas y traviesos personajes que en nuestra infancia nos hicieron soñar con universos cargados de fantasía. Aquí es donde acude al rescate, tras una pandemia, una recesión y un conflicto bélico entre otros preocupantes acontecimientos mundiales, una apología de la cultura pop que liberó nuestras vidas adolescentes protagonizado por los personajes de las series de dibujos japonesas. 

Este movimiento lo ejemplifica a la perfección la nueva colección que Loewe ha presentado y que está inspirada en la película de animación japonesa de 2004 El castillo ambulante. Se trata de la tercera (y última) colaboración que la firma lleva a cabo con el Studio Ghibli, considerado por la crítica especializada y muchos cinéfilos como uno de los mejores estudios de animación, tras lanzar en 2021, una línea dedicada a la cinta Mi vecino Totoro y, un año después otra consagrada a El viaje de Chihiro. En todas ellas Jonathan Anderson, director creativo de la casa, ha sabido conjugar con su iconoclasta destreza habitual, la tradición artesanal de Loewe con el imaginativo universo de los personajes protagonistas de la película. 

Según el diseñador, “En la colección, hemos impulsado la creatividad con piezas atrevidas e intrincadas diseñadas para dar vida de manera palpable al universo de la película. Las piezas clave encarnan a los icónicos personajes y escenarios, dando a quienes las lleven la ocasión de identificarse con la película a un nivel profundo y sumergirse en sus ricos matices. Es casi como una realidad virtual hecha a mano que toma la forma de una prenda”.

Una fantasía de lo más atrevida, absolutamente en línea con el discurso al que Loewe, espoleada por Anderson, nos tiene acostumbrados y fascinados. En el núcleo duro de la colección destacan los modelos de bolsos emblemáticos de la firma, Puzzle, Flamenco, Hammock, Amazona o Luna, reversionados para servir como lienzos donde descubrir a los personajes de El castillo ambulante, desde Sophie al mago Howl o el travieso demonio de fuego Calcifer. Todos ellos están profusamente decorados y elaborados con tejidos que van del cuero a la lana, los flecos y la rafia.

Además de estos llamativos accesorios con los que volver a revivir la niñez, la colección incluye prendas de vestir en los que la factura artesanal se da la mano con las impresiones digitales. Abrigos de lana con bordados metálicos, rebecas de jacquard con la imagen de algunos de los personajes o camisetas estampadas. Sin olvidar los charms, gorros, bufandas, pulseras, fundas para Airpods y hasta una vela en los que campan a sus anchas Navet, el espantapájaros, o Hin, el perro mágico de Madame Sulimann.

Observarlos es suficiente para sacarnos una sonrisa, lo que para un diseñador supone un resultado muy gratificante, y aún más para quien decide llevarlo y expresar así su individualidad. Porque vestirse con prendas inspiradas en cómics no es ningún juego de niños. El espacio común que el manga comparte con la moda viene de lejos y ha sido durante la última década, un campo muy fértil para numerosas colaboraciones que han servido para animar nuestro espíritu y explorar estilos. Sin embargo, afirmar que las intersecciones del anime con la moda no son más que una tendencia actual quedaría muy lejos de la realidad. Aunque hoy esté ganando una tracción exponencial entre el público por sus tramas fantásticas y sus imágenes creativas, su interconexión con el panorama de la indumentaria es más profunda de lo que podríamos pensar. 

Otra importante firma consagrada en el panorama del lujo actual aporta su discurso a esta tendencia imparable. Jimmy Choo ha lanzado esta misma semana la edición limitada de su cápsula Pretty Guardian Sailor Moon. “Es un fenómeno mundial único. Un manga y un anime que resuenan, que tienden puentes entre culturas e idiomas, que hablan a distintas generaciones y que nos unen a todos”, asegura Sandra Choi,  directora creativa de Jimmy Choo. “Eso es lo que me atrajo de este proyecto: celebrar los 30 años de Pretty Guardian Sailor Moon a través de esta colaboración. Poder trabajar tan estrechamente con Naoko Takeuchi ha sido muy inspirador”.

Feminidad y empoderamiento se dan la mano en esta colección que pisa con fuerza entre las fanáticas de la serie y que después de haber crecido con ellas frente al televisor pueden por fin hacerse con un par de zapatos como los  que siempre soñaron para parecerse a sus heroínas catódicas. “Lo que buscábamos era subrayar nuestros valores compartidos, no sólo de empoderamiento femenino, sino también esa capacidad de la moda para inspirar y abogar por la inclusión y la individualidad a través de la personalidad y la confianza en uno mismo. La noción de transformación a través de la moda es fundamental y la ropa de la serie desempeña un papel vital en la identidad de sus superheroínas, especialmente sus zapatos, el elemento transformador más poderoso con el que puedes pisar", explica Choi.

Un par de botas elásticas hasta la rodilla en tono rosa chillón con un tacón lacado en el mismo tono dan el pistoletazo de salida a un repertorio inconfundible para las admiradoras acérrimas del género. Un par de botines de charol brillante con una suela de plataforma o unos zapatos de tacón alto con plataforma y una fina correa en el tobillo, acabados en satén naranja vibrante y salpicados de cristales, continúan plasmando la personalidad de cada una de las cinco protagonistas. El remate lo ponen una serie de bolsos rígidos con ilustraciones de la serie y un clutch en forma de Luna, la gata de Serena Tsukino.

Lograr una conexión así con el público apelando a algo tan íntimo como los recuerdos de la infancia es la clave de esta colección. Y lo recalca la creadora de la serie, Naoko Takeuchi: "Me siento extremadamente feliz de que los personajes y las historias que surgieron de mi imaginación sean ahora amados por muchas personas en todo el mundo. Lo que siempre ha sido verdaderamente importante para mí es la imaginación juvenil y pura y el poder de las chicas jóvenes”. Tres décadas después demuestra de la mano de Jimmy Choo que el poder de la nostalgia tiene un gran potencial para hacer caja. 

El inagotable mundo de fantasía que estas sagas audiovisuales nos han proporcionado ha forjado desde entonces una cultura que también se ha desarrollado en el plano estilístico. La inspiración que muchas de esas protagonistas han creado se ha afianzado en el imaginario colectivo para adaptar sus prendas a la vida real y convertir a quienes las llevaban en personas empoderadas como los personajes a los que emulaban. Mucho más allá del fenómeno del ‘cosplay’ la subcultura nipona basada en la interpretación de roles que representan un personaje específico. 

Desde Brooklyn, por ejemplo, el colectivo artístico Mschf, ha levantado la gran polvareda mediática al lanzar unas botas inspiradas en Astro Boy, el mítico androide creado por Osamu Tezuka y publicado desde 1952 a 1968. El modelo en cuestión, las Big Red Boots, está fabricado con caucho y suelas de vinilo acetato, que prometen darles un peso ligero y mayor resistencia, de acuerdo con la página oficial de la marca. La finalidad de la compañía era “crear un zapato caricaturizado, que la gente pudiera utilizar libremente y sin limitaciones de la realidad”. Aunque estarán en las tiendas a mediados de este mes, los interesados pueden comprarlas anticipadamente a través de diferentes tiendas de Nueva York o en la propia página web de la empresa, por un precio de 350 dólares. Aunque son una pieza tan imposible como surrealista ya hemos podido verlas viralizarse a la velocidad del rayo en los pies del DJ Diplo, por ejemplo.

Mientras a los ilustradores de estas series siempre les ha encantado reflejar creaciones vistas sobre las pasarelas para que sus protagonistas las lucieran, como fue el caso de la Princesa Serenity, de Sailor Moon y su vestido inspirado en uno de Dior Alta Costura o Nana Osaki, que se enfundaba en corsés que bien podrían haber salido del taller de Vivienne Westwood, el camino inverso también se ha recorrido con éxito. Uno de los casos más flagrantes es el de Jeremy Scott. El norteamericano ha jugado con esta afición naif tanto en su propia marca como al frente de Moschino. Para la casa italiana, Scott ha convertido a Barbie en el hilo conductor de una de sus colecciones, a los Looney Tunes o Bob Esponja en los artistas invitados sobre sudaderas y vestidos y a Mi Pequeño Pony o las Supernenas en musas de sus diseños. 

Que se pueda expresar libremente la individualidad a través de la ropa es el gran logro que esta tendencia subraya. Aunque no haya sido la única que en las últimas temporadas nos haya sorprendido, desde el fenómeno de las Weird Girls, por ejemplo, o el resurgir de las Harajuku Girls. No tener restricciones a la hora de vestirse y recurrir a prendas que sirvan más cómo mensaje y vínculo de unión con los demás es lo importante. Y si, como en este caso, lo que se consigue es obtener un alegre toque nostálgico, que vestirnos suponga un refugio de comodidad es de agradecer.