Maria Grazia Chiuri con su hija Rachele: "Encarno a la diseñadora más poco cool por excelencia: tengo 57 años, 2 hijos, estoy casada"

Comprometidas, conectadas con su época... la directora artística de Dior y su hija, que ahora trabaja a su lado, forman un dúo inédito y libre. Las reunimos en Roma para enfrentarlas con humor y que celebrarán, a su manera, los lazos madre-hija.

Visionarias: Maria Grazia Chiuri y Rachele Regini

Maria Grazia, con camiseta de algodón y lino We Should All Be Feminist y vaqueros, todo Dior; joyas Attilio Codognato.

Rachele viste blusa con bordado inglés y pañuelo Diortwin Dior Oblique, ambos Dior.

/ Laura Sciacovelli

Dos mujeres con gafas negras toman el aperitivo en la terraza de un café inundado de esa luz que solo se da en Roma. La imaginación se enciende: es la dolce vita, las hermosas “ragazze” despreocupadas y los chicos que, enseguida, vuelven la cabeza hacia su Vespa, y lanzan sus simpáticos “¡Ciao, bella!". En París, Maria Grazia Chiuri, directora artística de las colecciones femeninas de Dior, y su hija, Rachele Regini, se divierten recordando este shooting: "¡El director se asustó cuando mi madre quiso dar una vuelta en Vespa!", ríe Rachele. "Le dije: “Tranquilo, ¡puedo conducir una Vespa!”, añade Maria Grazia. Para todo italiano, el motorino (el scooter) es un rito de iniciación: "El mío lo tuve cuando tenía trece años, un año antes de la mayoría de edad. Recé, insistí, supliqué tanto que mis padres se rindieron".

Rachele Regini y Maria Grazia Chiuri en Roma

En el restaurante Pierluigi Rachele lleva vestido con bordado inglés, pendientes, anillos, gafas y zapatillas Dior-ID; todo Dior. Maria Grazia, blusa y gafas Dior; joyas Attilio Codognato.

 

 

/ Laura Sciacovelli

Sentadas codo con codo en una gran oficina casi vacía de muebles, pero llena de libros, forman un dúo único en el mundo de la moda. En el corazón de la casa Dior, deconstruyen clichés sobre moda, feminidad y feminismo. Maria Grazia Chiuri asumió la dirección artística en 2016, convirtiéndose en la primera mujer en liderar esta casa histórica. Su hija, Rachele, se unió a ella hace dos años, con el título de asesora cultural. Maria Grazia no ha hecho más que destapar la existencia de una constelación de artistas e intelectuales notables, como Chimamanda Ngozi Adichie, Judy Chicago y Linda Nochlin. Nada más llegar a Dior nos dijo que quería ofrecer a las mujeres "un punto de vista alegre, libre, que despertara emociones, que no encerrara a nadie en cajas". Objetivo logrado gracias también a Rachele: "Mi generación está muy preparada desde el punto de vista académico, pero no tiene ninguna experiencia. Mi madre es justamente lo contrario. Nos completamos". Convergen hacia una nueva forma de hacer moda que habla del mundo. No un mundo soñado, sino uno real que nos une a nosotras, mujeres de múltiples facetas, bellas por imperfectas. El inicio de una conversación donde no se le pide a la madre qué consejos le daría a su hija: "Por principio, no doy consejos", asegura ella.

Rachele, ¿cómo fue la entrevista de trabajo?

Rachele Regini: ¡No fue con ella!, sino con la directora de Recursos Humanos (risas). Yo temblaba.

Maria Grazia Chiuri: Pero me apoyaste desde el momento en que llegué a Dior, a pesar de que entonces eras muy crítica con la moda. Recuerdo muy bien nuestra conversación. Tenías dudas sobre este cambio: dejar Roma y empezar de nuevo, mientras hacías tu doctorado en “Gender Media and Culture”, en la Universidad Goldsmiths, en Londres…

En la Galería Nacional de Arte Moderno

Madre e hija, delante de la obra de Marinella Senatore, para la exposición “Io dico io”. Rachele viste blusa bordada y jeans denim blancos, pañuelo Diortwin, joyas, bailarinas Sungbacky Dior Mizza y microbolso Lady Dior, todo Dior. Maria Grazia, con camiseta We Should All Be Feminist, vaqueros y zapatillas Dior-ID, todo Dior; joyas Attilio Codognato.

/ Laura Sciacovelli

¿Cómo encontrasteis el entendimiento?

Rachele: Nos preparamos trabajando en nosotras mismas.

Maria Grazia: Tuvimos que separar la esfera privada de la pública, ir más allá de la relación madre-hija... incluso la relación de una hija hacia su madre puede llegar a ser engorrosa.

Rachele: Nos llevó todo un año…

Rachele,te has alimentado de la moda desde que naciste, ¿por qué este cambio de actitud en la edad adulta?

Rachele: Sí, cuando era un bebé, ya estaba en la fábrica de Fendi. En la facultad, tuve un momento de rechazo, ¡y ya no quise oír hablar de moda!

Maria Grazia: De ahí el desafío que te lancé.

Rachele: Me dijiste que en lugar de criticar, podría trabajar contigo y, juntas, intentar cambiar el sistema desde adentro. Fue nuestro pacto.

Maria Grazia: ¡Y continúa siéndolo! Cuando tenía tres meses, me llevé a Rachele a la fábrica. Mi tía la cuidaba entre comida y comida. Cuando eran niños, ella y su hermano iban a guardar bolsos Fendi en la sala de exposición. Luego creció en Valentino. Fue su segundo hogar. Después, a su llegada a Londres, tuvimos siete años de enfrentamientos implacables. Para ella, la moda era el mal absoluto. Traté de mostrarle los aspectos positivos.

Rachele: Peleábamos por la moda, pero también estaba viviendo una gran rebelión general contra mi madre…

Maria Grazia: Y me llovían críticas por parte de mi hijo, Niccolò. Es el verdadero radical de la familia.

Rachele: Es verdad. En el fondo, soy una debilucha porque, al final, me apasiona la moda. Él, sin embargo, ¡debe de llevar unos diez años sin comprarse nada!

¿Qué estudia tu hijo?

Maria Grazia: Ingeniería. Es el hombre invisible: no tiene redes sociales, no se le puede encontrar... Volviendo a Rachele, sus críticas fueron constructivas. Quería entender su punto de vista, tomé prestados sus libros para comprender el enfoque teórico. Yo me guío por principios de vida personales, mi feminismo nace de mi experiencia, no he hecho estudios de género. Hice un estudio analítico sobre mi propio trabajo, descubrí algo de mí misma, mi relación con el cuerpo y con la moda que Rachele define como anómala, “anormal”.

Y eso quiere decir...

Rachele: Por ejemplo, en su apartamento de París, donde vive sola, ¡no hay espejos! Ella nunca se mira.

Maria Grazia: Nunca en el espejo. ¡Jamás!

Rachele: Todos esos gestos diarios que la gente hace... pues bien, ¡ella no! (risas). ¿Ves como es rara? (Se gira hacia su madre).

Maria Grazia Chiuri y Rachele Regini en el ultramarinos Roscioli

Rachele luce bomber de punto, jeans evasé y microbolso Lady Dior, todo Dior. Maria Grazia, con abrigo reversible Dior.

/ Laura Sciacovelli

Además, tienes una relación especial con la ropa y la moda. Creas para otros, pero para ti y sobre ti... es otra cosa.

Maria Grazia: Sí… Investigo, es un proyecto. Quien quiere aprovecharlo, puede, pero nunca me ha obsesionado ligarlo a un cuerpo, a una mujer o a un rostro... A menudo, en la moda, existe una proyección del creador o la creadora. Yo nunca proyecto una imagen idealizada de mí misma. Simplemente, porque no la tengo.

Rachele: En efecto, tu forma de comportarte con la ropa es muy pragmática, casi utilitaria.

¿Es eso la feminidad pragmática?

Maria Grazia: La cuestión es el punto de vista que uno pone en sí mismo, cómo se ve. Yo hablo de una visión mental.

Rachele: Digamos que no te identificas con tu imagen pero sí con tu espíritu.

¿Y cuál es vuestro espíritu?

Maria Grazia: Está muy ligado a mi humor, a mis sensaciones… Por ejemplo, si me preguntan qué llevaría a un evento dentro de diez días, ¡no tengo ni la menor idea! No sé con antelación cómo me sentiré ese día, si querré ir sexy o cómoda. Improviso cuando tú, Rachele, planificas y organizas todo.

Rachele: Ser más organizada que tú es fácil…

Maria Grazia: Viendo nuestros armarios, se entiende. El de ella es maravilloso, como el de mi marido, casi les tengo envidia. El mío es el caos, sin lógica aparente. Hay de todo: viejo, nuevo, cosas que guardo «porque nunca se sabe»... Para mí, la ropa son recuerdos. Me evocan tiempos felices, a las personas que amo. Deshacerse de ella sería como olvidar... La moda es recuerdo.

Una vicepresidenta de Estados Unidos, una presidenta europea, otra del FMI, una directora artística en Dior. Las mujeres comienzan a ocupar los primeros puestos, ¿no?

Maria Grazia: No lo bastante rápido. Lo que me preocupa es esta joven generación que no está preparada para afrontar el mundo real.

Rachele: Tocas la cuestión del feminismo actual; el tema está en boca de todos, pero el conocimiento se detiene en la superficie.

Maria Grazia: Hay esta corrección política de fachada, pero las cosas realmente no cambian. No me preocupo por mí misma, a mi edad… pero por la generación más joven, sí. Tendrá muros altos para escalar.

Rachele: Incluso puede ser peor que antes. Como en el papel, todo parece estar funcionando, siempre encontrarás gente que diga que ya está resuelto: la excusa perfecta para no hacer nada.

Maria Grazia: Tenemos que cambiar de mentalidad. Las creaciones que desarrollemos deben vestir a todos, desde la niña de 20 hasta la dama de 90 años.

Rachele Regini ante el cine

Farnese Rachele lleva trench de nailon, blusa de encaje, minifalda de cuero, joyas, bolso y mocasines Dior Code; todo Dior. Vespa 946, cajetín y casco en tela jacquard Dior & Vespa.

/ Laura Sciacovelli

¿Cómo llegaremos a esta transformación cuando los profesionales han aprendido solo a hacer un “vestido bonito”, como el único fin en sí mismo?

Rachele: De ahí tu forma de acercarte a la moda como un proyecto...

Maria Grazia: Porque el problema no se resuelve haciendo desfilar a gente de todas las edades y tipos de cuerpo. Se trabaja sobre el patrón y sobre la mentalidad. El podio es el manifiesto donde declaras tus intenciones, pero después del cambio, es en el taller y en las fábricas, en silencio, donde operas.

En los actuales discursos de inclusión tenemos la impresión de que las grandes olvidadas son las mujeres de más de cincuenta años…

Maria Grazia: Sé de lo que hablas… Por mi parte, creo que encarno a la diseñadora uncool por excelencia, porque tengo 57 años, dos hijos, estoy casada...

Rachele: ¡Con un hombre!

Maria Grazia: Casada con un hombre, no soy ni flaca ni gorda, y tengo tetas, lo más cool de la moda…. No soy DJ, no conozco gente y ni siquiera hablo bien idiomas.

¡Muy desfasada!

En la instalación de Judy Chicago llamada “The Female Divine”, una de las frases se preguntaba: «¿Y si las mujeres dirigieran la moda?». Para empezar, ¿vosotras lo haríais?

Maria Grazia: Volvemos a esta idea de lo cool y lo no cool. El genio es masculino, ¿no? Este cliché ha aguantado muchos años. Esta idea de que un hombre tiene genio pero no la mujer existe en el arte, en la moda ... ¡Y lo peor es que hay hasta mujeres que se lo creen!

Rachele: Las mujeres se lo creen más a menudo que los hombres, de hecho.

Su desfile en Versalles nos devuelve a la memoria de Rose Bertin, la primera costurera y empresaria de la historia de la moda. Ella había dejado ya la pista. ¿Qué pasó?

Maria Grazia: Sucedió que los hombres tomaron la moda en sus manos. Pasamos de la costurera en el sentido literal de la palabra, una mujer que cose y hace ropa, ¡al gran modista! Con las mujeres, siguió siendo una ocupación menor...

Rachele: Los hombres recibieron inmediatamente un reconocimiento diferente.

Maria Grazia: Hicimos artistas de ellos. Las mujeres cosían, era trabajo doméstico, como tejer. Cuando leí “El paraíso de las damas”, de Zola, comprendí el comienzo de este mercado; las mujeres se vuelven clientes, los hombres, les genios creadores. Hacia 1870 se produce el cambio de paradigma.

¿La moda ha sacado algunas lecciones de esta pandemia?

Rachele: Volveremos a todo como antes, incluso mucho más rápido.

Maria Grazia: Una tragedia sanitaria y económica que habrá reforzado las diferencias socioeconómicas y que, lamentablemente, verá a más mujeres en casa. Personalmente, he entendido que puedo vivir con mucho menos, pero soy privilegiada. Para mí, es fácil. ¿Cómo le dices a una persona que no ha tenido esta oportunidad que deje de desear?

¿Qué os habéis descubierto la una a la otra en vuestra colaboración?

Rachele: “El arte del placer”, de Goliarda Sapienza. ¡Es tu obsesión!

Maria Grazia: ¡La adoro! Es mi ideal de mujer moderna y anárquica. Tú me has hecho descubrir tantas cosas... como la ciencia-ficción feminista.

Rachele: “Mujer al borde del tiempo”, de Marge Piercy, una novela en la línea de Donna Haraway, más exacerbada. La historia de una mujer cyborg que viaja en el espacio-tiempo y aterriza en un futuro sin género.

En la moda, ¿aún hay cosas por decir y descubrir?

Maria Grazia: Sí, porque están pasando cosas todo el tiempo, y los jóvenes que van surgiendo tienen un punto de vista y cosas que decir. No debemos olvidar que una prenda es el lugar donde ponemos nuestro cuerpo. Es una especie de primer hogar. También es una forma de expresar nuestros sentimientos, nuestra condición y nuestro estado de ánimo. Hay un elemento de juego muy hermoso al vestirse. Me encanta la forma en que Rachele juega con la moda: el mundo es un escenario y tú eliges la ropa según el papel que quieras interpretar en ese momento. Creo que hemos pasado por alto este aspecto de la moda, que ahora está demasiado asociado a un símbolo de estatus social y poder.

¿Vuestra concepción de colaborar?

Maria Grazia: Me gusta mucho el espíritu Factory a lo Andy Warhol. Los lazos se despliegan y hacen circular ideas. Me enfrento a Rachele e interactúo con ella y con esta comunidad de artistas, que a menudo se hacen amigos. Sin embargo, no en el producto. Tengo una educación clásica. Todo sobre el proyecto y su desarrollo concreto es mío, yo lo gestiono. La implementación de una colección, dándole significado, este es mi dominio.

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