Descubre la historia detrás de la nueva colección de Dior Haute Joaillerie, 'Dior & Moi'
Victoire de Castellane solo atiende a las normas para romperlas. En 'Dior & Moi', su más reciente y particular colección para Dior, la joyera reformula la silueta de los anillos, despareja los pendientes, rompe las simetrías, juega con la geometría de las tallas y mezcla materiales (de las gemas y la laca al oro y su piedra predilecta, el ópalo)para dar forma a 36 piezas que se salen del esquema.
El punto de partida fue el 'Toi et moi' (tú y yo", en francés). Un tipo de anillo con dos piedras en cada extremo que se tocan, simbolizando la unión. La historia se remonta a Napoleón Bonaparte y la alianza con la que le propuso matrimonio a Josefina, con un diamante a un lado, un zafiro azul al otro, y la frase "tú y yo para siempre" grabada en el vástago. Cuenta la leyenda que, a partir de ahí, se hicieron populares en la Francia napoleónica los encuentros tete-a-tete, con los sillones colocados en forma de S para que los enamorados pudieran mirarse a los ojos mientras se cortejaban. Lo que no es leyendo son la esmeralda y el diamante incoloro de corte princesa con el que John Kennedy se declaró a Jacqueline, y que terminaron de apuntalar el magnetismo de este engaste.
Ahora, de Castellane lo revisa bajo su siempre personal prisma, jugando con la idea de los dúos y haciendo un guiño a su relación con Dior, que empezó en 1998, cuando llegó a la Maison como directora creativa de la división de joyería, un arte que aprendió de su abuela, la condesa de Castilleja de Guzmán, y en el que ya apuntaba maneras de niña: con cinco años desmontó una pulsera de su madre para crear un par de pendientes.
No ha perdido el gusto por la deconstrucción desde entonces. Con 12 años hizo un anillo fundiendo el oro de las medallas de su Primera Comunión. Ahora lo pone en práctica con anillos dobles y triples que mezclan gemas de distintos cortes y colores; collares que combinan gemas de alta alcurnia con materiales como la laca (a veces jugando incluso con efectos degradados) y piedras semipreciosas, incluida su eterna favorita, el ópalo, en piezas de un tamaño colosal poco habituales, dado lo difícil de tallarlas sin que se rompa.
Los cortes (pera, brillante, cojín) componen siluetas que se alejan de lo convencional. Y el estallido de color, cortesía de la irreverente reunión de materiales, la lleva al terreno de la fantasía. Un despliegue de las dotes creativas de la joyera, y de las habilidades técnicas de los artesanos de Dior.
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