Cómo afrontar la pérdida de un ser querido del que no hemos podido despedirnos por culpa del coronavirus

La psicóloga Julia Vidal experta en gestionar emociones nos ofrece consejos para elaborar el duelo durante el aislamiento impuesto durante la crisis del Coronavirus.

Madrid utiliza como morgue las instalaciones del Palacio de Hielo
Madrid utiliza como morgue las instalaciones del Palacio de Hielo / Carlos Alvarez

Pepa Ariza, periodista, ya no celebrará más el Día del Padre. El pasado 19 de marzo perdió al suyo. Superar el dolor de la orfandad siempre es difícil, pero en sus circunstancias todavía lo es más porque no ha podido estar a su lado. Así lo relataba en una red social: “Se ha ido solo, aislado en la residencia en la que vivía. Supuestamente es una de las víctimas del Covid-19, pero no nos han dado más información, solo que murió de madrugada. Cuando iba a verlo me decía que era muy buena porque le cuidaba… En estos momentos no me siento tan buena. Me duele enormemente no haber estado a su lado, no haberle cogido la mano y no poder despedirme. Lo enterramos en soledad. Tampoco hubo velatorio. Es como si se fuera por la puerta de atrás de un mundo que ya le había dado la espalda hacía tiempo... Sin embargo, se va por mi puerta grande”.

Son muchos los que están viviendo el mismo dolor por una muerte sin despedida. Julia Vidal, directora del gabinete psicológico Área Humana y experta en problemas emocionales, conoce esas circunstancias y ha compartido con Woman algunos consejos para elaborar el duelo.

Antes de la pérdida, se sufre incertidumbre y miedo. ¿Cómo afrontarlo?

Hay que evitar las anticipaciones negativas. Es cierto que el miedo te ayuda a prepararte para lo peor, pero si permitimos que se apodere de nosotros, nos va a bloquear. Pensemos que no tiene sentido sufrir antes de conocer qué va a ocurrir. En el peor de los casos, ese sufrimiento no va a sustituir al duelo y si hay un buen final, habrás tenido un gran desgaste emocional sin necesidad.

Quizá la peor sensación es saber que están solos…

He conocido el caso de un matrimonio mayor que ambos han muerto con un día de diferencia. Desde que ingresaron, unos días antes, su familia no pudo verles. La espera ha sido terrible. Sus hijos pensaban todo el tiempo en que estaban solos, sin nadie que les acompañara ni les consolara, y eso genera mucho dolor. Pero quienes pasen por ese trance deberían pensar que los sanitarios son conscientes de esas situaciones. Escuchaba estos días a una enfermera explicar que están todo el tiempo pendientes de los pacientes, que hablan con ellos, los cogen de la mano, les muestran cariño, les dan seguridad… Saber que es así puede aliviar algo ese dolor de los familiares que tienen que permanecer alejados.

¿Hasta qué punto la distancia hace más duro enfrentar la pérdida?

Lo hace más difícil porque faltan recursos emocionales para pasar el duelo. En el caso de esta familia que comentaba, los tres hijos del matrimonio están guardando cuarentena en sus casas, de modo que no han podido recibir un abrazo de sus parejas ni llorar junto a ellas por temor al contagio ni asistir a la incineración. Los rituales de la muerte ayudan a sobrellevar la pérdida y esta pandemia está robando a muchos esa necesaria despedida. En ese caso, hay que crear otros rituales. Por ejemplo, escribir una carta a la persona que ha fallecido o, cuando se pueda, hacer una comida en la casa de quien se ha ido como un homenaje y una despedida del espacio que fue suyo. Tal vez también ayude recibir las cenizas en casa para realizar un funeral particular. Cualquiera iniciativa parecida que nos conecte con su recuerdo será un alivio.

¿Costará más tiempo elaborar ese adiós?

Claro. Hay que estar preparado para que, cuando la pandemia acabe, se produzca un nuevo proceso de duelo, porque será entonces cuando vayas a recoger las cosas de la casa de ese familiar, cuando te encuentres con tu gente y puedas abrazarte con ellos recordando la pérdida… Y eso será un mes o dos tras el fallecimiento.

¿Es habitual que aparezca la culpa por no haber estado a su lado?

Sí, pero no puedes obsesionarte con esos últimos días, lamentando algo que no has podido evitar. Es muy importante centrarse en todo lo que has compartido con esa persona a lo largo de su vida, en todo lo que le has aportado, lo que le has querido, lo que les has ayudado, los abrazos y los besos que le has dado... Setenta u 80 años no pueden quedar resumidos en su muerte.

¿Cómo lograr el consuelo?

Es normal que al principio no se quiera hablar con nadie por estar en shock, invadido por la incomprensión o la rabia, pero cuando ha pasado esa fase y solo queda la tristeza, es fundamental el contacto con familiares y amigos a través de la tecnología para charlar, para intercambiar fotografías y recuerdos, o anécdotas divertidas o para llorar con otros. Eso ayudará a pasar a la siguiente fase: la aceptación. Hay que dejar que la tristeza nos acompañe. También es importante expresar lo que sientes. Si no eres capaz de hacerlo hablando con alguien, escribe sobre esos sentimientos. Lo peor es intentar no sentir o no expresarlo.

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