Beatriz Palacios: "Mis joyas hay que probarlas para entenderlas"

Su firma de joyas, que lleva su nombre, destaca por estar repleta de tesoros contemporáneos. 

Beatriz Palacios
Beatriz Palacios / Beatriz Palacios

Blue es la última colección de la joven diseñadora de joyas Beatriz Palacios. El color azul, como en las obras del pintor David Hockney, le evocan a esta ingeniera de minas, una sensación de frescura y aires pop de los años sesenta. "Tal y como Hockney se sintió atraído por los colores y las piscinas de California, lo mismo me ocurrió después de ver la película de 'The Swimmer', de Frank Perry. Tomándola como punto de partida, comenzó a experimentar cómo podría fusionar su paleta de colores del azul con materiales como el ónix, topacios, cristales antiguos azul neón, PVC transparente y rosas naturales preservadas. "Cruzando elementos e inspiraciones del cine, el arte y el diseño, he tejido una colección de joyas interconectadas a través de los infinitos tonos de 'BLUE'", asegura Beatriz.

Beatriz Palacios ha conseguido convertirse en una de las firmas de joyas españolas más cotizadas del momento, se escribe con ingenio, sonrisa, surrealismo y grandes dosis de creatividad.

¿Cuándo surge la firma Beatriz Palacios?

La marca la lancé a finales de 2011. Tenía claro que quería utilizar mi nombre y el desarrollo del proyecto lo llevé a cabo durante meses. Para construir la imagen de la marca conté con la ayuda de mi hermana Lucía, que es ilustradora, y me conoce casi mejor que yo misma y logramos ese logo bonito y atemporal. Además no determina el sexo, ya que no descarto hacer joyas para hombres en un futuro. Mi primera colección se lanzó en diciembre de ese año y posteriormente en enero en París.

Su historia comenzó en Irlanda, ¿qué nos puede contar de sus inicios?

Yo me fui a Irlanda, cuando terminé mi carrera de ingeniería de minas, porque antes de ponerme a trabajar en un empresa quería tener la experiencia de vivir fuera y aprender bien el idioma. En principio me iba para estar allí tres meses, pero conocí a un grupo de amigos irlandés muy interesante relacionado con la arquitectura, la moda y el arte y decidí alargar la estancia. De hecho, a mi marido le conocí en ese círculo.

¿Cómo comenzaron tus primeros proyectos en Dublín?

En ese grupo de amigos que hice se encontraba una estilista llamaba Aisling Farinella, que montó un proyecto titulado ‘The Loft’. En él pretendía agrupar diferentes diseñadores y yo quise formar parte de ese proyecto y, finalmente, tuve la oportunidad. Iba a firmas de antigüedades, compraba piezas y hacía montajes, pero me faltaba la parte de creación desde cero. Por ello, cuando volví a España tenía claro que quería conocer el oficio de manera profesional y empecé a dar clases mientras lo compaginaba con mi trabajo de ingeniera.

¿Viniendo del mundo de la ingeniería, en qué momento decide que su pasión por la joyería se va a convertir en su profesión?

Cuando volví del extranjero comencé y lo compatibilicé con clases por la noche que daba con una joyera. Estuve con ella durante tres años y ya, en 2011, fue cuando me sentí preparada para crear mi propio proyecto. Yo me di cuenta de que me quería dedicar al mundo de la joyería mucho antes, pero necesitaba formación y capital.

¿Qué seña de identidad caracteriza sus diseños?

Mi principal característica es una estética muy peculiar dentro de la joyería, no son piezas obvias, muchas veces te la tienes que probar para entenderla. Me gusta inventarme nuevas maneras de colocar complementos en el cuerpo. Es muy distintivo la manera en la que están construidas y la mezcla de materiales.

Colección New Eve

Colección New Eve. 

/ D.R.

¿Se siente más identificada con el diseño vintage o con el de piezas contemporáneas?

Lo cierto es que siempre me ha gustado la estética vintage y desde pequeña he utilizado ropa de mi madre combinada con la mía. Me encanta el resultado de las dos mezclas y creo que lo he conseguido con mis diseños, que tienen una aire muy retro pero el acabado final es muy contemporáneo.

¿Qué lugar ocupa la moda en su vida?

Me encanta, pero de alguna manera natural, sin darme cuenta, mi camino me ha llevado a la rama de las manualidades y la joyería. La moda ocupa un lugar también muy privilegiado. Disfruto siguiendo el trabajo de los diseñadores, sus desfiles… Hay algunos de ellos que admiro desde hace tiempo, especialmente irlandeses como Simone Rocha, al que tuve la oportunidad de conocer, y me aficione a su trabajo.

¿Qué joyas luce en su día a día?

Siempre llevo el anillo de pedida que me regalo mi marido. La historia de esta pieza es graciosa, ya que para él era muy difícil regalarme a mi una joya. Entonces, lo que hizo, fue llamar a mis amigas de Irlanda y viajó a Dublín porque me lo quería comprar ahí. Fueron a una tienda de antigüedades y me compró esta joya de los años 30. También llevo mi anillo de casada, que me lo hice yo misma y pertenece a la colección de ‘La Rosaleda’.

¿Qué valor añadido aportan sus colecciones frente a sus competidores?

Una de ellas es la imagen de marca, el estilo de fotografía que utilizamos es muy artístico. Son fotografías más de arte que de moda, siempre trabajo con Lourdes Cabrera, que tiene una gran sensibilidad y nos entendemos a la perfección. Para mí es muy importante la coherencia, que conecte la colección, la modelo y la campaña en general. También la mezcla de materiales y la estética, siempre intento darle movimiento a la piezas, que sean reversibles, que tengan doble uso…

Cuéntenos el proceso y dedicación que supone comenzar con una colección desde cero

Es muy importante que las colecciones tengan una base ya sea histórica o artística en la que me he inspirado. Siempre hay alguna imagen, a lo largo del desarrollo de la línea, que me atrae y empiezo a investigar sobre ella. De manera natural me lleva al sitio al que yo quería ir. Además, me lleva tanto tiempo desarrollar una idea que cuando termino la colección me quedo con ganas de seguir con ella. Por eso, he decidido que cada tema lo voy a desarrollar a lo largo de un año en las dos temporadas, para que así un mismo origen me lleve a las dos colecciones.

Taller Beatriz Palacios
Taller Beatriz Palacios / D.R.

¿Cuál ha sido el mayor hito en su carrera hasta la fecha?

Lo mejor ha sido que me compre Harvey Nichols Hong Kong y ser aceptada por todas las ferias de la Semana de la Moda de París.

¿Qué destacan de usted los que mejor la conocen?

Mi sinceridad y que soy muy apasionada cuando me siento muy identificada con algo.

¿Todas sus piezas son diseñadas y fabricadas en España?

Al principio toda la producción la hacía yo. Ahora trabajo con un maestro joyero, con el que llevo tres años y hemos podido asumir más producción. Como hemos seguido creciendo, una parte se hace en taller, las más complicadas, y otras las delego a dos talleres de Madrid. El proveedor es también la base de tu negocio y que la producción siga siendo en España es, sin duda, un valor añadido.

¿Cuál es su principal lema en la vida?

¿Qué nuevos objetivos se plantea Beatriz Palacios Joyas?

Uno de ellos es abrirme al mercado americano, seguir aprendido la profesión y innovar con nuevos materiales. Cada colección me pongo objetivos técnicos para conseguir piezas únicas. A largo plazo, me gustaría abrir mi propia tienda y colaborar con grandes diseñadores.

Síguele la pista

  • Lo último