Weinstein: lo que piensan las mujeres
Las mujeres de Hollywood reaccionan a las acusaciones de acoso sexual del productor Harvey Weinstein y su mensaje es claro: chicos, no lo estáis pillando.
Tiramos la toalla: por mucho que actualicemos y actualicemos este artículo, <strong>Harvey Weinstein</strong> siguen aumentandolas mujeres acosadas por Harvey Weinstein siguen aumentando. Mientras escribimos estas líneas, la cuenta llega a 46. Perdón, 47. ¿Veis? Imposible.
Entre las víctimas de este productor con tendencia a quedarse en albornoz, citar a actrices emergentes en su cuarto de baño y solicitar masajes con final feliz están estrellas como Angelina Jolie (que lo rechazó y se negó a volver a trabajar con él), Gwyneth Paltrow (que se negó y prosperó bajo su ala), Asia Argento, Mira Sorvino, Rosanna Arquette, Cara Delevingne, Ashley Judd, Kate Beckinsale, Heather Graham o Rose McGowan. La última (de momento) que ha dado un paso adelante ha sido Lena Headey (oh, Dios mío, ¿también Cersei?), a la que se insinuó durante el Festival de Venecia y de nuevo, años después, en los pasillos de un hotel.
Hace falta valor para plantarse ante el mundo y entonar el #MeToo y desde aquí aplaudimos el coraje de todas esas mujeres. Pero es que además, al tomar la palabra, están desencadenando grandes cosas. Tres, para empezar.
En primer lugar, han logrado que muchas mujeres que han sufrido acoso o abusos sexuales en la industria audiovisual se animen a contar su caso. Reese Witherspoon ha revelado que ha sufrido esta pesadilla varias veces a lo largo de su carrera, la primera de ellas a los 16 años a manos de un director. Patricia Arquette ha hablado de las insinuaciones de Oliver Stone. Jennifer Lawrence ha hablado de casting humillantes, desnudos fotográficos y propuestas de películas porno. Björk ha contado que “un director danés” mantuvo un nivel de contacto físico e insinuaciones totalmente inapropiado mientras rodaban una película juntos (la discreción es innecesaria, querida Björk: a ver, chicas: por 25 pesetas, directores daneses con los que haya trabajado la cantante islandesa). Y aunque la difunta Carrie Fisher no está en condiciones de levantar dedos acusadores (o, al menos, sería muy perturbador que lo hiciera), una amiga suya ha revelado ahora que Carrie la rescató del acoso de un alto ejecutivo de Sony mandándole al interfecto una lengua de vaca en una cajita de Tiffany’s... y amenazando veladamente con enviarle su propio miembro si no aprendía a dejarlo bien guardadito.
En segundo lugar, el escándalo Weinstein ha desatado una ola de solidaridad ‘celebrity’. Margot Robbie ha escrito una carta abierta firmada por “El club de las chicas” denunciando los métodos del patriarcal Hollywood. Mayim Bialik publicó una pieza de opinión en The New York Times, en la que hablaba de cómo se cayó del guindo cuando entró en la industria del espectáculo, a los 11 años. Eso sí, luego tuvo que dar explicaciones porque muchos vieron en frases como “me visto con modestia y no tonteo con hombres” una manera de culpar a las que sí lo hacen. Emma Thompson ha sido tajante –“No es un adicto al sexo, es un depredador”–, ante los comunicados en los que el productor aseguraba haber empezado un tratamiento para tratar su “problema”. Meryl Streep ha dicho: “El comportamiento es inexcusable; el abuso de poder, familiar”. Que nosotras sepamos, solo Lindsay Lohan ha tenido la loca idea de defender al productor, con unos vídeos de apoyo que, a medida que el virus Weinstein se convertía en plaga, ha retirado discretamente.
En último lugar, tanto ruido mediático ha servido también para que nos indignemos, una vez más, con esos hombres que nadan y guardan la ropa a la vez a la hora de condenar abusos machistas. Con honrosas excepciones (gracias, Benedict Cumberbatch, Ryan Gosling y George Clooney, sois tan majos como guapos), la mayoría de los mensajes de condena, cuidadosamente elaborados, de los chicos de Hollywood empiezan con un “el hombre que financió mis primeras películas”, “mi amigo durante 25 años”, “obviamente, había dos personas en Harvey”. Luego, tras felicitar a las víctimas por su valor y afirmar que hay que creerlas siempre (a pesar de la lanza rota a favor del acosador), expresan su horror mencionando a esposas, hermanas e hijas. Y ahí, chicas, el Hollywood masculino la ha fastidiado a lo grande.
Rose McGowan, mujer violada por Harvey y portavoz informal de todas las víctimas, perdió los papeles cuando Ben Affleck (que tiene sus propios problemas de manos largas con las mujeres) tuiteó al respecto, expresando ignorancia y sorpresa. “¡Pero si te dije lo que me había hecho, Ben! ¡Mentiroso!”, estalló McGowan en un ataque de justa ira que llevó a que le bloquearan (temporalmente) su cuenta de Twitter y a que medio mundo virtual emprendiera, en represalia, un boicot a la plataforma.
Sin ahondar en lo que sabía o no Affleck (lo de Weinstein era un secreto a voces, y Courtney Love ya nos advirtió en 2005), la mitad femenina de las redes sociales se sube por las paredes ante la solidaridad mal entendida entre hombres, ante la ceguera cómoda en la que se han sumido y, sobre todo, ante su actitud condescendiente. A Matt Damon, por ejemplo, le ha caído ira y fuego por empezar su mensaje de apoyo con un “como padre de cuatro hijas”. ¿Qué pasa, que si violan a una mujer que no comparta ADN contigo la cosa tiene menos puntos de condena? ¿Por qué ninguno ha dicho: “como padre de hijos, les enseño a mis retoños que ese comportamiento es inaceptable?”. Ay, amigas, el heteropatriarcado no descansa. Por eso nosotras tampoco podemos hacerlo.
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