Escapada por el Alentejo portugués

Quien visite el Alentejo por primera vez, viajará por y con la Historia. Y es que la abundancia y la calidad de su patrimonio no dejará indiferente al viajero, que descubrirá la magia de unas tierras de infinita belleza. Évora, Estremoz, Vila Viçosa, Monsaraz o Elvás son algunos de pueblos de visita obligada de esta tierra, más allá del Tajo (Além Tejo).

Templo romano de Évora
Templo romano de Évora

Contemplando las interminables planicies en las que se pierde la vista, la inmensa llanura solo poblada por trigales dorados ondeando al viento parece como si aquí, en el Alentejo portugués, solo hubiera habido eso desde el comienzo de los tiempos: tranquilidad, paz, silencio, nada… Y, sin embargo, estas tierras vieron a hombres primitivos que levantaron sus piedras al sol en forma de dólmenes, que manifestaron su espiritualidad con pinturas en las cuevas, que construyeron monumentos a sus dioses y acueductos para sus gentes, que elevaron castillos y murallas para defenderse de los invasores árabes o de sus no siempre pacíficos vecinos los españoles.

Hoy, sin embargo, esos vecinos son los mejores y más asiduos visitantes de estas tierras más allá del Tajo (de ahí viene su nombre) que descubren, muchas veces con asombro, sus múltiples bellezas. Vecinos y sin embargo desconocidos, como han vivido durante siglos españoles y portugueses. Sólo una frontera ya inexistente, una “raya” como se la llama desde los dos lados separa/une Extremadura y Alentejo que sin embargo sorprende con su toque particular y distinto. Tal vez porque se ha mantenido al margen de las grandes rutas turísticas de la vieja Iberia y se empeña en conservar esa idea de Portugal alejada del progreso y la modernidad, fiel a sus esencias en las que la fuerza de la tierra marca el tiempo.

Las encinas, los alcornocales y los olivos salpican las tierras rojas de esta zona, sobre las que destacan pintorescos pueblos blancos, sus quintas llenas de encanto y rancio sabor histórico, o con sus pueblos agarrados por las extensas planicies que descubren de vez en cuando monumentos excepcionales.

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