Cruzar el Mediterráneo

Pocos viajes dan la sensación de tanto: 11 días, 2 continentes, 6 puertos históricos y todo un mar, el Nostrum, por delante.

Cubierta del Costa Europa
Cubierta del Costa Europa

A bordo del gigante

Aterrizamos en Milán dirección Savona, el puerto italiano cercano a Génova desde donde zarpa el Costa Europa. Su silueta se ve inmensa desde el muelle, aunque es más pequeño que otros de su categoría. Caben 1.760 personas y alberga 12 pisos, mi camarote está en el seis y la vida social se concentra en el octavo (disco, teatro, bares, casino…)

Me sitúo rápidamente: dos piscinas, gimnasio, spa, tres restaurantes… Hay programadas actividades cada día desde las nueve de la mañana hasta pasada la medianoche (clases de merengue, de italiano, ¡de pasta al pesto!, miniolimpiadas culturales, competiciones deportivas…)

Yo creía que el tema crucero era hamaca, mantita y lectura, y parece que también es el paraíso de los hiperactivos. Tú eliges. Son las cinco de la tarde, partimos, el Mediterráneo es nuestro.

Día 1

NÁPOLES

El barco llega a Nápoles a las 11 de la mañana. Me apunto a una de las excursiones que organiza la tripulación de Costa Cruceros.

La ciudad, desde su puerto, se exhibe como una madonna bella y decadente. Cogemos el Napoli Express y llegamos a Pompeya. No es difícil imaginarse la vida entre estas piedras en el año 79 d.C, cuando el Vesubio la sepultó. Increíbles pormenores como las tiendas de fast food o el prostíbulo (con pinturas tan explícitas como espléndidas) bien valen la visita. Más tarde, Sorrento con sus villas y glamurosas calles, una estampa del clásico cine italiano.

De vuelta a mi camarote, ducha y cena, elijo un buffet de pasta excelente. Luego, música en directo mientras me tomo una copa y, a media noche, disco. Hay que aprovechar, no sea que el volcán despierte de nuevo…

Día 2 y 3

JORNADAS DE NAVEGACIÓN

A las 7:15 transitamos por el Estrecho de Mesina, subo al puente 10: la vista es magnífica. Respiro. Dos días por delante en alta mar hasta Egipto. Corro unas vueltas por cubierta y desayuno.

El equipo de animación ha montado una fiesta en una de las piscinas, así que me voy a la otra en busca de relax. A mediodía elijo el grill, aunque aquí hay comida a toda hora. Ya lo veo: si quiero mantenerme, reservaré algún tratamiento en el beauty salon. Antes de cenar iré al teatro, hoy toca musical. También me invitan a un cóctel de gala con el capitán. Habrá que ponerse el Chanel y los tacones.

Día 4

ALEJANDRÍA

Me llevo esta imagen para siempre: bajo las luces del alba, las torres y cúpulas de Alejandría brillan, enigmáticas, desde el mar. Una vez en tierra, decido viajar en autocar hasta El Cairo, visitar las Pirámides de Gizeh y almorzar sobre el Nilo.

Tres horas de polvorienta carretera me dan una idea del país. Un día intenso en el que se agradece, de vuelta y casi de noche, la comodidad de mi camarote.

Estoy extenuada, así que subo a por una cena rápida en el buffet del puente 11 y, desde su terraza, echo un último vistazo a la majestuosa silueta en sombras de la ciudad. Siento que, aunque ha sido una visita relámpago, ha valido la pena.

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