Las claves para aprender a perdonar

Si eres de las que les cuesta pedir disculpas, los expertos recomiendan ejercitarse con las personas menos allegadas y en situaciones poco comprometidas. Además de seguir unas pautas, tanto para perdonar a los demás como a ti misma.

perdonar
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5 actitudes en positivo

1 Empatía. Supone sentarse en la ‘silla’ de la otra persona. Encontrar las razones de su conducta.

2 Comprensión. No significa que se tenga que coincidir con la conducta del otro ni justificarla.Tan solo no aferrarte a tus rencores.

3 Generosidad. Supone renunciar a la venganza y al odio, pues con ello no nos sentiremos mejor.

4 Humildad. Elegimos liberarnos y estar en paz antes que encastillarnos en tener razón.

5 Tolerancia. Interioriza que, aunque perdonemos, la otra persona es como es y no necesariamente cambiará.

El perdón a una misma

Analiza. Haz un ejercicio de atención consciente y reflexión, y sobre todo, intenta ser ¡objetiva!

Sé amable contigo misma. Toma nota de tus pensamientos y reacciones, pero sin juzgarlas. La hipercrítica hará trizas tu autestima.

Relativiza lo ocurrido. Dale a cada suceso la importancia que se merece.

Una nueva mirada. No puedes cambiar el pasado, pero perdonarte te ayudará a enfrentarte al futuro.

El esfuerzo vale la pena. Te ayudará a conocerte mejor y a liberarte de culpa. Ayuda a conectar contigo y con los demás.

3 pasos para perdonar

1º Distinguir entre los hechos y el dolor que me han provocado. El primer paso es separar la situación que me ha hecho daño (qué ha pasado, qué me molesta tanto…) de la resonancia interior, o sea, del dolor interno que me produce. El objetivo es darse cuenta que el discurso de la razón y lo que siento son dos cosas distintas.

2º Localizar el epicentro del dolor en al zona del cuerpo donde se manifiesta: Registrar su forma, su peso, su intensidad.

3º ‘Abrazar’ el dolor hasta quedarse en paz. Al localizar el epicentro del dolor hay que dejarlo entrar; en lugar de repetirme lo enfadada que estoy, he de intentar abrirme, decir ‘sí’, dejar que se exprese hasta que veamos que esa energía retenida se deshace.

Para comprobar que la práctica ha sido eficaz, hay que visualizar la imagen de lo que nos había causado el daño –la causa objetiva que había que ‘perdonar’– y ver si la paz interior todavía se mantiene cuando recreamos ese momento

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