Los obstáculos de las mujeres en cuanto a salud mental

El 50% de las mujeres españolas considera que su salud mental ha empeorado y la mayoría de ellas lo afronta en soledad. La falta de conciliación real, una mayor necesidad de autocuidados y una medicina basada en los prejuicios son los tres mayores impedimentos para que las mujeres puedan recibir los tratamientos adecuados.

Saud mental ilustración
Saud mental ilustración / Ponomariova_Maria

En la pandemia, todos nos vimos obligados a dar un extra. Pero las mujeres españolas no dieron uno, sino tres y eso ha acabado por afectar a la salud mental femenina. “La conciliación sigue siendo un tema pendiente y la pandemia lo ha visibilizado. Han sido más las mujeres que han tenido que asumir triples jornadas: teletrabajo, cuidados de menores y/o mayores y tareas domésticas. Estas triples jornadas afectan claramente a la salud mental de las mujeres, que pueden presentar diversos síntomas: ansiedad, depresión…”, explica Eva Barrio Iglesias, directora y psicoterapeuta de Nara Psicología.

Formada en diferentes corrientes de psicoterapia –sistemica, gestalt, teorías de apego, psicotrauma, EMDR, psicoanálisis–, Barrios cuenta con amplia experiencia como especialista en adicciones, duelo y violencias machistas. Además, en su práctica incorpora la perspectiva de género, algo imprescindible para los diagnósticos y tratamientos. “Tomar consciencia de que existen diferentes vivencias si te identificas como hombre o cómo mujer, supone poner atención a cuáles son esas diferencias y cómo están afectando a la salud mental de las personas”, subraya.

Salud mental
Salud mental

Durante el último año, el 50% de las mujeres españolas considera que su salud mental ha empeorado, según el estudio 'La hora de cuidarse y respirar’, del Club Malasmadresy DKV Salud. Sin embargo, en el pasado año, solo un 12% de mujeres acudió a consulta por sus problemas de salud mental. Y es que, en este informe se pone de manifiesto que nueve de cada 10 mujeres madres se sienten culpables si se cuidan, lo perciben como una actitud egoísta o un privilegio porque piensan que están quitando tiempo a estar con su familia.

Así, las mujeres acaban afrontando sus problemas solas, automedicándose o buscando vías de escape como el deporte o la meditación en el mejor de los casos. A día de hoy y según este estudio, 7 de cada 10 mujeres se sienten tristes, apáticas o desmotivadas; 5 de cada 10 sufren estrés; 5 de cada 10, ansiedad; 4 de cada 10, insomnio y un 17% asegura haber somatizado sus problemas mentales con erupciones cutáneas y pérdida de cabello.

Además, muchas mujeres se encuentran con prejuicios en las consultas. Como explica Barrio Iglesias, el término histeria, tan vinculado a las problemáticas femeninas por Freud, tiene mucho que ver con ello. Al descubrier que muchos de los problemas mentales de las mujeres tenían que ver con abusos sexuales, para evitar responsabilizar a los hombres, “la teoría fue ‘reformulada’, pasando a considerar que quizás esos testimonios tenían que ver más con la fantasía de las mujeres. Esto aún tiene repercusiones en nuestra sociedad, podemos verlo claramente en el cuestionamiento que se hace sobre la veracidad de los hechos que sufren las víctimas de violencias sexuales, tanto en la infancia como en la edad adulta”, explica.

La falta de autocuidados y una medicina basada en los prejuicios supone un impedimento para que las mujeres puedan recibir los tratamientos adecuados. La falta de conciliación real sería el tercer obstáculo con el que se enfrentan. No en vano, la Organización mundial de la Salud señala que uno de los principales factores de riesgo para sufrir ansiedad y depresión es ser mujer. Que la sociedad y las instituciones pongan el foco en la salud mental de las mujeres es primordial y urgente. Hablamos con la psicóloga Eva Barrio Iglesias de salud mental con perspectiva de género en el Día Mundial de la Salud Mental.

¿Cuidamos mucho las mujeres, pero nos cuidamos menos a nosotras mismas, es la del autocuidado femenino una asignatura pendiente?

La conciliación sigue siendo un tema pendiente. La pandemia lo que ha hecho es visibilizarlo, siendo más las mujeres que han tenido que asumir dobles y triples jornadas(teletrabajo, cuidados de menores o mayores y tareas domésticas). Estas triples jornadas afectan claramente a la salud mental de las mujeres que pueden presentar diversos síntomas: ansiedad, depresión…

En Nara Psicología dais mucha importancia a la psicología con perspectiva de género, ¿por qué es importante, en general en la medicina, y en concreto en la psicología?

Creemos que incorporar la perspectiva de género en la psicoterapia no sólo es necesario sino imprescindible. Incorporar esta mirada implica tratar en género como una de las variables importantes que afectan en nuestra vida. Durante mucho tiempo, las diferentes corrientes que existen dentro de la Psicología han tenido en cuenta distintos factores pero no han analizado las dificultades de las personas en función de los roles y estereotipos de género que existen. Las personas construimos nuestra personalidad e identidad en sociedad, y está construcción es diferente si nos identificamos como hombres o como mujeres. Esta educación y socialización tiene implicaciones en la forma de relacionarnos con las demás personas, en nuestros gustos, en nuestras elecciones. Tomar consciencia de que existen diferentes vivencias si te identificas como hombre o cómo mujer, supone poner atención a cuáles son esas diferencias y cómo están afectando a la salud mental de las personas.

¿Encuentran dificultades añadidas las mujeres para recibir asistencia psicológica?

En nuestra práctica profesional en Nara Psicología, las mujeres solicitan más atención psicológica que los hombres, quizás aquí los roles de género también influyen ya que las mujeres tenemos más interiorizado el poder pedir ayuda. No obstante la dificultad que podemos encontrar con las mujeres para acceder a psicoterapia tiene que ver con los tiempos que destinan para ello, la conciliación y el poder dar prioridad a un espacio propio.

¿Qué daño nos ha hecho y nos hace a las mujeres el estereotipo de la histeria femenina en cuanto a nuestra salud, tanto física como mental?

La histeria femenina fue un término utilizado por la medicina para diagnosticar a mujeres que presentaba diversos síntomas psicosomáticos. Lejos de ser un diagnóstico para poder sanar se convirtió, y se ha convertido, en un término que agrede a las mujeres, las estigmatiza y hace que se invisibilicen sus malestares y el origen de los mismos. Además, desde el punto de vista teórico es importante tener en cuenta de dónde viene el término histeria y como Freud y el psicoanálisis han influido en algunos aspectos. Cuando se comenzó a hablar de este tipo de trastornos de las mujeres, en su origen, se encontró a través de los diálogos en las sesiones que muchos de los síntomas tenían que ver con abusos sexuales. Como, evidentemente, en la sociedad vienesa era impensable plantear una teoría que visibilizara estas agresiones y señalara a los hombres (padres, hermanos, doctores...) como responsables, la teoría fue ‘reformulada’, pasando a considerar que quizás esos testimonios tenían que ver más con la fantasía de las mujeres, es decir, que se lo estaban inventando. Esto tiene repercusiones en nuestra sociedad todavía, y podemos verlo claramente en el cuestionamiento que se hace sobre la veracidad de los hechos que sufren las víctimas de violencias sexuales, tanto en la infancia como en la edad adulta.

En las últimas Olimpiadas, la gimnasta Simone Biles puso en todos los titulares la importancia de cuidar nuestra salud mental. ¿Qué ha simbolizado y qué importancia tiene su mensaje?

Para mí Simone Biles es una mujer muy valiente. Es muy importante lo que ha hecho, visibilizar la importancia de la salud mental para salir del estigma. Por desgracia en esto nos queda mucho camino por andar, todavía a muchas personas les avergüenza decir que están acudiendo a psicoterapia o que están de baja médica por sintomatología relacionada con la salud mental. Cuidar nuestra salud mental es muy importante ya que esta incide directamente en nuestra calidad de vida y en nuestra salud física. Mi opinión es que Simone nos ha abierto un camino y puede ayudar a que muchas personas en su situación se puedan identificar y seguir su ejemplo.

En cuanto a la adolescencia, ¿crees que se acude a consulta a tiempo o tardamos demasiado en tratar los problemas relacionados con la salud mental en esa etapa de la vida?

Con respecto a las personas adolescentes es difícil hacer una afirmación general. Podría decirte las dificultades que nos encontramos en nuestro centro en la psicoterapia con población adolescente: si la demanda parte de la familia y no de la persona adolescente, va a ser muy difícil que podamos trabajar. Es importante que que la demanda de psicoterapia parta de todas las personas de la familia, incluida la adolescente. Hay veces que la sintomatología que presenta la adolescente se lleve presentando desde la infancia, con lo que el trabajo ahí también será más difícil por el tiempo que han tardado en ponerse en tratamiento. También puede ocurrir que la familia no quiera participar en el proceso terapéutico y eso también dificulta el tratamiento ya que, al ser menores, dependen de la familia. Y por último, hay en ocasiones en las que en la valoración diagnóstica vemos que el tratamiento adecuado sería terapia familiar, no individual con la adolescente, y para eso tienen que participar todas las personas que conforman la familia. Es importante no confundir las características propias de la etapa de la adolescencia con sintomatología de salud mental y viceversa.

El riesgo de sufrir violencia machista por parte de la pareja o expareja se multiplica entre dos y cuatro veces cuando se tiene una enfermedad mental. ¿Qué supone el binomio violencia de género y enfermedad mental?

No podemos desligar el impacto que tiene las violencias machistas en la salud mental de las mujeres, con esto quiero decir que tenemos que tratarlo de manera integral, no como síntomas exclusivos de salud mental, sino como derivados del impacto que produce la violencia en las mujeres. Por ejemplo, si acude a nuestra consulta una mujer con sintomatología depresiva tenemos que valorar si este síntoma es derivado de estar sufriendo o haber sufrido algún tipo de violencia machista.

¿Cómo se afronta en tratamiento psicológico de las víctimas de violencia de género?

Para poder atender psicológicamente a víctimas de violencia machista es muy importante que la profesional tenga perspectiva de género y formación en psicotraumatologia. El tratamiento con mujeres víctimas de violencia machista tiene, bajo mi punto de vista, varios aspectos a trabajar. Por un lado, poder explorar como ha sido su socialización como mujer, identificar roles y mandatos de género para poder desarmarlos y poder construir otros nuevos, desmitificar el amor romántico pudiendo identificar todos los mitos con los que hemos construido nuestro modelo de amor, por ejemplo: el amor todo lo puede, en el amor se sufre, los celos son síntomas de amor, etc. Todos estos mitos exponen a las mujeres a mantener relaciones en las que son víctimas de violencia, sin ser capaces de identificar las conductas violentas y estar normalizadas bajo el concepto de amor. Por otro lado, es muy importante trabajar el trauma producido por la violencia. El impacto que esta ha tenido en la salud mental de la mujer víctima. La sintomatología que puede aparecer es muy diversa: ansiedad, depresión, somatizaciones diversas, disociación...

Y por último, ¿qué recomendaciones nos darías para empezar a cuidarnos, a dar la importancia adecuada a la salud mental?

Aquí te diría que no normalicemos síntomas relacionados con la salud mental sin tratarlos de manera profesional y pedir ayuda al inicio de la aparición de los síntomas. Creo que es muy importante que las mujeres podamos disponer de espacios propios. Que podamos llegar a un equilibrio entre los cuidados y el autocuidado. Que nos ‘desculpabilicemos’ por darnos prioridad y ponernos en el centro. También ayuda mucho el disponer de espacios grupales con otras mujeres en los que poder compartir nuestros malestares de género.

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