Patricia López Arnáiz, nominada al Goya a mejor actriz: "Me gustaría que todos los personajes fueran feministas"

Tras llevarse el Premio Forqué a mejor actriz por ‘Ane’, la intérprete vasca aparece en todas las quinielas ganadoras a los Feroz y los Goya. Ella se abstrae de la presión rodando en los Pirineos con Javier Rey.

 

La actriz Patricia López Arnáiz.
La actriz Patricia López Arnáiz. / Xavier Torres-Bacchetta

En los pasados Premios Forqué, se murmuraba sobre una clara favorita a mejor actriz, Patricia López Arnáiz (Vitoria, 1981). Los presagios se cumplieron y la intérprete se llevó el galardón por su protagonista en 'Ane', de David Pérez Sañudo. Cuando subió al escenario lo hizo incrédula, agradecida y muy nerviosa. Se la veía honesta y sincera. Tanto como cada uno de los personajes a los que ha dado vida en su carrera. Esa es la marca de su trabajo, una naturalidad y una verdad que hacen que te la creas, sea de lo que sea. La interprete está, además, nominada a los Premios Forqué y a los Goya. Y en los ambientes cinematográficos, todos apuestan porque este es su año.

Como actriz, Patricia López Arnáiz ya nos enamoró como Teresa Blanco, una de las profesoras feministas de la serie de televisión ‘La otra mirada’, o como otra Teresa, apellidada Pinelo, en ‘La peste’, pero sin duda es en ‘Ane’, una película vasca de bajo presupuesto que llega a los Premios Goya con cinco nominaciones -Mejor Película, Dirección Novel, Actriz, Actriz Revelación y Guion Adaptado- en la que ha dejado boquiabiertos a la crítica y a todos los espectadores que han visto el filme. Además, la actriz está nominada a mejor intérprete en los Premios Feroz, cuya entrega se ha retrasado al 2 de marzo, casi pegados a los Goya que se darán el 6 de ese mes.

Sin duda, Patricia López Arnáiz es el rostro, el corazón y el alma de la película 'Áne', en la que realiza un verdadero ‘tour de force’ al interpretar a Lide, una mujer, según sus palabras, “descarada y áspera, a la que parece que le da igual la mirada del otro, que es irreverente y parece super fuerte, pero en el fondo lo que esconde es una historia dura, la de alguien que ha sido madre con 17 años”. La hija de Lide, Ane, ha desaparecido y, en su búsqueda, descubriremos las dificultades de criar prácticamente sola a una hija adolescente. La cosa se complica porque, además, esa hija es una activista medioambiental adolescente. Estamos en Vitoria, año 2009 y la película es un viaje en torno a la, en ocasiones tan compleja, relación de una madre y su hija.

Para evitar la locura que se ha desatado en torno a sus candidaturas, la actriz ha encontrado el refugio perfecto: los Pirineos, donde se encuentra de rodaje con Javier Rey, coprotagonista con ella de ‘La cima’, la próxima película de Ibon Cormenzana. Hablamos con ella en un descanso del rodaje. Estar en el monte hace que se sienta a salvo de las presiones de partir como favorita, algo en lo que sigue sin confiar. “Me pillas rodando en en plena naturaleza, bastante aislada del mundo”, cuenta por teléfono, “estamos a tope, así que no me está dando tiempo a fantasear demasiado. Gracias al trabajo no tengo tiempo ni de proyectar. Seguramente cuando llegue el día de los Goya, al levantarme esa mañana me pondré nerviosa, pero mejor en el último momento. El hecho objetivo es que comparto nominación con tres actrices enormes, Kiti Manver, Candela Peña y Amaya Aberasturi”.

¿Cómo definirías a tu personaje, Lide, y desde dónde trabajaste a esta madre coraje tan peculiar?

Creo que es un personaje que está bastante claro por guion. Lide es esta mujer tan descarada y áspera, a la que parece que le da igual la mirada del otro. Parece irreverente y super fuerte, pero en el fondo esconde una historia dura, la de alguien que ha sido madre con 17 años. A Lide se le ha quedado pendiente vivir la juventud. Yo pensaba que eso te puede hacer madurar antes de tiempo, pero en su caso es algo que queda pendiente. La vemos que se va de fiesta, liga con chicos jóvenes y tiene como una actitud rebelde que parece más propia de otra edad. Pero, al mismo tiempo, es una madre que es como una osa con su osezna. Tiene un vínculo super fuerte con su niña, a la que le ha entregado tanto, aunque tengan dificultades y vicios en la comunicación. Esas cosas tan de las familias, lo de la confianza que da asco y llegas a tratarte mal…

Todo ocurre en un momento ya complejo de por sí, la adolescencia.

Claro. La historia está muy bien montada. Lide explota. Me gusta mucho la escena en el coche, cuando al fin confiesa lo que le pasa a ella por dentro, rompe y se ve toda su vulnerabilidad y es cuando puedes empatizar con ella, con un personaje que de primeras parece arisco y cuesta entender. Yo la comprendí super bien y es bonito ver como aprende a intentar ser mejor madre. Gracias a que abre los ojos e intenta ver quién es su hija, acaba conociéndose a sí misma. Es un juego de espejos precioso.

Menudo viaje es la película. Una madre, y también un padre, que no conocen a su hija o no la aceptan…

Es muy bonito ese viaje. Cuando empieza a buscar a su hija y se da cuenta de que no la conoce, está en la queja y en la fórmula viciada de esa relación, pero cuando empieza a querer conocer a su hija, también se empieza a ver a sí misma de otra manera. Ella nunca ha reconocido sus heridas, ha tirado del carro siempre y se ha hecho fuerte así, pero al mirar a su hija, a esa mujer adolescente, aprende de sí misma, conecta y se abre. El guion me parece muy coherente con lo que cuenta.

'Ane' está grabada en Vitoria-Gasteiz, donde la ciudad casi forma parte de la historia. ¿Qué nos contarías de ese vínculo?

Hay dos barrios protagonistas en la película, el de Arana y Errekaleor. Arana es un barrio obrero cerca del centro de Vitoria, al que mucha gente llegó a trabajar en la industria desde fuera del País Vasco y tiene mucho ese aroma, es muy callejero. Yo trabajé allí de camarera hace muchos años. Está lleno de grafitis, bares de toda la vida, tiendas de ‘tatus’… La gente se encuentra en las calles. Y luego está Errekaleor, un barrio que se conformó para acoger a familias obreras. Está pegado a Vitoria, casi es un pueblo, y es un lugar autogestionado por gente joven. Lo vaciaron para demolerlo y construir edificios modernos, pero la gente joven plantó huertos, han puesto paneles solares, hacen talleres abiertos para el vecindario, tienen gallinas… Es muy bonito de ver, los edificios tienen unos murales preciosos de artistas urbanos internacionales. Es un lugar muy especial.

La película habla de Euskadi, en 2009, una época de fuertes protestas contra las obras del Tren de Alta Velocidad (TAV)...

Todo gira entorno al Tren de Alta Velocidad, para construirlo tenía que pasar por zonas naturales, pueblos y comunidades. El movimiento de protesta era básicamente ecologista. En Euskal Herria siempre ha habido un gran amor por la montaña, a la gente le gusta mucho la naturaleza y por eso creo que hay una gran conciencia ecologista. Se creó un movimiento muy potente.

Pero en ‘Ane’ no se cuenta tanto ese movimiento de protesta, ni siquiera de una forma política, como estamos acostumbrados, sino que se pone el foco en la parte humana, en cómo afecta a una familia. ¿Es ese el secreto de la cercanía de la película?

Totalmente. Este es un mérito de la escritura. Muchas veces queremos contar el conflicto vasco y nos quedamos en la superficie. A mi, como lectora o espectadora, me interesa que me cuenten las cosas desde el punto de vista humano. En ‘Ane’ el relato del conflicto lo invade todo, está todo el rato ahí porque era lo que se estaba viviendo, pero no ponemos el foco ahí porque no era lo que íbamos a contar. David [Pérez Sañudo] y Marina [Parés] son muy sutiles contando y logran acercarse a un relato más realista y, sobre todo, más humano. Hacen que lo sientas como dices tú, más real.

‘Ane’ tiene cinco nominaciones a los Goya, entre ellas a Mejor Película y Mejor Actriz. Partes como favorita, tras ganar el Forqué. ¿Cómo llevas eso?

Lo de favoritos es algo que ni me planteo. Me pillas rodando en los Pirineos, bastante aislados del mundo. Estoy con Javier Rey haciendo una película de Ibon Comerzana, 'La cima'. Solo hay un par de personajes, así que rodamos todos los días, todo el rato. Estamos a tope, así que no me está dando tiempo a fantasear demasiado. El fin de semana tras el Forqué, y luego tras la nominaciones, ha sido una locura, es verdad, adrenalina, endorfinas y de todo. Estamos celebrando de continuo y se retroalimenta, pero gracias al trabajo no tengo tiempo de proyectar. Seguramente, cuando llegue el día de los Goya, al levantarme esa mañana me pondré nerviosa, pero mejor que pase en el último momento. El hecho objetivo es que comparto nominación con tres actrices enormes, Kiti Manver, Candela Peña y Amaya Aberasturi.

La película sufrió mucho en su estreno con las restricciones de la pandemia. ¿Crees que los premios que se está llevando y los futuros Goya pueden darle un necesario empujón?

A mi me encantaría por la ‘peli’, creo que merece ser vista, merece otra oportunidad. Nos pilló un momento complicado en el que empezaban otra vez los cierres de salas y el miedo y todo. Pero ahora creo que las cinco nominaciones le han echado un cable a la película para que pueda verse. Y ojalá se pueda volver a los cines.

Te vimos muy emocionada al recoger el Premio Forqué 2021 a Mejor Interpretación Femenina por 'Ane'. ¿Te has visto luego? ¿Qué te da por pensar?

Sí que he visto el vídeo. Lo que más me pesó es que olvidé dar las gracias a Katixa Silva. Cuando escuché mi nombre me puse muy nerviosa, estaba muy emocionada y me pica no haber hablado de ella, que es la productora ejecutiva de ‘Ane’ y ha hecho un trabajo de jabata increíble. Por lo demás, no me castigo. Otras veces me veo y no me gusto, pero esta vez me veo muy feliz y natural, como soy. Es tan fuerte lo que viví... Nunca me habían nominado y, encima, lo gano. Estaban ahí mis amigos, mi gente. El momento de ganar es brutal, como fuegos artificiales que explotan dentro de tu cuerpo.

Si cae el Goya, ¿estarás menos nerviosa ahora que han confirmado que los nominados estaréis conectados desde vuestras casas? ¿Vas a preparar el discurso?

Pues creo que da más miedo el subir arriba que todo lo demás. Si estás en tu casa, lo celebras y creo que será diferente. En las galas, por mucho que lo intelectualices, el momento es brutal. En los Forqué, me preparé un poco por si acaso, pero luego olvidé todo. Creo que sí que es bueno tener algo preparado porque, si no, los nervios y la emoción te pueden llevar a cualquier sitio.

'La mayor suerte para una actriz es que te llegue un gran guión a tus manos’, dijiste al recoger el premio Forqué. Y en este rato de charla has dejado muy claro lo fan que eres del guion de ‘Ane’. ¿Qué te parecen los papeles que llegan a las actrices, hemos logrado la igualdad en papeles potentes?

No se cómo va la proporción, lo que sí tengo claro es que estoy viendo un empuje muy fuerte a los personajes femeninos. Creo que tiene que ver con que se de espacio y se apoyen los proyectos de guionistas y directoras mujeres. Hay muchos proyectos muy interesantes de gente joven en los que, por primera vez, estamos empezando a ver más mujeres que hombres al frente. Que nos hablan de historias desde el punto de vista de una mujer, que empiezan a construir otros relatos, muy necesarios y enriquecedores. Estamos viviendo un momento muy bueno. Mira Pilar Palomero con ‘Las niñas’, hace unos años ‘Verano del 93’ de Carla Simón, Lara Izaguirre… Por nombrar solo a algunas.

Este año, además, al fin hay paridad en los nominados a dirección en los Goya, donde hay un 41% de presencia femenina.

Al fin. Es importante que haya mujeres en todas las categorías y es fundamental que empiecen a contar las historias mujeres. Creo que es el momento para ello.

Estudiaste Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad del País Vasco. ¿Cuándo nace tu pasión por la interpretación?

Cuando acabé la carrera, con unos 24 años o así, no tenía ningún interés en trabajar en Publicidad y Relaciones Públicas, no me interesaba en absoluto. Así que me quedé como suspendida en la nada, tras toda la vida estudiando. Era una sensación muy rara. No conoces el mercado laboral, no sabes de qué va la vaina, ni estás amarrada a nada… En el fondo, creo que fue algo bueno que me pasó. Tuve un lapso y realicé una búsqueda más personal. Sentía que tenía algo que quería sacar, pero no sabía bien qué. Una inquietud. Desde chavala había probado muchas cosas que me divertían, pintar, cantar, toca un poco la guitarra, fotografía… Pero ninguna me enganchaba. Necesitaba encontrar un medio para expresarme. Me acuerdo mogollón de la primera clase del teatro, cuando te presentas. Yo había leído ‘Las voces del desierto’, una historia de una médica que había trabajado con los aborígenes australianos y me había llamado la atención que son ellos quienes, tras vivir y saber quienes son, se ponen su propio nombre. Y yo, al presentarme a aquella clase de interpretación, dije: estoy buscando mi verdadero nombre. Creo que esta profesión te permite expresarte y sentirte más tú, ese fue mi gran descubrimiento del teatro. Desde el día uno, supe que era un medio que me hacía sentirme muy bien, me daba voz y me permitía ser.

¿Hay algún casting que recuerdes especialmente?

El de ‘Mientras dure la guerra’, de Alejandro Amenábar. Lo hacían Yolanda Serrano y Eva Leyra, que son muy buenas y te ponen a currar, lo que se agradece mucho. Aquel día, me dieron el texto unos minutos ante. Correspondía al momento en que María, la hija de Unamuno, le pedía que se quedara y él le decía que se iba por ella. Era super conmovedor, a los dos minutos de leerlo ya se me escapaban las lágrimas, no podía sujetarlas y rodamos de inmediato. Fue una de esas pruebas que te hacen crecer. Pero no siempre es así, hay veces que en vez de ayudarte, hacen lo contrario, te ponen más nerviosa. Me parece poco inteligente. Un casting no debería de ser un examen, sino una parte más del trabajo. Yo he hecho alguno en el que me sentía tan violenta que lo único que quería era irme de allí.

Entre tus papeles, has sido Teresa Blanco, una de nuestras queridas profesoras de la serie ‘La otra mirada’. ¿Qué ha supuesto esa serie para ti?

Ha sido mi primera protagonista en 'tele', porque Teresa de ‘La peste’, aunque fuera protagonista, era más coral. ‘La otra mirada’ fue un intensivo brutal. Por un lado, la popularidad. Si alguien me conoce en la calle, que es raro, suele ser por esta serie. Me dio mucha visibilidad y mucha gente a la que le gusta. Me dio un Premio Ondas que fue una pasada y mucho aprendizaje, muchas tablas. Fue duro pero fue muy bonito.

¿Tiene algún plus que te toque interpretar a un personaje feminista?

En el caso de Teresa Blanco su feminismo es muy manifiesto, muy dicho en boca, ella es activista. Pero a mí me gustaría que los personajes fueran feministas de base, porque lo que me gustaría es que todo el relato fuera feminista. No solo como vengo a contaros la lucha de las mujeres, sino en plan vengo a contaros que he perdido un perro y que esa historia tuviera una mirada feminista. Me interesa que el mundo tenga esa mirada feminista, no solo un determinado personaje. Me encantaría que pudiera dejar de ser una lucha porque ya fuera una forma extendida de ver la vida. A mí me gustaría que se me viera como un ser humano sin importar mi sexo, pero de momento no es así.

¿Qué tipo de personajes te atraen? ¿Qué sueñas con interpretar?

Me atraen los personajes complejos, reales. Los que están bien escritos. Los que tienen entidad propia, independientemente de si son protagonistas o no. Y me gusta innovar, ponerme a prueba con nuevos retos. Me gustaría probar de todo. He estado mucho en personajes heroicos, pero luego me entró hambre de hacer personajes decrépitos, como más imperfectos, y llegó Lide, que es mi pequeño Frankenstein, que por momentos es un monstruo. Me gustó mucho trabajar eso. No tengo un sueño concreto, pero ojalá pueda hacer cosas muy diferentes y experimentar mucho para mutar.

¿Se te quedan cosas de los personajes?

Me encantaría que se me quedarán [risas]. Me pasaba con Teresa Pinelo de ‘La peste’, me tenía que poner en lugares muy de poder y me encantaba. Pero son ideas románticas. Los que te quedan de los personajes es lo que ya eres y quizá una memoria de lo que aprendes de ellos. ¿Cuánto aprende tu memoria de lo que es ficción y lo que es real?

¿Cómo es un día de tu vida, un día sin rodajes?

Es maravilloso. Yo vivo en un pueblo en una casa que me gusta mucho, con unas vistas muy bonitas. Me despierto y lo primero que hago es sacar a las gallinas y a los perros. Luego desayuno mirando la montaña. Siempre hay cosas que hacer en casa, salgo mucho a caminar, o subo a Vitoria a dar un paseo. Tengo una vida muy tranquila, con días muy solitarios, otros disfruto con mi familia, amigos, mi chico… Dudaba si podría vivir así o sería necesario estar en la ciudad para poder estar cerca del trabajo. Pero al final es un regalo cuando acabo los rodajes poder disfrutar de la naturaleza. Allí me reconecto conmigo y encuentro mi equilibro.

¿En qué proyectos andas que nos puedas contar?

Estoy rodando 'La cima', mi personaje, Jone, es una alpinista profesional que ha hecho los 14 ochomiles y está en un refugio del Annapurna y Javier Rey es un novato que está empezando en la montaña. Es una historia de compañerismo y de superación. Aparte, se ha quedado en un pequeño paréntesis la serie ‘Feria’, que empecé a rodar en noviembre para Netflix y ahora la retomo en febrero. Todo lo que me está pasando con ‘Ane’ es muy estimulante y, mientras tanto, estamos rodando Javier y yo a tope, así que no me está dando tiempo para mucho más. Imagino que, en un año tan duro, todo esto es un regalo. Totalmente. Estoy teniendo suerte y no me puedo quejar, tal y como está el mundo.

DE MODA Y BELLEZA

En la gala de los Premios Forqué te vimos con un vestido de Teresa Helbig. ¿Cómo haces para elegir el vestido en alfombras rojas?

Pues mi estilista es José Herrera y me fío totalmente de él. Hace muy bien su trabajo, me conoce y siempre trae opciones que me gustan, con las que me siento cómoda. En el caso de los Forqué estuve trabajando inmersa en esta historia en la montaña hasta el día antes, así que imagínate. El propio sábado de los premios llegué a Madrid a comer. Por la tarde vino José al hotel con Samuel, me trajeron las opciones de vestuario y enseguida me decidí. Solemos verlo claro en cuanto me pruebo porque, como te digo, él me conoce muy bien.

Decía justo tu estilista, José Herrera, de ti que tienes “un estilo ecléctico, puede ser romántica o naif, o puede tener un punto masculino y moderno. Es ante todo es sencilla y muy natural”. ¿Cómo definirías tu estilo?

¿Ves? ¡Me conoce super bien! El estilo masculino es en el que más cómoda me siento, pero luego digo, a ver si me voy a perder algo loco, extraño o más moderno. O, de repente, algo romántico. Me visto según me encuentro con la ropa y me gusta probar.

¿Hay alguna prenda que no te pondrías?

Pues no lo se. Igual una falda super mini… Pero luego igual me trae José una mini, me la pruebo y me la pongo [risas]. No tengo mucho contacto con la moda, así que no tengo un criterio muy claro. Es más verme con ello puesto.

¿Tienes alguna rutina de belleza?

Soy un desastre. Ahora estoy usando una crema facial que hace mi vecina con productos naturales.

¿Qué no puede faltar en tu neceser de productos de belleza?

No tengo neceser de productos de belleza. Llevo cepillo de dientes y pasta, una pinza para quitar algún pelo rebelde, mi crema hidratante y mi piedra de sal como desodorante. Luego tengo un neceser pequeñito con productos de maquillaje, que me he ido comprando desde que empecé a trabajar porque a veces necesito maquillarme y, para lo que yo era, ahora tengo un montón de cosas en él.

Y con el maquillaje, ¿qué te gusta destacar más de tu rostro?

Yo tengo la piel un poco rebelde así que me gusta que se vea bonita. Hace muchos años, cuando me maquillaba yo para salir de noche, me gustaba elegir. Un día era labios, rojos con un poquito de rímel en los ojos, y otras veces al revés. En general me cuesta mucho verme maquillada. Como todo el rato cambias de persona que te maquille, a veces me veo muy elaborada. Me gusta cuando me maquillan en el trabajo. Por ejemplo, cuando me maquillaba Yolanda Piña en ‘La peste’, que como era de época hacía un maquillaje muy natural, que no parecía maquillada. Se veía la piel bonita, pero no elaborada. Me gusta cuando me veo yo, cuando veo mi cara. El menos es más.

¿Algún truco o consejo de belleza?

Quererte. Hay que aprender, ese es nuestro viaje para toda la vida. Al menos intentarlo.

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