Un viaje rumbo a la emoción con 'La niña alemana'

El cubano afincado en Nueva York, Armando Lucas Correa, recupera la desconocida historia del barco St. Louis, cargado de judíos en pleno holocausto, en la bella novela “La niña alemana”.

La niña alemana
La niña alemana / Ed. B

 En 1939, un transatlántico lleno de judíos huidos de la Alemania nazi, el St. Louis, llegaba a Cuba en balde: el gobierno se desentendió de casi todos ellos. EE.UU. y Canadá también se negaron a su desembarco, con un resultado trágico para muchos de ellos. Armando Lucas Correa, editor de la revista hispana más famosa en USA, “People en Español”, toma ese hecho histórico para fraguar una novela rebosante de emociones: “La niña alemana” (Ed. B). 

¿Cómo se desencadena la escritura de este libro? 

Tendría diez años cuando mi abuela me habló del St. Louis. Decía que Cuba iba a pagar bien caro por lo que hizo a los refugiados judíos. Desde entonces, ese suceso ha estado en mi mente. 

¿Por qué es tan poco conocido este hecho? 

Porque nos da vergüenza. Tanto Cuba como Estados Unidos y Canadá tenemos una responsabilidad histórica como naciones y preferimos olvidar, apartar lo que nos avergüenza. 

Armando Lucas Correa
Armando Lucas Correa / D.R.

¿Los personajes son ficticios? 

Mis hijos fueron la inspiración para Hannah y Anna: mi hija Emma, de once años, le dio voz a esos personajes e incluso mi hija pequeña se llama Anna. Entrevisté a supervivientes tras terminar la novela, porque quería que fuera mi visión de un hecho que me marcó a mí desde niño.

Fíjese ahora en Siria… ¿No aprendemos las lecciones? 

No estamos preparados para aceptar al otro, al diferente, al que alaba a otro Dios, al refugiado. A veces, pienso que es parte de la condición humana. Actuamos igual: mirando para otro lado. Lo más triste es que, en esencia, todos somos refugiados.

Muchos pasajes suceden en Cuba, ¿cómo ve su aperturismo? 

Los Castro siguen en el poder... La apertura es relativa. La habrá el día en que haya elecciones libres, en que la disidencia no sea aplastada. Pero todo cuenta.

Su obra pide un guion de cine...

En eso estoy trabajando. Mi formación es dramatúrgica, por eso concibo las escenas como una obra de teatro. En el papel de Alma imagino a Julianne Moore y, de anciana, a Vanessa Redgrave. Sueño en grande, ¿no?

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