Tadea Lizarbe se cuela en el Premio Planeta

La joven navarra, autora de esta novela que aúna romance e intriga, editada por Ediciones B, nos cuenta su experiencia en la gala.

Tadea Lizarbe se cuela en el Premio Planeta

La joven navarra, autora de esta novela que aúna romance e intriga, editada por Ediciones B, nos cuenta su experiencia en la gala.

Es su primer libro, sí. Y con él, la joven navarra consiguió colarse entre las 10 finalistas de la última edición del Premio Planeta, el más prestigioso del país. Tadea nos cuenta, en exclusiva, cómo logró colarse en la gala, con su flamante libro "Comiendo Sonrisas" (Ediciones B), bajo el brazo. Atenta...

“¿Un canapé? ¿Una copa de cava?” Tenía el estómago cerrado y rechacé la invitación mientras miraba alrededor. A la nueve de la noche, todos los invitados estábamos fuera del salón, en el cóctel previo a la gala. Desprendíamos una extraña luminosidad causada por la radiación del Photocall previo. Aunque allí todos parecían estar acostumbrados.

Me pregunté a mi misma: ¿Cómo será la sala que acoge la gala antes de que nadie haya llegado? Me la imaginaba desierta, en silencio, preparada para dar entrada a todos los comensales. Esperando a que el nerviosismo, la excitación, la experiencia, las grandes ideas que vuelan sobre los escritores y sabios presentes entraran a ocupar su espacio. Recogí el sobre que nos invitaba, a mi pareja y a mí, a pasar a aquella expectante sala, a la noche del Planeta. Rocé el contorno de mi nombre con la yema de los dedos. Como si necesitara no solo la vista para confirmar que realmente estaba allí sino también el tacto.

¿Cómo será la sala de gala cuando Artur Mas, Ana Pastor y Jose Manuel Lara Bosch se coloquen en la mesa presidencial? Cuando Clara Sánchez, Maxim Huerta, Espido Freire, Lorenzo Silva, Javier Sierra, Dolores Redondo, Marta Robles, Juan José Millas, María Dueñas, Nativel Preciado, Lucia Etxebarria… y los demás finalistas se sienten en ella? ¿Cuando Raquel Sánchez Silva, Risto Mejide, Ángeles González-Sinde y Gloria Lomana entren dicharacheros hacia sus asientos? ¿Cómo será el momento en que Karlos Arguiñano cate el menú?

Alrededor todos se movían con soltura. Llevando luces de cámaras sobre sus rostros, flashes sobre sus hombros y micrófonos en sus sonrisas. Cada uno con sus historias públicas. Repitiendo poses que controlaban a las mil maravillas. Las mujeres con impresionantes vestidos y los hombres con las manos dentro de los bolsillos de sus trajes. Parecía que un glamuroso blues acompañaba la escena.

Mi novela, Comiendo Sonrisas a Solas, había sido seleccionada como finalista del premio Planeta. En honor a Eloísa y a Alona, las dos protagonistas de mi historia que tantas horas me han acompañado y por las que, al fin y al cabo, me encontraba en aquel lugar, acepté una copa de cava justo antes de que las puertas del comedor se abrieran de par en par. Eloísa habría caminado hacia allí sobre unos tacones granates, con cierta inseguridad, como una malabarista sobre la cuerda. Con miedo a caer y creyendo ser una intrusa en aquel lugar: se colaría en la gala del premio Planeta. Alona se habría puesto su vestido de color crema, una vestimenta de principios del siglo XIX. Remangándose el vestido, habría dado unos tenaces y decididos pasos. Dispuesta a mostrarse sin complejos, sabiéndose merecedora de disfrutar aquel momento.

Nos sentamos en una de aquellas mesas redondas y de mantel blanco acompañados por otros cinco finalistas del premio. Junto con el menú había un panfleto. Se podía leer el nombre de las diez novelas convocadas al premio y una “quiniela” que ofrecía a toda aquella sala la opción de hacer apuestas sobre los resultados. Era la más joven de aquel lugar y, rápidamente, quise inventar más protagonistas de novela que me ayudaran a procesar aquella situación. Ejemplos de personalidades y actitudes que yo podía adoptar. De experiencias como aquella, se puede sacar mucho jugo.

Una vez el camarero colocó el primer plato sobre el mantel, un 15 de octubre de 2014, las luces del Palacio de Congresos de Cataluña se apagaron y en la oscuridad, como si la sala perdiese su protagonismo, comenzaron las votaciones del jurado. Alberto Blecua, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Emili Rosales se escondían tras una pantalla para ello.

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