Estas son las razones por las que deberías estar viendo ya ‘The shrink next door’, con Paul Rudd y Will Ferrell

‘The shrink next door’ (Apple TV), con Paul Rudd, Will Ferrer y Kathryn Hahn, es una tragicomedia sobre el poder de la mente… Es decir, el poder que puede adquirir sobre nosotros alguien que sabe cómo nos funcionan los engranajes del cerebro. ¿Por qué nadie nos había dicho que el psiquiatra es el mejor villano posible? 

Paul Rudd y Will Ferrell en la serie 'The shrink next door' (Apple TV)

Paul Rudd y Will Ferrell en la serie 'The shrink next door' (Apple TV)

/ Apple TV

Hay cinco razones para engancharse a los ocho episodios de ‘The shrink next door’ (Apple TV, ya en emisión): 1. Ver a Paul Rudd, el buen chaval por antonomasia, encarnando a un villano. 2. Verle junto a Will Ferrell, su pareja de risas habitual (véase la saga de Ron Burgundy para más datos), enzarzados en una preciosa relación tóxica que recorre océanos de tiempo antes de llegar a su fin. 3. Descubrir que tal relación es la historia real de un hombre que pasó 27 años controlado por su psiquiatra (historia que ya se había viralizado vía podcast). 4. Disfrutar de nuevo de Kathryn Hahn, esa estrellaza a la que el gran público descubrió con ‘La visión y la bruja escarlata’. Y 5. Las risas horrorizadas que irás lanzando en el camino. Pero vayamos poco a poco.

Will Ferrell y Paul Rudd, en la serie 'The shrink next door' (Apple TV)

Will Ferrell y Paul Rudd, en la serie 'The shrink next door' (Apple TV)

/ Apple TV

‘The shrink next door’ es, en efecto, una historia real: la de Martin Markowitz, un multimillonario de alma candorosa al que su hermana esperaba ayudar recomendándole que acudiera al 'psiquiatra de los famosos', Ike Herschkopf (entre sus pacientes estaban Gwyneth Paltrow y O.J. Simpson, algo que en retrospectiva debería hacernos reflexionar). Marty le hizo caso… y creyó encontrar en Ike un sabio consejero y un amigo fiel. Tanto que lo hizo cotitular de una cuenta en suiza, le nombró heredero de una de sus mansiones, lo nombró presidente de la empresa familiar y, por si no os ha quedado claro, le entregó las riendas de su vida y sus posesiones. Hasta tal punto llegó el asunto que los invitados del psiquiatra creían que Marty, ese tipo afable que les servía las bebidas, era un camarero contratado en lugar del dueño de la casa. El millonario acabó dándose cuenta de que se estaban aprovechando de él, aunque le llevó un ratito. En concreto, 27 años. Entonces denunció a Marty, el juicio tuvo gran repercusión mediática y el periodista Joe Nocera creó un podcast sobre la historia, titulado 'The shrink next door' (el psiquiatra de al lado). La serie, por supuesto, era el siguiente paso.

Una serie como ‘The shrink next door’, que transita la tragedia y la comedia (a veces en la misma escena), necesita actores capaces de trabajar para ambos bando, y por eso uno de sus mayores atractivos está en ver a actores generalmente cómicos como Rudd y Ferrell comprometidos hasta la muerte con el registro tragicómico. Paul Rudd ha construido toda una carrera en torno a su cara de buen chaval, desde que lo conocimos en ‘Friends’ hasta sus últimos blockbusters a bordo de la franquicia ‘Vengadores’. Su único personaje malvado hasta el momento ha sido en la desconocida ‘Mute’ (bueno, y en ‘Parks y recreations’, si nos ponemos preciosistas). Sus fans tenían tantas ganas de verle encarnar a un villano como… bueno, suponemos que como el mismo Rudd, que se ha manifestado encantado de poder poner, por una vez, su encanto personal al servicio del mal.

Will Ferrell tiene más currículum de mandíbulas tensas y monólogos intensos (‘Más extraño que la ficción’, ‘Everything must go’), aunque en nuestra memoria sentimental cualquier papel dramático suyo se ve eclipsado por sus intervenciones en ‘Zoolander’, ‘Elf’ o, más recientemente, ‘Eurovisión’. La química es innegable entre Rudd y Ferrell (amigos y compañeros habituales de pantalla), y contribuye al magnetismo malrollista de su dinámica el que la guionista de la serie, Georgia Pritchett, haya escrito la trama como una historia de (mal) amor.

El tercer vértice humano (y otra poderosa razón para engancharte a la serie) es Kathryn Hahn, la actriz que encarna a la combativa hermana de Marty, que es a la vez la persona que le recomienda ir al psiquiatra y la principal expulsada de ese universo para dos que Ike construye con Marty como rehén. Puede que te suene su rostro: además de despertar pasiones con su Agatha Harkness en ‘La Visión y la bruja Escarlata’, la hemos visto en series como ‘Transparent’ o ‘I love Dick’.

A este cóctel hay que añadirle el indudable atractivo de ser una historia tan calentita, tan calentita… que está inconclusa. En abril, los tribunales le retiraron la licencia al doctor Herschkopf y le declararon culpable de varios cargos relacionados con la mala praxis de la psiquiatría; pero Herschkopf asegura que recurrirá. ¿Veremos una segunda temporada desde el punto de vista del terapeuta que sigue asegurando que fue el mejor amigo (si no algo más) de Marty? El tiempo lo dirá.

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