El secreto para educar niños felices

La pedagoga Nora Rodríguez explica en ‘Neuroeducación para padres’ las claves para ayudar a desarrollar las capacidades de los niños haciéndoles, al mismo tiempo, sentirse mejor.

Neuroeducación
Neuroeducación / Nora Rodríguez

Cuántas veces lo hemos escuchado y cuántas lo hemos repetido. ‘Soy mala en Matemáticas’, ‘la Química (o la Historia, la Lengua o la Literatura…) se me da fatal’. No es cierto pero son ideas erróneas que nos inculcan desde muy pequeños y que se quedan como lapas pegadas en nuestro pensamiento. Sin embargo, en realidad, el cerebro tiene una asombrosa plasticidad y, gracias a ella, el ser humano (cualquiera de nosotros) puede romper sus propios límites. La Neurociencia aplicada a la educación trata precisamente de eso, de conectar con tu cerebro y conseguir que los niños se den cuenta de que “ellos tienen el control y ningún fallo escolar es definitivo”, explica Nora Rodríguez, escritora, ensayista y pedagoga que acaba de publicar el libro ‘Neuroeducación para padres’ (Ediciones B). Este útil manual ayuda a entender cómo y por qué se puede ayudar a los peques a desarrollar su capacidad cerebral y, con ella, su creatividad, sus talentos e, incluso, su felicidad. ¿Cómo? Por ejemplo explicándoles cómo es y cómo funciona su cerebro. Sí, el de los niños. Defensora de este revolucionario sistema educativo en el que la implicación de los progenitores es muy importante, Nora Rodriguez, además, dirige el proyecto Happy Schools Institute, cuyo objetivo es educar en la felicidad ayudando a los niños y adolescentes a desarrollar a empatía, la cooperación, el cuidado, el optimismo social, la amabilidad y el autoconocimiento… En las escuelas donde se desarrolla, los profesores conectan mejor con los estudiantes, baja el nivel de estrés escolar y los episodios de acoso escolar, se previene el ‘cíberbullying, la relaciones entre compañeros mejoran, así como los resultados académicos y, sobre todo, los alumnos se sienten mejor.

1. ¿Qué es la Neuroeducación? ¿Qué pueden enseñar los padres y madres a sus hijos en cuanto a neuroeducación y por qué es importante hacerlo?

La neuroeducación consiste en integrar las investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro en tiempo real, con otras área como la biología, la genética, la psicología, la antropología, la pedagogía, o la epistemología genética. Esto permite por primera vez en la historia de la humanidad educar de manera más efectiva, tanto lo creativo como lo ejecutivo, en una revolución educativa sin precedentes. Hoy los padres pueden sintonizar mejor con sus hijos no sólo a nivel afectivo, sino también educativo y práctico. Les pueden enseñar mejor que nunca a poner en marcha su potencial, teniendo en cuenta que cada niño es diferente, también, en su modo de aprender.

2. ¿Por qué es importante que se impliquen los padres en la educación escolar? ¿Cómo deben hacerlo y hasta qué punto?

Comprendiendo algunos aspectos de neuroeducación, los padres pueden funcionar como los mejores mentores de los hijos, alguien que transmite su saber y experiencia a quien no la tiene, pero que a su vez se beneficia durante la interacción. En la clase se aprende poco, sólo se comprende. La mayor parte se logra con el trabajo autónomo en casa. Así que la consigna es, después de aplicar las estrategias de estudio, que los padres puedan responder a la pregunta: ‘¿Cómo aprende mejor mi hijo?’ Los padres son los únicos agentes que pueden promover lo que se conoce como  la ‘mentalidad de crecimiento’, para que el cerebro logre su principal objetivo: aprender todo el tiempo. Esto les plantea el maravilloso desafío de que sus hijos entiendan que aquello que se les dio mal ayer, mañana se les puede dar bien. Y rompe con el discurso de las notas y la valoración que se hace de los alumnos si alcanzan o no los objetivos que se marca el docente. Por eso, el papel de los padres en el siglo XXI es demostrar que todo puede cambiar, que no se es ‘malo en matemáticas’, desechando esa idea que afecta a la autoestima.

3. En tu libro mencionas la importancia de explicarle a los niños el funcionamiento del cerebro, de SU cerebro. ¿Para qué les sirve?

Es tan importante como cuando se les explica el proceso de digestión, o qué es una quebradura de un hueso. Es su cerebro, su mente... Un primer paso que sugiero a los padres es adaptar el mensaje a su edad. Que sepan cómo funciona el cerebro es para los niños y para los adolescentes altamente efectivo, porque se trata de una manera sutil de demostrarles que tienen el control y que comprendan que, gracias a la plasticidad cerebral, ningún fallo escolar es definitivo.

4. Otra cosa que llama la atención es el punto en el que explicas la necesidad de que entiendan para qué les sirve estudiar. ¿Cómo se puede hacer para que lo comprendan sin recurrir al manido ‘es por tu bien’?

En general no es fácil hablar con los hijos en estos términos cuando desde que los llevábamos de la mano al colegio nos han preguntado para qué tenían que ir, a lo que la mayoría hemos respondido: ‘¡para aprender, es por tu bien!’, y tal vez lo hemos repetido demasiadas veces. Se les puede preguntar qué te gusta estudiar, qué asignaturas te gustan menos, hasta llegar a para qué estudiamos. Si son mayores de 10 años se les puede guiar para describan qué es lo que les cuesta más aprender y por qué creen que les ocurre. Luego se les puede explicar que ‘aprender es guardar en la memoria la información para cuando la necesitamos’.

5. El fracaso escolar cada año ‘condena’ a muchos jóvenes y les amputa posibilidades de futuro. En el libro cuentas que es una gran mentira ¿En qué te basas para afirmarlo? ¿Cómo se puede combatir?

En los últimos años, investigadores de todo el mundo empezamos a preguntarnos qué ocurrió para que ‘la epidemia del fracaso escolar’ fuera objeto de estadísticas preocupantes y llenara espacios de periódicos y de debates televisivos asociándolo a temas como trastornos de atención o delincuencia. La sociología de la educación, en los últimos años, está aportando cada vez más luz sobre cómo el discurso del fracaso escolar es un mecanismo de exclusión construido a partir del invento de las jerarquías de éxito en las aulas. Un discurso que se acepta como inevitable y en algún sentido, hasta útil incluso por padres exigentes, sin tener en cuenta que al niño o adolescente que ‘fracasa’, quedar fuera de juego le genera cambios emocionales y mentales, ya que se altera la relación de entre la escuela y sus alumnos. La exclusión del estudiante de aulas por motivos académicos no es la tarea de la escuela, porque entonces no cumple con su principal función: la de ser inclusiva. Carol Dweck, psicóloga y profesora de la Universidad de Stanford, ha investigado cómo los alumnos que presentan mayores problemas a la hora de estudiar tienen una mentalidad fija respecto de sus capacidades, en contraposición a los más avanzados, en los que predomina una mentalidad de crecimiento. Estas observaciones son imprescindibles para los padres para ayudar a sus hijos a reconocer sus propias capacidades, ya que una idea dinámica de las propias capacidades impacta positivamente en su rendimiento. Los estudiantes que creen tener habilidades fijas para el aprendizaje, que no pueden desarrollarse, fácilmente tiran la toalla cuando algo sale mal, no se ponen a prueba porque temen fallar ante los desafíos.

6. Para padres y madres, afrontar que tienen un hijo despistado es casi un drama. ¿Cómo afrontarlo para conseguir que presten atención?

¿Y si no fuera despistado? ¿Y fuera increíblemente creativo? Por otra parte, hoy se presta una atención diferente debido al sobre exceso de estímulos.

7. En ‘Neuroeducación para padres’ hablas hasta de ocho talentos que se pueden incentivar en los niños pero de los cuales no se suele escuchar hablar. ¿Cómo son y cómo realzarlos?

Hoy sabemos que los niños no sólo pueden tener más de un talento, sino también desarrollar más de uno. También sabemos que la mayoría de ellos están relacionados con capacidades internas, que son las que permiten gestionar adecuadamente las emociones. Parece increíble, pero desarrollar talentos, nos hace más felices, porque hacemos lo que nos resulta fácil y nos impulsa a automotivarnos y seguir perfeccionando. En general hablamos de Talento lingüístico, música, naturalístico, físico, lógico-matemático, interpersonal, intrapersonal, pero seguramente hay muchos más que desconocemos, y que aparecen a cualquier edad.

8. Leyendo tu libro da la sensación de que los padres se pierden cuando a veces lo único que hay que tener es sensatez. Respecto a la educación, ¿cómo saber qué está bien y qué no lo está o no tanto? ¿Habría que practicar también la neuroeducación en los progenitores?

¡Deberían darse cursos gratis para padres!

9. ¿Cómo es la educación del siglo XXI y cómo crees que debería de ser?

Mucho más creativa, llenando con lo lleno, activando lo que hay en cada niño para motivar, impulsarlos a trabajar con lo que tienen, y para ello aprender a diseñar un corriculum integrado que ponga el acento en lo social, e integre alrededor de esta experiencia todos los aprendizajes.

10. Además de en neuroeducación, eres una experta en el tema del acoso escolar y la violencia en la infancia. ¿Hay mucha violencia en las escuelas españolas, más que antes o siempre la ha habido? ¿Cómo se puede atajar?

Hay más que antes y a edades muy puntuales, pero si no se educa la inteligencia social lo que se haga serán sólo paliativos, porque el bullying es ya un mecanismo de defensa de grupos que no son educados en el cuidado, la amabilidad, el altruismo, sino en un estilo individualista en que se sigue pensando más en las notas y en la exclusión que en educar para la humanidad.

11. Está a punto de acabar el año lectivo y llegan las vacaciones. Tanto los hijos como los progenitores llegan bastante agotados a ellas. ¿Qué les recomendarías?

Comprender que los hijos no son una suma de errores que hay que corregir y que encima traen deberes a casa. Se aprende en casa, se entiende en la escuela. Hay que realizar un trabajo autónomo para aprender, pero un tipo de trabajo que ayude a fijar conocimientos, como aplicar lo que han aprendido al mundo real, de lo contrario la información se pierde porque no llega a la memoria a largo plazo.

CÓMO NEUROEDUCAR POR EDADES:

Alrededor de dos años:

“Aceptar el nuevo orden que da el niño y dejar de mal llamarlo “desorden”. Activar momentos de creatividad. Ya habrá tiempo para ordenar después. Por ejemplo: darles un globo y una cuchara de madera y dejar que hagan lo que quieran.”

De 3 a 4 años:

“Es una etapa en la que lenguaje, el movimiento y la imagen son excelentes motivadores que promueven juegos y oportunidades increíblemente ingeniosas. Especialmente en esta etapa, uno de los mejores modos de potenciar el ingenio y la creatividad es la risa y el buen humor. Reírse con los hijos les ayuda a vivenciar la unidad entre el cuerpo, las emociones, las sensaciones, el lenguaje y el movimiento. Y no es de extrañar, porque la risa proporciona las mismas ondas cerebrales que la meditación.”

De 5 a 7 años:

“Toca jugar a ‘¿cómo lo resuelvo?’. Es importante motivar a los niños para que puedan generar nuevas ideas. Pero hay que ayudarlos sin plantearles problemas imposible. Es imprescindible que aprendan a valorar varias soluciones diferentes ante un mismo problema, cuantas más, mejor, y ver cuáles de todas las alternativas permite resolver mejor la cuestión planteada. A esta edad también les apasionan juegos como ‘A ver quién dice para qué sirve…', y se nombra un objeto. Cada uno dice un uso por vez, y el truco es no decir nunca la función que verdaderamente tiene. Por ejemplo no se puede decir de un vaso de plástico que es para beber, y la verdad es que ellos casi siempre ganan a estos juegos porque no tienen miedo a imaginar o a arriesgar. A veces, cuando aparecen problemas fáciles de resolver en el hogar, no se permite que los niños sean los que planteen soluciones, pero es el mejor modo de que tengan una oportunidad para ser empoderados en su creatividad, integrándolos en el problema y estimulando su creatividad.”

De 7 a 12 años:

“Las neurociencias han demostrado que la creatividad es ante todo un acto social, de equipo. Sin un clima social es imposible desarrollarla. Los estímulos sólo provienen de un medio donde están los otros, que nos generan emociones, y sin emociones no hay preguntas, ni decisiones, ni acción, no hay ideas. Entre los cerebros en estado de creatividad, la persona fluye y las sensaciones se convierten en ideas, sentimientos, emociones y acciones. ¡Sólo hay que ver a un grupo de niños en una sala de arte donde pueden elegir los materiales con los que quieren trabajar libremente! El silencio, el nivel de atención es verdaderamente increíble, como también lo es el placer de mostrar su obra a un público que lo comprende.”

En la adolescencia:

“Cuando los padres son testigos de las emociones fuertes de sus hijos adolescentes, del deseo de arriesgarse, de hacer cada día algo nuevo y diferente, lo último que piensan es que se trata de proceso adaptativo como individuos y como especie. Pero es que la corteza prefrontal, la que impide correr riesgos, está todavía en pleno desarrollo. Así que son los padres los que necesitarán funcionar como un ‘cerebro prefrontal externo’, marcándoles los límites, pero activando aquello que es propio de la etapa evolutiva que viven: ser increíblemente solidarios y altruistas; aunque en nuestra sociedad esas grandes virtudes propias de la adolescencia no salgan a luz.”

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