Llega 'Pretty Woman', el musical... y no sabemos si es una buena idea

28 años después, ¿nos seguiremos tragando un cuento de hadas en el que el príncipe se compra una prostituta?

El icónico vestido de 'Pretty Woman'

El icónico vestido de 'Pretty Woman'.

/ IMDb

Lo confesamos: cuando supimos que Broadway preparaba la versión musical de 'Pretty Woman', gritamos: "¡Pues claro!". ¡Esa tarde de compras coreografiada y deliciosamente frívola! ¡Un coro de prostitutas descaradas cantándole a la protagonista la imposibilidad de 'Putanieves y el príncipe'! ¡El solo, bajo un haz de luz en un escenario a oscuras, de Vivian, eligiendo la dignidad antes que el romance!

El montaje lo protagonizan Samantha Banks (Éponine en 'Los miserables') y Steve Kazee (ganador de un Tony por Once'); y, aunque no oiremos el familiar 'Pretty Woman, walking down the street' de Roy Orbison, la banda sonora estará a cargo de Bryan Adams y Jerry Mitchell (conocido por ‘La jaula de las locas’).

Pero no os lancéis aún a comprar billetes de avión a Nueva York. En primer lugar, porque 'Pretty Woman' está haciendo el precalentamiento en el Oriental Theatre de Chicago y su estreno en Broadway no llegará hasta agosto. Y, en segundo lugar, porque antes tenemos que reflexionar un poco sobre el fondo moral de la comedia romántica más querida (o, al menos más emitida) del planeta.

Nos parte el corazón decíroslo, chicas. Pero, en cuanto rascamos un poco en el cuento de hadas moderno que es esta cinta protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere, descubrimos una historia moralmente controvertida, especialmente en lo que se refiere a la infantilización de la mujer, la sociedad de consumo y el patriarcado. Así que os rogamos que dediquéis un instante de madura reflexión a estos aspectos:

1. Las prostitutas NO son así.

A lo mejor tenemos el alma muy podrida después de haber visto 'The deuce', una serie que muestra claramente qué alternativas tienen las prostitutas inteligentes y encantadoras. Pero el candor resplandeciente de Vivian nos resulta inverosímil en una señorita de compañía del escalafón más bajo (es decir, la calle pelada), que seguramente se parecería mucho más a su amiga del alma, Kit de Luca (Laura san Giacomo): ordinaria, adicta a las drogas, irresponsable y capaz de proponer sexo a tres bandas a una pareja de ancianos en el lobby de un hotel de lujo (vale, sí, eso fue descacharrante). Para ser justos, diremos que los tiburones financieros de Wall Street seguramente tampoco se parecen al estoico Edward… que también tiene a su lado un compañero de fatigas más realista, el cínico abogado encarnado por Jason Alexander.

Una 'Pretty Woman' candorosa

'Pretty Woman', ¿demasiado candorosa?

/ D. R.

2. La película infantiliza a las mujeres.

Vivian es un personaje ingenuo, luminoso y… definitivamente aniñado. Está condenada a ser tutelada por Edward desde el momento en que la vemos comer fresas sentada en el suelo, mientras se parte de risa con un capítulo de 'I love Lucy' y él la observa con arrobo casi paternal. De hecho, lo más descorazonador de 'Pretty Woman' es que Vivian, en su transformación de puta callejera a 'escort' de lujo, pierde todo su aplomo e independencia. La conocemos hablando de motores de coches, sentándose despatarrada en el banco del ascensor y exigiendo el uso de preservativo en cualquier intercambio de fluidos. Y en cuanto se pone unos stiletto y una falda lápiz de diseño, empieza a cohibirse, callarse y a recibir regañinas por sus modales. Edward le está enseñando cuál es su lugar (discreta y dejándose instruir por el hombre de mundo). 'Not cool', chicas.

3. Y las cosifica.

¡Por supuesto! ¡Es una prostituta! Pero el gran elemento cosificador de 'Pretty Woman' no es el sexo, sino el dinero. Edward se compra una muñeca Barbie para vestirla y transformarla a su antojo, e incluso cuando decide que quiere hacerla feliz lo intenta a golpe de tarjeta de crédito; porque, naturalmente, eso es todo lo que necesita una chica para sentirse valorada. Y, una vez más, confesamos: a nosotras también nos encanta ese: "Vamos a gastar aquí una cantidad indecente de dinero y necesitamos a mucha más gente haciéndonos la pelota porque eso es lo que nos gusta". No tenemos remedio.

Pretty Woman, entre joyas

'Pretty Woman', entre joyas.

/ D. R.

4. Edward es un capullo.

Sí, ya sabíamos que parte del encanto de la película es ver cómo se derrite ese témpano pulcro que es el ‘broker’ implacable de principios de los 90. Pero Edward, amigas mías, es un tipo profundamente inquietante, que mira a Vivian como si quisiera descuartizarla y cocinarla con laurel en lugar de practicar sexo con ella. Vale, puede que nos hayamos pasado. Pero: ¿quién se lleva a una chica acostumbrada a comer con las manos a un restaurante de lujo y le pide caracoles? ¿Quién disfraza a una prostituta de señorita solo para después contarle al miserable de su amigo que en realidad es una dama de la calle? ¿Quién trata al director de hotel más adorable de la historia del cine con soberbia displicencia? Y ya que lo estamos machacando: ¿quién pide la suite del ático cuando tiene un vértigo que hasta el bordillo de la acera le da palpitaciones? Y no, todo eso no se arregla con un ramo de flores y una escalada (ooooh) por una escalera de incendios. O cambias un poquito de carácter o a Vivian y a ti os espera un matrimonio muy chungo más allá del fundido en negro, querido.

5. A pesar de todo, 'Pretty Woman' tiene su parte empoderadora.

Por eso nos resulta tan difícil juzgarla. Se ha dicho de ella que 'glamouriza' la prostitución; pero, teniendo en cuenta que la película arranca con una prostituta muerta y que la protagonista sufre una agresión sexual que nos deja muy clarito cómo está el equilibrio de poder en el gremio, no parece que las espectadoras vayan a ir en masa a dejar el currículum a la güisquería más cercana. Sí 'glamouriza' la salida de la prostitución, pero habrá que dejar algo de de terreno a la magia, ¿no?

Y la cinta tiene su lectura feminista. Vivian se niega a tener un chulo ("¡Yo digo quién, yo digo cuándo, yo digo cuánto!"), no toma drogas e insiste en ser tratada como una igual por Edward, ya sea a través de un pago justo a sus servicios o exigiéndole el cuento de hadas completo cuando él le ofrece un apartamento y una tarjeta de crédito. Al final de la película, está dispuesta a rehacer su vida (de nuevo, gracias al dinero de Edward, pero todos necesitamos un empujoncito) y le da a su amiga Kit una parte junto con un maravilloso "Tienes mucho talento, Kit de Luca", en un momento que arranca aplausos a la sororidad y pasa el test de Bechdel con honores. Y no olvidemos esa gran frase final. "¿Qué sucedió cuando el príncipe rescató a la princesa? Que ella le rescató a él". Ojos llorosos y empoderamiento femenino, chicas. A veces se puede tener todo.

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