Javier de Miguel: “Los aplausos me dan ganas de continuar”

Hablamos con Javier de Miguel, jefe de Sección de Neumología del Hospital del Gregorio Marañón, de cómo está viviendo la emergencia sanitaria, tanto personal como profesionalmente, desde uno de los centros sanitarios de referencia de Madrid, la comunidad más afectada por el coronavirus.

Javier de Miguel, jefe de Sección de Neumología del Hospital del Gregorio Marañón

Javier de Miguel, jefe de Sección de Neumología del Hospital del Gregorio Marañón.

/ D.R

Cuando comenzó la crisis del coronavirus, Javier de Miguel, jefe de Sección de Neumología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, reconoce que le pareció “mucho menos alarmante de lo que es ahora” ya que “no pensábamos que iba a alcanzar la magnitud que tiene hoy en día”. Hoy, en medio de un centro sanitario que está aguantando una presión enorme, Javier de Miguel señala que “se está haciendo un esfuerzo titánico por reforzar el sistema de salud y ofrecer la mejor calidad asistencial a los pacientes que llegan”. Aunque considera que aún no han colapsado, sí que admite que la sobrecarga asistencial es extraordinaria. “La sensación es que te dejas la piel cada día, pero al día siguiente hay el mismo trabajo o más”, explica. En el Hospital Gregorio Marañón de Madrid la presión asistencial por elcoronavirus que atiende el Servicio de Urgencias es tan fuerte que el Ejército de Tierra está construyendo un hospital de campaña a sus puertas para tratar de aliviarla. El hospital de campaña tendrá capacidad para 65 camas, un número que se podría ampliar para tratar a más pacientes con síntomas leves de COVID-19, que serán atendidos tanto por personal sanitario del Gregorio Marañón como de profesionales sanitarios de Médicos del Mundo. Hablamos con Javier de Miguel de cómo está viviendo la emergencia sanitaria desde uno de los hospitales de Madrid, la comunidad más afectada por el coronavirus. Su expuesta labor hace que cada día, al regresar a casa, él y su mujer, que también trabaja en el hospital, deban abstenerse de tocar a sus hijas de 10 y 14 años para protegerlas de un posible contagio. “Personalmente, lo más duro es no poder abrazar a tus hijas”, reconoce.

Nos llegan noticias de colapso en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón. ¿Cuál es la situación actual en el centro?

La presión asistencial es muy elevada pero se está haciendo un esfuerzo titánico por reforzar el sistema de salud y ofrecer la mejor calidad asistencial a los pacientes que llegan. Se están abriendo áreas nuevas en urgencias, se está utilizando dispositivos asistenciales, se están abriendo nuevos huecos de hospitalización en zonas que no son las habituales y se están optimizando al máximo los casos críticos, que es otro de los problemas que estamos teniendo.

¿Cómo viviste el comienzo de la crisis del COVID-19?

El comienzo lo viví de una forma mucho menos alarmante de lo que es ahora. Es decir, como una enfermedad nueva y grave que estaba llegando pero que no pensábamos que iba a alcanzar la magnitud que tiene hoy en día.

¿Cómo es tu trabajo y cómo ha cambiado desde el comienzo de la crisis?

Desde que empezó la crisis, todos los días llegas al hospital y no hay ningún momento de tiempo libre, ni uno solo. Es como entrar en una burbuja, todo el rato estás trabajando, atendiendo pacientes, también por teléfono, no piensas en nada más hasta que sales. El cambio fundamental que se ha producido es que prácticamente toda nuestra asistencia está dedicada a la atención de pacientes con COVID-19. Se está reduciendo al máximo la atención de otras enfermedades, estamos dando prioridad a pacientes oncológicos y preferentes, pero los que vienen por vía normal se están retrasando para poder dar cobertura a los que vienen por esta crisis.

¿Qué es lo más duro que está pasando en tu trabajo a día de hoy?

Lo más duro son las jornadas agotadoras. Una sensación de que te dejas la piel cada día, pero al día siguiente hay el mismo trabajo o más. Esa sensación de no ver el final.

Hay más de 9.000 personas que trabajan en Sanidad infectadas por coronavirus. ¿Qué medidas estáis adoptando para protegeros? ¿Te parecen suficientes?

Hay unas normas de protección para profesionales y, en la medida de lo posible, las estamos utilizando. Sí que es verdad que con tantos pacientes que está habiendo y tantos profesionales atendiéndoles, a veces puede haber momentos en los que la cantidad de material disponible es más escasa. Pero también se están haciendo esfuerzos para que no falte material. Estamos protegidos acorde con las normas que se indican.

¿Qué pedirías al Gobierno en concreto en tu sector?

Fundamentalmente que pongan todos los recursos disponibles necesarios para satisfacer todas las necesidad de materiales, recursos asistenciales, personal disponible para atender a los pacientes. Es decir, hay que poner toda la carne en el asador.

¿Cómo te ha afectado personalmente esta crisis, cómo te las arreglas con tu vida?

En mi caso, mi mujer no es médico pero trabaja también en el hospital, y tenemos dos hijas, una de diez y otra de catorce. En casa la situación es difícil. Procuramos tomar las máximas precauciones para no trasmitirlo a las niñas y, bueno, eso es tan duro como que no les podemos abrazar, ni les podemos tocar. Parece que estamos en casa lejos unos de otros. Y eso es duro porque justo en estos momentos necesitas muestras de cariño y apoyo que físicamente no nos podemos dar. Personalmente, lo más duro es no poder abrazar a tus hijas.

¿Se están comportando la ciudadanía con corrección, cuál es tu visión sobre ello?

La inmensa mayoría de la ciudadanía se está comportando bien, está siguiendo las normas. Y cuando están viniendo al hospital lo hacen con motivo suficiente. Nadie está consultando por consultar. Vienen porque están enfermos, tienen fiebre o dificultades respiratorias. Hay un porcentaje de gente que viene con síntomas más leves y les podemos dar el alta ese mismo día. Otro porcentaje importante o tiene que ingresar en el hospital o tiene que ser enviado a uno de los recursos asistenciales nuevos que se han creado.

¿Qué historias o anécdotas compartirías con nosotros que hayan ocurrido en tu trabajo para darnos una idea de cómo se está viviendo esta crisis?

Hay compañeros que no está viendo a su pareja y a sus hijos. La pareja no se dedica a la Sanidad y está con sus hijos y se han ido a otro domicilio de algún familiar, por lo que estos compañeros están solos en casa, sin poder ver ni a su pareja ni a sus hijos. Eso lo hace más duro, pero por otro lado impide el contagio.

Desde poco después de comenzar el confinamiento, un movimiento espontáneo surgió entre los ciudadanos: Cada día se aplaude a las 20 hrs a la gente que, como tu, estáis trabajando y poniéndoos en riesgo para que el resto de la población pueda seguir con sus vidas. ¿Qué te parece esta iniciativa y qué te hace sentir?

La iniciativa me parece un reconocimiento público que da una satisfacción enorme. Yo cada día que puedo salgo también a aplaudir a otros compañeros porque creo que es una manifestación de apoyo, de gratitud, de que estamos todos juntos en lo mismo. A mi me hace sentir mejor, esos aplausos me dan ganas de continuar.

Vosotros contraatacasteis con un emotivo 'Resistiré' de los mdicos y enfermeros de la UCI del Gregorio Marañón. ¿Cómo surgió?

En concreto esa no se cómo surgió, pero son diferentes iniciativas que surgen para salir todos adelante, para sentirnos todos unidos. Al final, todo esto de los aplausos, las canciones son diferentes manifestaciones de lo mismo. Necesitamos sentir que estamos juntos todos en esto.

La semana pasada realizasteis en el Hospital Gregorio Marañón realiza un trasplante de corazón infantil en mitad de la epidemia de coronavirus. ¿Cómo os las arregláis?

Es lo que decía. El hospital está haciendo un esfuerzo enorme para que, aunque la inmensa mayoría de los profesionales que atendemos están volcados en esta epidemia, también hay pacientes con otras enfermedades a los que hay que atender. Lo del transplante cardíaco infantil en mitad del coronavirus es un hito de la medicina. Me gustaría transmitir el mensaje de que estamos haciendo muchos esfuerzos para llegar a todos los pacientes. Lógicamente el hospital tiene zonas, que cada vez están más escuetas, es cierto, pero dejamos zonas libres de virus para atender otras necesidades y por supuesto para los casos urgentes, pacientes oncológicos, pacientes graves. Seguimos cuidando de todos y la prueba es ese transplante en plena emergencia.

¿Cuáles te parecen los bulos más recurrente que estás viendo en el hospital?

La verdad es que los pacientes están bastante bien informados. Surgen bulos pero la propia gente los pone en cuarentena, hablan de ello pero no lo ponen en consideración. creo que hay campañas que todo el mundo sabe lo que son. La gente sabe dónde informarse. Uno de los problemas que estamos teniendo son pacientes que conviven con otras personas en sus casas. Por ejemplo personas mayores que viven con algún hijo y sus nietos. Entonces, cuando les damos el alta, tienen mucho miedo de contagiar a alguien de su familia, así que no quieren volver a casa hasta que pase la cuarentena. Se está intentando también dar solución a eso con los hoteles que se han puesto a disposición sanitaria, para que esos pacientes puedan ir allí a recuperarse del todo hasta estar seguros de no contagiar. Esa es otra iniciativa que intenta dar solución a todos los problemas que nos van surgiendo en la epidemia.

¿Qué recomendaciones harías a la gente para estos días, en concreto relacionadas con tu profesión?

La primera quedarse en casa, que ya se ha repetido hasta la saciedad. Luego quizá lavarse las manos de forma continua. Son medidas que se están diciendo a diario porque son efectivas. Taparse la nariz y la boca al toser o estornudar, usar pañuelos desechables y tirarlos tras el uso… Si se tienen síntomas respiratorios, seguir las normas. En caso de síntomas leves llamar al teléfono de la comunidad que les corresponda, y solo en caso de síntomas más graves, llamar al 112. Si se tienen síntomas es fundamental evitar el contacto con otras personas que vivan en el domicilio.

Algo que preocupa mucho a las familias es no poderse quedar con sus enfermos. ¿Cómo tratáis de paliar esa soledad de los pacientes desde dentro?

La situación en la que estamos hay que minimizar al máximo que otros pacientes se puedan contagiar, lo intentamos hablando con ellos. Estamos en continuo contacto con los familiares para que tengan la información y damos todo el apoyo humano que podemos.

¿Cuánto crees que nos queda?

No lo se. esto es una batalla día a día e iremos viendo según vayan las cosas. Lo único que me atrevo a decir es que cada día vamos a dar lo mejor de nosotros mismos y a ver si poquito a poco vamos viendo la luz y como se reduce el número de casos.

¿Da miedo ir al trabajo?

Más que miedo, da respeto. Lógicamente es nuestra obligación y debemos de estar al pie del cañón, pero al final es como un soldado que va a la guerra, valor tiene pero el miedo es libre. Creo que mucha gente trabaja porque es su obligación pero lo hace con miedo y respeto por la situación.

Y por último, ¿qué es lo que más ganas tienes de hacer cuando pase todo esto?

Hacer lo que hemos hecho siempre, salir a la calle, ver a los amigos, abrazarnos, poder ir de viaje, poder volver otra vez a la vida normal que teníamos. Quizá en la rutina diaria no valoramos lo importantes que son las cosas hasta que aparece una situación extraordinaria como esta que te las quita. Creo que la principal enseñanza de esta crisis es aprender a valorar lo que teníamos , que era muy bueno.

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