Saludemos a la nueva reina de la ciencia ficción, Mary Robinette Kowal

Con su espectacular opera prima, 'Hacia las estrellas', ha arrasado en los premios de ciencia ficción literaria más importantes. Y todo sin perder el foco en la diversidad. La entrevistamos.

La escritora Mary Robinette Kowal

La escritora Mary Robinette Kowal.

/ Oz Editorial

Si te interesa la ciencia ficción, anota el nombre de la escritora Mary Robinette Kowal y su novela 'Hacia las estrellas', la primera de la saga 'La astronauta'. Con ella ha hecho triplete al llevarse los premios más importantes del mundo del género, el Nébula, el Locus y el Hugo. No es de extrañar. 'Hacias las estrellas' hila un capítulo con otro de tal forma que cuesta, y mucho, despegarse de su lectura hasta al final.

Considerado una de los 10 mejores libros del género por la prensa especializada estadounidense , 'Hacia las estrellas' es una fascinante ucronía -reconstrucción histórica basada en hechos posibles pero que no ha sucedido de verdad- que nos presenta a la Humanidad en la década de los 50 enfrentada a la necesidad imperiosa de buscar otros mundos a los que desplazarse para poder sobrevivir ya que un meteorito ha impactado contra la Tierra.

Portada del libro 'Hacia las estrellas' de Mary Robinette Kowal

Portada del libro 'Hacia las estrellas' de Mary Robinette Kowal.

/ Oz Editorial

El libro engancha desde el principio y deja con ganas de más. Para calmar ese ansía, solo hay que esperar a septiembre, cuando se publica su continuación, 'El destino celeste', con la que prosiguen las aventuras de la carismática Elma York, ahora ya en la primera colonia que se ha establecido en la Luna y a punto de realizar la primera misión a Marte. Por cierto, no hay que perderse las notas finales de la autora, que se muestra formidable hasta en eso.

En 'Hacia las estrellas', Mary Robinette Kowal da voz a Elma York, piloto y matemática brillante que, además, sufre de ansiedad social en silencio. Ella se convertirá en un personaje clave para que el hombre llegue a la Luna. Aunque lo cierto es que York, en realidad, con lo que sueña es con pisar ese satélite ella misma y luchará por convertirse en la primera mujer astronauta, solo que… son los años 50 y vive en la sociedad tradicional estadounidense, tan machista como racista. Algo de lo que, según Kowal, tampoco es que nos hayamos conseguido librar en el siglo XXI. "De las más de 560 personas que han estado en el espacio en todo el mundo, solo 65 han sido mujeres. Ese es un tamaño de muestra increíblemente pequeño: ¿qué nos estamos perdiendo al no tener más mujeres en el espacio?", comenta Mary Robinette Kowal.

Portada del libro 'El destino celeste' de Mary Robinette Kowal

Portada del libro 'El destino celeste'.

/ Oz Editorial

El afán por la igualdad es algo que distingue a esta autora norteamericana de 51 años que vive en Nashville con su marido, Rob, dos gatos y más de una docena de máquinas de escribir. Además de su arte para atrapar al lector, algo que distingue a su literatura, es el foco que pone en la diversidad lo que añade realismo y sinceridad a sus personajes, además de mostrar la sororidad entre las mujeres como clave para los avances en igualdad.

Kowl reconoce que le interesa visibilizar tanto a las mujeres, como a las personas de color, las personas LGBTQ y las personas con discapacidad que han sido borradas de la narrativa. "Esas historias que no se han contado a menudo me parecen más interesantes que en las que se han centrado a lo largo de los años. Yo trato de volver a poner el foco en esas personas que, de hecho, ya estaban allí", explica.

El éxito de Mary Robinette Kowal ha puesto de manifiesto que algo se mueve en el mundillo de las novelas de ciencia ficción. Aunque este género fue creado por la escritora Mary Shelley en 1818 con 'Frankenstein o el moderno Prometeo', las autoras han vivido sumidas prácticamente en la oscuridad. Llegaba a dar la impresión de que solo se dedicaban hombres a este género. Si preguntamos por nombres de escritores, incluso quienes no sean fans podrían citar a alguno como Ray Bradbury, Isaac Asimov, Aldous Huxley, H. G. Wells o Philip K. Dick. Los de ellas permanecían ocultos y muchas decidieron esconder su identidad bajo un pseudónimo masculino, como Alice Mary Norton, más conocida como Andre Norton, o Alice B. Sheldon, que firmaba como James Tiptree Jr.

Autoras como Ursula K. Le Guin, Octavia Butler o N.K Jemisin -la primera mujer que ha ganado tres premios Hugo consecutivos a mejor novela- han conseguido hacerse un nombre en un sector que ha atraído incluso a la Premio Nobel de Literatura Doris Lessing, que demostró su fascinación por el género con la serie 'Canopus en Argos'. La literatura de ciencia ficción está más viva que nunca, como demuestra el éxito de la serie de televisión basada en la bestial distopía de la prestigiosa escritora Margaret Atwood, 'El cuento de la criada' -autora también de otras joyas de sci-fi como la trilogía de Oryx y Crake-.

Sin embargo, como Kowal, quien además es Presidenta de la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos (SFWA), señala, aún queda mucho por hacer para que llegue la igualdad al sector. "En los Estados Unidos, el 52% de la ciencia ficción está escrito por hombres y el 48% por mujeres", apunta y sin embargo específica que sin embargo "solo un promedio del 18% de los libros en la sección de ciencia ficción de las librerías del aeropuerto están escritos por autores que se presentaron como mujeres".

La escritora, que hizo una investigación informal del tema en sus viajes de trabajo, reconoce que al hablar con los libreros. estos señalaron que pensaban que se vendían mejor los escritos por hombres. Por eso, como ella puntualiza, "ser un hombre no garantiza una carrera editorial estelar, pero... aumenta las probabilidades en un 82% a su favor. Es un problema similar al programa espacial: ¿nos estamos asegurando de que las oportunidades sean iguales? ¿Estamos corrigiendo el sesgo inconsciente? Creo que la reciente ola de nominaciones y premios para personas que no son hombres, indudablemente está ayudando a esos autores increíbles a ser más visibles".

¿Quién es Elma Yorke, la 'primera mujer astronauta' protagonista de su novela, y qué tiene de ti misma?

Antes de convertirse en astronauta, Elma York era una piloto y una matemática talentosa que trabajaba como computadora humana. Comparto su amor por los vuelos espaciales, pero no sus habilidades en matemáticas. Ambas tenemos dos grandes coincidencias. La primera es nuestra herencia sureña. Elma es del sur de los Estados Unidos, como yo. Casi nunca veo a una mujer sureña en las novelas de ciencia ficción, y por lo general, cuando aparecemos, nuestros acentos son objeto de burla.

Yo fui educada para perder mi acento sureño, así que me apetecía ver a un personaje que no se avergonzara de su lugar de procedencia. Lo segundo que tenemos en común es la lucha de Elma con la salud mental. Elma tiene un trastorno de ansiedad social, mientras que mi propia experiencia es con la depresión. No recibí ayuda hasta los cuarenta y cinco años porque pensé que era un defecto que yo tenía, no una enfermedad. Hay una escena en la novela que es básicamente la transcripción de mi conversación con mi médico. Había dejado de escribir. Al final fui porque había comenzado a reconocerme en las descripciones de algunos libros y en conversaciones con amigos.

Con 'Hacia las estrellas', la primera novela de la serie 'La astronauta', has hecho triplete al ganar el premio Hugo, el Locus y el Nébula, los galardones más importantes de la ciencia ficción. Además, ha sido considerado una de los 10 mejores libros del género por la prensa especializada. ¿Sientes un vértigo comparable al de tu ya célebre astronauta?

Vértigo es una muy buena manera de describirlo. Cuando supe que este es tan solo el decimoctavo libro que ha ganado los premios Nebula, Locus y Hugo, tuve que sentarme por un momento. Ha sido sorprendente y maravilloso. Uno de mis recuerdos favoritos de los Premios Hugo es llevar a algunos de los nuevos ganadores al bar de la convención para dejar que las personas que habían votado por nosotros vieran los premios Hugo y los pudieran coger. Eso lo aprendí de Jay Lake y John Scalzi cuando gané el premio Astounding. Es una velada alegre porque los lectores están tan felices por ti como tú misma.

Tus libros tienen un fuerte componente antirracista. En estos días, el movimiento Black Lives Matter nos ha removido en todo el mundo y nos ha hecho también cuestionarnos y revisarnos. ¿Has trabajado a conciencia el antirracismo en sus libros y por qué?

Creo que no abordo el tema del racismo tanto, sino que no lo ignoro. El sexismo sistémico y el racismo son parte de nuestra sociedad y el público moderno lo detecta especialmente cuando mira algo de los años 50. Sin embargo, para las personas que vivían en ese período de tiempo, todo era simplemente... normal. Molesto, sí. Ofensivo, sí. Dañino, sí. Pero también era una especie de radiación de fondo constante. Al mismo tiempo, estaba el Movimiento de Derechos Civiles en los EE. UU. y la gente luchaba contra las desigualdades e injusticias de la misma manera que nosotros ahora. Este es otro escenario que Elma cogió prestado de mí. Básicamente, le cedí mis errores. Su conciencia, su eventual sensibilidad, es el resultado de años dolorosos de esfuerzo, pero no de mi dolor. No es mi esfuerzo. Cada conversación que mantiene ella [en el libro] es el resultado directo de la labor de amigos míos, que tienen paciencia y hacen un trabajo emocional conmigo. Trabajar en estos libros ambientados durante la era de los Derechos Civiles me recuerda que estos problemas siguen sin resolverse y que todavía tenemos mucho trabajo por hacer.

¿Qué importancia das a mostrar un universo diverso en su obra, incluida la representación LGTB+?

Cuando empiezo a escribir, una de las cosas que hago es buscar en la historia a las mujeres, las personas de color, las personas LGBTQ, las personas con discapacidad... Supongo que estaban ahí, pero fueron borradas de la narrativa. Esas historias que no se han contado a menudo me parecen más interesantes que en las que se han centrado a lo largo de los años. Yo trato de volver a poner el foco en esas personas que, de hecho, ya estaban allí. Creo que una parte importante de la representación es tener personajes que existan en el mundo y tengan aventuras, sin que su representación sea un nudo de la trama. Por eso, en 'El destino celeste' aparece un hombre trans pero, como está en el ejército y es la década de 1960, no está fuera [del armario]. Mientras la tripulación se dirige a Marte, él tiene flexibilidad para hacer lo que le resulte más cómodo, pero si lo hubiera hecho salir, aceptarlo se habría convertido en parte del viaje emocional de Elma. Yo solo quería que existiera sin que tuviera que estar al servicio de la historia de otra persona.

La crítica de 'Hacia las estrellas' en The Wall Street Journal decía: "Esto es lo que la NASA necesitaba y nunca tuvo, una heroína con carácter". A tu juicio, ¿qué necesitaría la NASA?

Cady Coleman y Jeanette Epps, astronautas de la NASA, son una parte crucial de la escritura de estos libros. Han respondido muchas preguntas, y algunas veces incluso jugaron MadLibs [juego de palabras con plantilla de frase donde un jugador solicita a otros una lista de palabras para sustituir los espacios en blanco en una historia antes de leer en voz alta] conmigo cuando tenía una sección que decía "Y entonces Elma [jerga] la [jerga]". Definitivamente diría que la NASA tiene muchas heroínas con actitud. Pero necesitan más, y se necesitaban antes. Las mujeres no estaban permitidas en su programa de astronautas hasta fines de la década de 1970, y ninguna voló hasta que Sally Ride se convirtió en la primera mujer estadounidense en el espacio, en 1983. Por eso, el programa espacial se había construido alrededor de los cuerpos masculinos. Esto sigue teniendo un impacto. Por ejemplo: el tamaño de los trajes espaciales de la Unidad de Movilidad Extravehicular que usan para hacer caminatas espaciales fuera de la EEI originalmente incluía extra pequeño a extra grande. Debido a los recortes presupuestarios, retiraron el extra pequeño, pequeño y extra grande, pero finalmente incluyeron el extra grande porque suficientes hombres se sentían incómodos. Nunca volvieron a poner los tamaños pequeños porque las mujeres pueden caber en los medianos. Pero imagina ir de excursión con botas que te quedan grandes. Te deslizas en de ellas. Te salen ampollas. Si intentas escalar, te pones en peligro. Pues todo eso, pero en el espacio. De las más de 560 personas que han estado en el espacio en todo el mundo, solo 65 han sido mujeres. Ese es un tamaño de muestra increíblemente pequeño: ¿qué nos estamos perdiendo al no tener más mujeres en el espacio?

Has sido marionetista profesional para The Jim Henson Company y fundaste una compañía propia, Other Hand Productions. ¿Qué tiene la escritora de esa titiritera?

Mi trabajo como titiritera requiere que tome el lenguaje corporal que usamos naturalmente, lo separe en sus componentes semánticos y luego lo reconstruya en un objeto inanimado, de una forma que sea inteligible para los humanos. Eso es esencialmente lo que hago como escritora, solo que ahora la herramienta que uso para reconstruirlos son las palabras en una página. Los componentes básicos son los mismos. Por ejemplo, si alguien siente curiosidad por algo, harán lo que llamamos un movimiento agresivo, que es un movimiento hacia delante. Si hay algo con lo que no quieren involucrarse, harán un movimiento regresivo. Como actor, lo haces sin siquiera pensarlo. Es fácil usar esa herramienta con una marioneta y en una página, también se juega de la misma manera. Hay una diferencia notable entre escribir: ‘¿Qué dijiste? Ella se inclinó sobre la mesa’, y ‘¿Qué dijiste? Ella se apartó de la mesa’. Uno de esos movimientos es agresivo, el otro regresivo. Eso ya te dice mucho sobre la reacción del personaje. En ambos casos, estamos tratando de crear una respuesta emocional en el cerebro de nuestro público, tanto si está leyendo como mirando. Afortunadamente, las cosas a las que generamos respuestas emocionales se mantienen bastante consistentes en medio y en otro. Solo difieren en la técnica mecánica que utilizas para transmitirlo.

En la actualidad eres la Presidenta de la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos (SFWA). Durante largos años parecía que no había figuras femeninas relevantes, pero al fin en los últimos años hemos visto despegar a las autoras femeninas en la literatura de ciencia ficción.¿Crees que era un mundo muy masculinizado y que eso ha cambiado?

Esta es una pregunta interesante y voy a retroceder un poco. En los Estados Unidos, el 52% de la ciencia ficción está escrito por hombres y el 48% por mujeres. Mary Shelley comenzó nuestro género. Entonces las mujeres siempre han sido parte de la ciencia ficción, sin embargo no se las reconoce por su trabajo y eso es lo que está empezando a cambiar. Cuando viajaba solía hacer una encuesta informal de las librerías en los aeropuertos por los que pasaba. Descubrí que, aunque las mujeres escriben el 48% del género, solo un promedio del 18% de los libros en la sección de ciencia ficción de las librerías del aeropuerto estaban escritos por autores que se presentaron como mujeres. Al hablar con los libreros, quedó claro que el fallo no recae en una sola fuente. Es el resultado de decisiones en cascada luego reforzadas por un circuito de retroalimentación. Por ejemplo... Cuando los libreros del aeropuerto almacenan libros, observan múltiples factores, uno de los cuales es el número de tiradas. Las tiradas más altas significan que los editores tienen más fe en ese libro, por lo que los libreros piensan que probablemente se venderá bien y ordenarán más. La ciencia ficción tiene una larga historia de bestsellers escritos por hombres por lo que a menudo tienen tiradas más altas, lo que significa... ¿Ves el ciclo? Si bien se puede decir que todo es un tema económico y se trata de lo que la gente quiere comprar, es mucho más difícil adquirir un libro que no está delante de ti. Y lo cierto es que no todos los hombres obtienen grandes tiradas. Ser un hombre no garantiza una carrera editorial estelar, pero... aumenta las probabilidades en un 82% a su favor. Es un problema similar al programa espacial: ¿nos estamos asegurando de que las oportunidades sean iguales? ¿Estamos corrigiendo el sesgo inconsciente? Creo que la reciente ola de nominaciones y premios para personas que no son hombres cis indudablemente está ayudando a esos autores increíbles a ser más visibles.

¿Cuáles son tus mayores influencias literarias?

Para la serie 'La astronauta', realmente quería escribir algo como [Robert A.] Heinlien o [Ray] Bradbury, con un 100% más de mujeres y personas de color. Amo a Ursula K. Le Guin y crecí con una dieta constante de Anne McCaffrey, Andre Norton y, sí, Tolkein. Pero libros más tranquilos como 'The Sun, the Moon, and the Stars', de Steven Brust, fueron realmente cruciales para mí como estudiante de arte en la universidad. Más recientemente, estoy enamorada del trabajo de Marie Brennan, N.K. Jemisin, Karen Lord y Aliette de Bodard.

Hace poco has anunciado la publicación de dos nuevas novelas situadas en el mundo de la astronauta Elsa Yorke -'The Relentless Moon' y 'The Martian Contingency'- y en septiembre se publica al fin en España la segunda parte de su saga, 'El destino celeste'. ¿Qué nos puedes adelantar de estas novelas?

'The Relentless Moon' tiene lugar mientras la primera expedición a Marte está en marcha, por lo que es una novela paralela a ‘El destino celeste’. Se centra en Nicole Wargin y Myrtle Lindholm en la colonia lunar. Podéis esperar todo, desde los servicios de la iglesia hasta las fiestas de bridge, que son algo más complicadas con baja gravedad. Y luego un saboteador ataca... Ese libro ya está a la venta en los Estados Unidos y el Reino Unido. En 'The Martian Contingency' están de regreso Elma y Nathaniel en Marte y retoma poco después del final de ‘El destino celeste’, mientras trabajan con los nuevos colonos para construir una hogar en el planeta. Con ese panorama, podéis esperar problemas en la ciudad fronteriza en Marte, incluida la prospección de agua, la ingeniería improvisada, y cuando las cosas se pongan mal (lo cual, por supuesto, pasará porque es una novela), estarán muy, muy lejos de la ayuda.

Y por último, ¿crees que deberíamos seguir explorando el universo, qué soñarías con encontrar en él?

¡Deberíamos ir! Hay un montón de cosas que la exploración de robots puede hacer mejor y de manera más segura que la humana, pero no pueden ganarnos en improvisar mejor allí. Más importante aún, creo que la exploración humana es importante porque una de las mejores maneras de generar empatía, además de leer ciencia ficción, es viajar a otros lugares. Es la diferencia entre leer sobre Islandia e ir allí en persona. No se puede tener un sentido de la escala o de la fuerza salvaje y visceral del viento. Experimentar eso es magia y, cuando vuelves, todo lo relacionado con el hogar que amas se convierte en un positivo alivio. Te hace comprender en un nivel profundo que tu idea de lo 'normal' es solo una variante regional. Cada astronauta que va al espacio regresa cambiado. Por eso, para mí, el valor de la exploración humana no es solo lo que aprenderíamos sobre el espacio, sino lo que aprenderíamos sobre la Tierra y sobre nosotros mismos.

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