Rocío Molina, la 'Björk del flamenco': "Bailar el silencio es de lo más difícil que hay"

Entrevistamos la bailaora, Premio Nacional de Danza y una de las artistas más interesantes que pondrá patas arriba el festival Flamenco on Fire.  

Rocío Molina, de blanco impoluto

Rocío Molina, la 'Björk' del baile flamenco. 

/ Pablo Guidali

El baile flamenco de Rocío Molina (Premio Nacional de Danza 2010, Premio de Danza Contemporánea 2019 del Reino Unido), es de una belleza extasiante y rara. De pronto, el giro de muñeca convulsiona en movimientos de brazos giratorios (¿es eso 'wacking', un tipo de 'street dance'?). O el flamenco más ancestral taconea con rabia para romper en bloqueos (otro movimiento de la danza urbana). O, quizá, en un elegante giro de ballet contemporáneo. Y, luego, Rocío se tumba en el suelo, sobre su espalda, mientras retumba un silencio sepulcral lleno de mensajes. ¿Se llega a tocar el sexo (más brevemente de lo que lo hacía Michael Jackson, el rey del pop) antes de perder la cabeza ante un enjambre de palmas contestatarias?

El 24 de agosto, la malagueña estará en Pamplona en el Festival Flamenco on Fire, una cita a su medida, donde la libertad erudita se lleva bien con el cante jondo y la pasión atávica. Y donde el arte, a veces, se sale del escenario para subirse, tal vez, a un balcón. O para buscar inesperados compañeros. Pura sorpresa.

Hablamos con la artista de su flamenco pasmoso e irreverente, y de la no música que, a veces, eleva sus actuaciones.

Buscando la transparencia. A la hora de transmitir emociones, hay que estar conectada contigo misma, con tu sensación y con tu verdad. Es una cuestión de búsqueda personal.

También te he visto bailar el silencio.

Es una de las cosas más complejas que hay, un reto que llevo persiguiendo años. La fórmula más fácil que he encontrado para conseguirlo es hacer antes mucho ruido y así este deja como una cola reverberando que se puede bailar.

¿La música, entonces, es o no es imprescindible para el baile?

No es imprescindible pero para mí es muy necesaria porque me emociona muchísimo y tiene la capacidad de llevarme a muchos estados.

Rocío Molina, en una imagen promocional

La bailaora Rocío Molina: una revolucionaria inmaculada.

/ D. R.

¿Qué tipo de música te emociona?

Escucho flamenco pero también un buen jazz, el estonio Arvo Pärt, que hace música casi religiosa… me gusta todo lo que está hecho con el alma.

Rocío Molina en los Premios Max

Rocío Molina posa con su galardón en los Premios Max. 

/ G3

¿Cómo explicas tu baile, que parece contener tantos giros y referencias?

Lo único que he hecho es bailar flamenco desde que tenía 3 años. Luego hice el Conservatorio donde tomé influencias de la técnica de la danza española. Lo que ha salido ha sido un rebujín, algo mío personal. Pero soy bailaora de flamenco. Lo que pasa es que lo hago de una forma muy personal.

En algunos momentos hasta me parece haberte visto algunos movimientos de 'street dance'.

Hice un espectáculo con un coreógrafo francés de hip hop, Sèbastien Ramirez, y me enseñó calentamientos de bloqueo. Eso, inevitablemente, lo archiva el cuerpo y sale cuando menos te lo esperas.

¿Hay que saber mucho de baile para llegar a ese nivel y salirse de lo convencional?

No. De hecho, solo tienes que decir y buscar tu verdad, que es lo más difícil. Yo me considero una gran ignorante de muchas cosas

¿Qué norma no te has saltado en tu trabajo?

Precisamente yo no creo en las restricciones, sería triste que el baile tuviera normas porque lo haría más esclavo. Mi trabajo se basa en la libertad del flamenco y de la persona.

¿Y existe la libertad absoluta o incluso tu baile tiene reglas aunque no lo parezca?

La libertad o la no libertad es la que tú te pongas, yo creo en la libertad absoluta.

¿Has recibido críticas por eso?

Claro, sí. Yo hago en el escenario lo que quiero y el público es libre de decir lo que opina y es interesante que se creen esas contradicciones. No bailo para gusto de todas las personas, sino tendría que bailar de otra forma que para mí no sería verdadera.

¿Y los puristas?

A algunos les gusta lo que hago y otros dicen que no soy flamenca pero yo soy quien sabe el sentimiento que me provoca cuando lo bailo, eso no me entretengo explicándolo porque simplemente lo bailo.

¿El flamenco es como una partida de ajedrez, que tienes que prever el siguiente movimiento?

A mí me gusta dejarlo fluir y que exista espontaneidad. Hay muchas cosas de la coreografía que se hacen casi igual una vez y otra pero me gusta siempre dejar opción a la sorpresa.

Te describes en una de tus actuaciones cómo "impura, impúdica y llena de imperfecciones morales". ¿Qué barreras has tenido que romper para decir algo así en voz alta?

Aceptarme como ser humano porque ¿qué persona no tiene pensamientos impuros? Es más sanador decirlo en voz alta que callarlo en silencio y caer en la represión. La represión es perversa para la mente. La impureza me parece maravillosa y necesaria aunque deja de ser algo impuro cuando lo dices en alto, así que ahí no hay pecado.

¿Hay en el flamenco una revolución?

Quizá puede haber una revolución en la parte de la mujer. Es el momento de hablar y de gritar. En mi caso, mi intención no es revolucionar pero sí ser libre y para eso también digo que voy a bailar lo que sienta mi cuerpo.

Dices en una actuación que las mujeres se supone que tienen que mover las caderas de lado a lado. "A mí no sale, me gusta más de delante a atrás como los hombres", aseguras.

Ojalá no se marcaran las diferencias entre hombres y mujeres, no solo en el baile, sino en la vida. Es una pena que los hombres no muevan las caderas ni las manos ni las muñecas. A veces el hombre es esclavo de su masculinidad y no puede mover las manos con el giro completo de muñeca.

¿Y tú?

Yo muevo la cadera en todas las direcciones.

¿Cuántas horas ensayas a diario?

En tiempo de montaje puedo ensayar 6 u 8 horas tranquilamente; si no estoy de montaje, me gusta entrar en el estudio para no desconectarme unas dos horitas... Y también hay que descansar, que es importante después de la gira.

¿Cómo pasas tu tiempo libre?

Me gusta leer y estar cerca de la naturaleza para acercarme un poco más al pensamiento. Y estar rodeada de la gente que me hace sentir bien y pasar el mayor tiempo posible con mi hija. Tiene cinco meses y medio.

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