Susan Arnold, presidenta de Disney: una reina en el país de las princesas

El próximo 31 de diciembre, Susan Arnold se convertirá en la primera mujer al frente de la todopoderosa Disney: directiva experimentada, feminista y abiertamente gay, ¿cuáles serán sus planes para la mayor factoría de sueños del sector audiovisual? 

Reunión de princesas Disney en la película 'Ralph rompe internet'

Reunión de princesas Disney en la película 'Ralph rompe internet' 

/ Disney

Las princesas, tradicionalmente, duermen 100 años antes de que las rescate un príncipe encantador. Disney, la mayor factoría de princesas del mundo, ha necesitado solo 98 (la empresa se fundó en 1923) para nombrar a su primera mujer presidenta: Susan Arnold, que hasta ahora ocupaba el cargo de directora principal independiente del consejo de administración, relevará a Bob Iger al frente de la compañía el próximo 31 de diciembre.

Susan Arnold, nueva presidenta del consejo de administración de Disney

Susan Arnold, nueva presidenta del consejo de administración de Disney

/ Disney

Arnold ya era un nombre habitual en los rankings de mujeres poderosas (Las 50 mujeres de negocios más poderosas de Fortune, las 50 Women to Watch del Wall Street Journal, las 100 mujeres influyentes de Forbes…). A partir del 1 de enero pasará a formar parte de un club más selecto aún: el de las mujeres que cortan el bacalao en Hollywood. Victoria Alonso, presidenta de Marvel Studios; Jennifer Aniston, productora; Bela Bajaria, directiva de Netflix o Kristine Belson, presidenta de Sony, por poner algunos ejemplos, forman parte de esta liga.

A sus 67 años, Arnold no es ninguna novata, ni en los puestos de liderazgo (ha sido directiva en Procter & Gamble y McDonalds) ni en Disney, donde lleva 14 años, tres de ellos como directora independiente del consejo que ahora presidirá. Pero no tiene un reinado sencillo por delante. La gran apuesta de la empresa, la plataforma de streaming Disney+, ya ha pasado el primer pico de suscripciones y afronta ahora el reto de estabilizar su modelo de negocio y competir con los otros grandes del sector: Amazon, HBO y Netflix. La transición de un modelo de negocio a otro (de la gran pantalla al vídeo online a demanda) no será fácil. Además, es imprescindible rentabilizar los parques temáticos, muy lastimados por los cierres debidos a la pandemia y a punto de afrontar nuevas restricciones por la sexta ola de Covid.

La estrategia empresarial será uno de los caballos de batalla de Arnold. El otro, la estrategia de contenidos. Al fin y al cabo, es la primera mujer al frente de Disney en 98 años, y una feminista convencida. Sí, la compañía ha hecho grandes progresos en cuanto a representación femenina: sus princesas, desde Brave hasta Vaiana, ya no duermen a la espera de un príncipe (de hecho: ¿qué príncipe?), y protagonizan sus propias aventuras con independencia de espíritu. Pero aún queda camino (del héroe) que recorrer: tramas sin crecimiento personal, físicos aún imposibles, marketing sexualizado…

Y hay otro frente en el que su incorporación podría resultar clave: la representación LGTBIQ+. Arnold, además de ser la primera mujer al frente de Disney, es la primera persona gay en la cima de esa montaña (al menos, que sepamos), y una de las pocas directivas abiertamente lesbianas de las grandes multinacionales. ¿Se espera de ella que muestre una mano más firme en la inclusión de personajes no heterosexuales en los productos de la casa? Al fin y al cabo, a Disney se le ha criticado su timidez a la hora de dar ese paso: dos chicas (¿amigas? ¿pareja?) tomadas de la mano en segundo plano, una referencia casual a una novia por parte de un personaje femenino, dos hombres besándose en una esquina de la pantalla… y, últimamente, un beso entre dos hombres en la película Eternals que ha sido censurado en diferentes países de religión musulmana. Y ahí está la complejidad de ese paso adelante: el miedo al impacto negativo que pueda tener en taquilla esa representación, ya sea en países tradicionalistas o en los sectores más puritanos de la sociedad occidental. No cabe duda de que Arnold, como mujer de negocios, feminista y gay, tiene un apasionante (y arduo) trabajo por delante. La factoría de los sueños sigue en marcha... y, en 2022, ella está al volante.

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