Vuelve Dinastía. Elogio del tafetán

¡'Dinastía' vuelve! Y aprovechamos la ocasión para analizar la fascinación que despertó el culebrón original en nuestros corazones ochenteros.

Serie Dinastía
Serie Dinastía / D.R.

Si eres lo bastante 'vintage' como para recordarlo, 'Dinastía' fue una serie a cuyo ritmo palpitó el corazón de toda una generación. Los dimes y diretes de la millonaria familia Carrington, siempre en habitaciones sobredecoradas, con grandes cardados y vestidos de noche, nos cortaron el aliento durante nueve temporadas y ocho años (de 1981 a 1989). La serie alcanzó tal fama que generó audiencias inéditas, una línea de moda y artículos de lujo y un 'spinoff', 'Los Colby', en torno a los archienemigos de la familia protagonista.

Por supuesto, 30 años después ha llegado la hora del 'remake': la nueva 'Dinastía' se estrena el 12 de octubre, creada por Josh Schwartz y Stephanie Savage, responsables del fenómeno 'Gossip Girl', y con los entrañables guionistas originales, el matrimonio Saphiro, como asesores. Y en este momento de círculos que se cierran, nos preguntamos: 'Dinastía', ¿qué nos dabas?

Porque, aunque ahora nos cueste creerlo, hubo un momento en que 'Dinastía' fue la otra. En 1981, la cadena ABC -Aaron Spelling mediante- la estrenó para intentar adelantar por la derecha a la todopoderosa 'Dallas', reina del género 'ricos al borde de un ataque de nervios'. Tras una decepcionante primera temporada, centrada en el conflicto entre la nueva esposa de un magnate del petróleo (Linda Evans, Krystle) y la hija de este (Pamela Sue Martin, Fallon), llegó Joan Collins.

Y con ella llegaron, a la vez, el escándalo y el éxito. La actriz británica se incorporó al reparto 'in extremis' después de que Liz Taylor y Sophia Loren rechazaran el papel de Alexis, la malvada ex mujer de Blake Carrington. E hizo una entrada dramática en la serie (la primera de muchas) como único testigo de la inocencia del ex marido al que odiaba. De paso, trajo a Dinastía tres grandes elementos que la moribunda serie necesitaba más que el comer: glamour a cucharones, perfidia a carretadas (¿alguien más es capaz de apagar un cigarrillo en la yema de un huevo en plan ahí queda eso?) y el duelo de divas que todo culebrón necesita, y que en 'Dinastía' llegó a extremos delirantes cuando los productores descubrieron que, cada vez que las damas Carrington perdían la dignidad y llegaban a las manos, los índices de audiencia se disparaban (si no nos crees, googlea Dynasty Catfight. De nada).

Alexis se ganó el corazón del público femenino y gay y no creemos exagerar si decimos que 'Dinastía' le debe más o menos el 50% de su éxito. Pero hubo más elementos, por supuesto. Para empezar, la desenfrenada sucesión de hijos secretos, amantes despechados, infidelidades y matrimonios forzosos que son la base de maquillaje de cualquier culebrón se sucedían con un respetuoso (no os riáis) sentido de la familia. No importa que tu padre mate a tu amante gay, que tu hermanastra negra te arruine para hacerse con tu empresa o que tu madre se pase la vida poniéndose copazos del mueble bar familiar aunque lleve décadas divorciada de todos. Toca a uno de los Carrington y todos se agruparán contra ti gruñendo por lo bajo. Esta lealtad esencial fascinaba al público y, aun hoy, se considera uno de los ingredientes del éxito de la serie.

Después, por supuesto, estaba la ropa. Hoy nos cuesta creer que las pieles, los drapeados, las lazadas al hombro y el brilli-brilli por doquier fueran el epítome del glamour, pero 'Dinastía' marcó tendencia en todo el mundo capítulo tras capítulo. Nolan Miller, responsable de vestuario, se aseguró de que ninguna de las muchas señoras Carrington repitiera modelo y de que todos sus complementos estuvieran perfectamente coordinados. Creó más de 3.000 vestidos y fue el responsable (por si alguien quiere demandarlo) del auge de las hombreras.

Todo ello, para apenas salir de casa, porque cada vez que los guionistas sacaban a los personajes de sus mansiones y jardines infinitos, las audiencias bajaban en picado. Así que 'Dinastía' se convirtió en la ficción perfecta para un agorafóbico y se las apañaba para vivir dramones familiares y contraer extraños compañeros de cama (literales y metafóricos) en el marco espacial de las 48 habitaciones de la casona de los Carrington. El negocio petrolífero que financiaba joyones y legiones de ex esposas se mencionaba de vez en cuando, por aquello de la verosimilitud, y después se guardaba, bien dobladito, para que no interfiriera con las pasiones desatadas de los personajes.

También contribuyó al éxito el que los guionistas tuvieran un don para el 'cliffhanger' que cerraba cada capítulo dejando al público al borde del infarto. La fórmula alcanzó su clímax en la finale de la quinta temporada, cuando toda la familia, en un claro precedente de la Boda Roja de 'Juego de tronos', sufrió un ataque terrorista en plena ceremonia nupcial. El último plano mostraba al casting ensangrentado en el suelo. Dicen las malas lenguas que detrás de aquel giro del guión hubo un intento de las estrellas en ascenso de renegociar sus cachés. La respuesta de Aaron Spelling fue, en realidad, una pregunta: “¿Quién quiere seguir vivo la próxima temporada?”.

Y por último, resulta que, entre parientes perdidos y encontrados en el templo y y cirugías estéticas que justificaban un cambio de actor para un personaje (los dos hijos de Blake sufrieron ese destino, Fallon con abducción extraterrestre incluida), 'Dinastía' tuvo sus momentos pioneros. Dominique Deveraux, la adinerada hermanastra perdida de Blake Carrington, fue la primera arpía de color de la pequeña pantalla, un título que la actriz que la encarnó, Diahann Carroll, lleva con orgullo y que la hizo protagonizar grandes duelos dialécticos con Alexis (análisis de la dinámica en cuestión, aquí).

Más importante aún, Steven Carrington, único hijo (risas enlatadas) del magnate, fue el primer gay del prime time televisivo. Y, sí, resultó un poco decepcionante para la comunidad LGBT porque el personaje nunca superó el conflicto con su propia sexualidad y, a día de hoy, podríamos considerar su puesta en escena francamente homófoba. Pero teniendo en cuenta la época, las presiones de los lobbies religiosos y el hecho de que en Dinastía todo conflicto hacía sopa, tendremos que perdonárselo.

¿Veremos algo de todo eso en el reboot de 'Dinastía'? ¡Por supuesto! Pero también cambiarán muchas cosas. Krystle se ha convertido en Cristal, una mujer hispana que se casa con Blake Carrington, alterando el equilibrio WASP de la familia y trayendo consigo, además de la bronca familiar, algo de diversidad étnica a la mansión. Por supuesto, no será una esposa florero, sino una mujer de negocios que busca su sitio. Steven, heredero del imperio Carrington, sigue siendo homosexual, pero si se pasa el día de broncas con papá no es por eso, sino porque el imperio Carrington se niega a volverse ecofriendly de una buena vez. La serie también contará con dosis de humor, lo que es tal vez un intento de que nos riamos con ellos y no de ellos, y se moverá de Denver a Atlanta. Se mantienen, en cambio, los valores familiares (la única petición que hicieron los Saphiro), y el vestuario como marca de la casa, adaptado a las tendencias de 2017. Una curiosidad: en el papel del magnate Blake Carrington veremos a Grant Show, que vivió una popularidad intensa y breve en los 90 gracias a 'Melrose Place', otro producto made in Aaron Spelling. ¿Acaso es un intento de recapturar el corazón de toda una generación que suspiró, en su era 'teenager', por el motero Jake?

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