Dani Rovira y María Valverde, pareja de Goya

Lo suyo es una primera vez. En “Ahora o nunca”, los dos actores revelación (2015, por “Ocho apellidos vascos” y 2003, por “La flaqueza del bolchevique”) han formado un tándem de lujo. Se juntó el hambre por el drama de Dani con las ganas de comedia de María. ¿El resultado? Mejor, imposible.

Dani Rovira y María Valverde
Dani Rovira y María Valverde

Se conocieron en un hotel y se gustaron. Dani dice de María que pensaba que era una princesita intocable, pero que le bastaron un par de bromas para darse cuenta de que es puro rockroll: "Mola mucho, es una persona valiente y más fuerte de lo que pudieras pensar. Es una de las mejores actrices de nuestra generación y se ha tirado a la piscina de la comedia en mi cara. Olé por ella."

María destaca la sencillez de Dani y su brillantez: "Es tan mono, tan divertido... y un currante nato. Es terrible, con él no puedes parar de reír, aunque te hable en serio. Es un monólogo constante. Él dice que es un renacentista, un Leonardo da Vinci en marca blanca." Y eso que Rovira cede el primer plano en cuanto alguien quiere lucirse: "Llámame flojo, pero cansa ser el líder, llevar el peso de las conversaciones, proponer cosas a todas horas. Yo soy simpático, pero discreto." Eso, lejos del escenario. Si se trata de subirse encima, la cosa cambia: "Allí arriba me impongo y no hay quien me tosa. Me gusta hacer reír, claro, pero lo hago más por satisfacción personal. Es que yo me lo paso mejor que el público... Es como un orgasmo. Totalmente adictivo."

María, ¿qué has aprendido de “Ahora o nunca”?

Que la comedia es matemática pura y dura, una ciencia. No puedes inventártela, no se improvisa. Eso me lo ha enseñado Dani. Yo le he guiado a él por el drama y ha sido mágico ver cómo podía llegar a emocionarse... por primera vez. Nos hemos ido acompañando el uno al otro.

¿Será una de las películas más importantes de tu carrera?

He tenido muchos trabajos que me han marcado. “Exodus” fue un sueño en el que me colé unos segundos. Con “Ahora o nunca” me he liberado. Esta película de María Ripoll me ayudó a comenzar una etapa muy bonita en mi vida, a descubrir la nueva María, la que ha perdido el miedo a fallar, a no ser perfecta, a equivocarse, a dar la importancia justa al trabajo.

¿Eres parecida a Eva, la protagonista de esta comedia?

He intentado sacar la Eva que llevo dentro. Ha sido un ejercicio vital, porque todos mis personajes han sido siempre bastante comedidos, reservados, y con este papel me he destapado. Me he sentido libre, me lo he pasado bien y lo he vivido muy en primera persona. Todo, en caída libre.

¿Por qué decidiste irte a vivir a Londres?

Cuando me separo de Mario, no sé qué hacer con mi vida. Así que mis padres, valientes –nunca se lo agradeceré bastante–, me metieron en un avión rumbo a Londres. Hay decisiones que no las tomas tú, pero sí que eliges cómo vivirlas. No cambio nada. Allí he podido empezar de cero, sentirme torpe e inexperta y conocerme como mujer. Lo tenía todo y no era feliz; he descubierto que con menos, es mejor.

¿Esperas consolidar tu despegue internacional allí?

Desde los 18 años, que me fui a trabajar a Italia, no he parado de moverme. Quizá mi aparición en “Exodus”, junto a Christian Bale, lo ha hecho más patente. Pero yo siempre he ido donde me han dejado arriesgarme, que es lo que busco.

¿No echas de menos España? Acabas de rodar en Azerbaiyán “AliNino”, junto a Mandy Patinkin (“Homeland”)...

No, porque justo ahora empiezo “Gernika” en Euskadi, aunque hable en inglés... Compagino trabajos dentro y fuera. Lo que sí que me emociona cada vez que vuelvo es abrir el frigorífico de mi madre y ver las albóndigas, las croquetas, la tortilla, las lentejas... Tampoco lo he dejado todo, solo he pasado de pantalla... Siempre puedo volver a la casilla de salida y recuperar los muebles del trastero.

¿Y tu vida ha cambiado mucho en Londres?

Bueno, como no estaba para nada ni nadie, me he dedicado a empaparme de museos, de belleza, a patearme las calles y a disfrutar de mis momentos de soledad. Ahora tengo mucha curiosidad ante la vida, he visto que soy muy buena descubriendo gente y el cuerpo me pide un parón. Disfruté mucho el año pasado diseñando joyas, así que ahora igual me pongo a estudiar pintura o interiorismo... Algo que me permita evolucionar. Ya veremos...

Y a ti, Dani, ¿qué te ha aportado tu segunda película?

En “Ahora o nunca” también he jugado y me lo he pasado muy bien, pero he sentido más el peso de la responsabilidad. No por la presión –no me veo obligado a ser un Robert de Niro después de “Ocho apellidos vascos”–, sino que la directora, María Ripoll, nunca había hecho comedia y lo que al principio podía parecer una ventaja, porque nos dejaba hacer, llegó a convertirse en una responsabilidad excesiva para todos los actores. Si no llega a ser por ellos, ¡uf! no sé…

Pues eso te habrá hecho más fuerte...

Hemos tenido que poner mucho de nuestra cosecha y de nuestra imaginación, pero he cargado con una responsabilidad que no me tocaba. Y lo hice porque estaba mi cara detrás.

¿Te pareces en algo a Álex, tu personaje?

Álex tiene una inteligencia y una cultura intelectual, además de cierta torpeza emocional, que yo no tengo. Es un tipo torpón, gafotas, maniático, pero al mismo tiempo es tierno y tiene bondad. Yo no voy de Gandhi, pero no soy un hijoputa. Soy más caótico, pero igual de tierno... Vamos, que soy el yerno ideal que toda suegra querría tener.

¿Y no es difícil defender un texto que no has escrito tú?

Si fuera un monólogo, sí. Esto es una historia donde se dan muchos personajes... Aún no me he subido al escenario a defender un texto que no fuera mío. Y nunca he hecho de guionista para nadie, soy bastante egoísta… Pero, es que si se te ocurre una cosa buena, ¡te la quedas para ti, claro!

¿Y no te gustaría hacer llorar?

Yo me atrevo a todo. No sé si es una virtud o un defecto, pero soy muy inconsciente. Estoy deseando ser un malo hijo de puta, un asesino, una tortuga, da igual... Quiero arriesgarme con otros registros. Entiendo que los próximos proyectos sean de comedia porque funciono, pero me veo capacitado para hacerlo…

¿Cómo es el Dani de andar por casa?

Siempre tengo cosas que hacer, así que me parece un lujo aburrirme. Tengo perros en casa (Buyo y Carapapa) y ellos imponen cierta disciplina en mi vida. También el deporte. Y luego viene todo lo demás: un día voy al cine, aunque cada vez soy más casero, más ahora que se montan esos cristos cada vez que salgo. Acabo de descubrir las series: he visto “Homeland” y empiezo “Juego de Tronos”.

¿Algún placer inconfesable?

Soy un friqui del cine de terror: me encanta pasar miedo. Me apasiona “Funny Games”, pero también veo las pelis malas malísimas. Luego no tengo pesadillas. Me gusta llorar con los dramas, como una magdalena. Y me chifla el deporte: salgo mucho a correr porque es lo más cómodo, me bajo podcasts de radio y voy escuchando. No voy al gimnasio –aunque lo sigo pagando, soy lo peor–, hago TRX, ejercicio en suspensión y mucho senderismo... Me doy caminatas de tres y cuatro horas. ¿Suena aburrido?

Empiezas a rodar la segunda parte de “Ocho apellidos vascos”, ¿por qué?

Yo fui el primero que dije que no haría una segunda parte. No por miedo a nada, sino por romanticismo. Ha marcado historia, ha pasado algo bonito, no solo para los que participamos sino para el público... Y no hubo un “Titanic 2” ni un “Ben Hur 2”... Vamos a dejarlo así, porque siempre se desvirtúa. Pero dile esto a un productor (risas). Decidieron que sí y yo caí, para volver a vivir un rodaje como el que vivimos con Emilio Martínez Lázaro, Clara, Carmen y Karra y disfrutar de esa bonita burbuja.

¿No te da miedo?

No. Sé que no va a ser igual, ni a nivel de taquilla, porque ha sido un cometa Halley. Aunque haga un tercio, a nivel de recaudación, seguirá siendo un éxito. Me conformo con hacer algo digno y que la gente se ría.

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