Álex García: "El teatro está hecho para despertar los sentidos"

De actor a productor. Este nuevo camino que Álex García ha emprendido con 'El amante' se despide de la cartelera con un 'fin de fiesta' por todo lo alto. Su propuesta alternativa de la mano de Mahou Maestra ha conquistado a los espectadores y tú aún estás a tiempo de no perdértela. 

Alex García en el estreno de 'El amante'
Alex García en el estreno de 'El amante' / KLA

'El loco Produce'. Ya el nombre que Álex García le ha puesto a su productora es toda una declaración de intenciones.

Su primer trabajo, 'El amante', se despide este fin de semana en el Teatro Kamikaze con tres última funciones que prometen un 'fin de fiesta' por todo lo alto. Y no es de extrañar que haya grandes expectativas con esta despedida, después del éxito que la obra ha cosechado. Una experiencia teatral diferente que ha conquistado al público de la capital sacando al espectador de su zona de confort, levantándole de la butaca y mezclando una historia que a pesar de estar escrita en los años 60 tiene mucho de actualidad con un maridaje 10: la Maestra de Mahou.

Hablamos con el actor-productor sobre esta primera experiencia y el resultado de un proyecto muy personal.

¿Cómo se cruza 'El amante' en tu camino y se convierte en tu primer trabajo como productor?

Principalmente porque tenía muchas ganas de levantar un proyecto mío. Estaba en ese momento de la vida en el que cada x meses intentaba levantar sobre el papel alguna idea que tenía. Ya había puesto sobre el papel varias y en mitad de este proceso Nacho Aldeguer me llama y me dice que está dispuesto a dirigir ‘El amante’, y yo dije pues yo te la voy a producir.

Para ‘El loco produce’ este ha sido el comienzo, pero ¿es solo el principio de...?

De muchas cosas, porque me encanta levantar mis proyectos, plantear, tanto en audiovisuales como en el teatro, la profesión como yo la veo, este arte como yo lo veo. Y poniendo tú el dinero nadie te dice que no. Aun así, es sorprendente como siempre encuentras a alguien por encima, que te pone el pie y frena la creatividad.

Verónica Echegui y Daniel Perez Prada en 'El amante', teatro Kamikaze
Verónica Echegui y Daniel Perez Prada en 'El amante', teatro Kamikaze / D.R.

¿Es complicado compaginar tu trabajo como actor con el de productor?

A mi me ha abierto mucho la mente. Porque ahora cuando estoy trabajando en una serie o en una película, soy más empático con los problemas de producción. Y puedo entender que cuando un problema llega a mi ha pasado varios filtros que ocurren inevitablemente, y que se convierte en un problema para el actor pero que nadie concretamente es culpable, y nunca la persona que te lo transmite, siempre viene de mucho más arriba.

¿Qué es lo más difícil a lo que te has enfrentado como productor?

Todo son problemas… Lo que más me ha hecho crecer es la parte humana. Poder gestionar tantas sensibilidades, tantos egos, y tantos trabajos individuales. Poner a todo un grupo de acuerdo es un trabajo dificilísimo. Y aprender a hacerlo a mi me ha hecho crecer como persona. Lo ves todo con una relatividad y una paciencia que sino lo haces así acabas mal de salud y con tu equipo.

¿Lo más gratificante es el aprendizaje?

Lo más gratificante es tener la sala llena, la verdad. Lo más sorprendente también. Ver que un grupo de 250 personas ha decidido venir al teatro, darte esa tarde a algo que has creado tú, que sale de ti, es un regalo para un creador y aquí lo hemos conseguido desde la primera función.

¿Qué tiene esta historia para enganchar al espectador?

Para mi gusto tiene todo lo que yo querría como espectador: la temática de las relaciones de pareja, en una obra escrita hace 50 años, y que consigue todavía que gente que la ve descubra cosas de su pareja que antes no se había ni planteado… Conecta además con todas las edades. Nuestra propuesta es arriesgada a la par que generosa: ofrecemos un aperitivo, una cerveza Maestra de Mahou. Meter un elemento como la Maestra a nosotros nos ayudaba a romper esa mentalidad de "voy al teatro a sentarme, y no hacer nada más". La cerveza consigue crear un ambiente especial. La gente cuando está tomando la cerveza y le dan el aperitivo ya de repente empieza a participar en la obra de teatro sin darse cuenta, se le olvida el bloqueo mental de “he venido a que me cuenten algo”, y empiezan a recibir lo que le estamos contando sin ser tan conscientes.

Es lo que nos suelen decir al final del espectáculo: cuando están en el momento cóctel hay mucha gente que está perdida, no sabe que está ocurriendo, peor cuando ha pasado todo ya te dice “al principio no sabía de qué iba esto, pero al ver la función he visto que nos estabais metiendo en la historia”. La mezcla de hacer una obra de un autor como Pinter, con Verónica Echegui y Dani Pérez Prada, que ya tienen su público, y la parte sorpresa del cóctel que le da a la obra de teatro un toque diferente, todo esto hace que mucha gente repita. Hay gente que ha visto la función hasta tres veces. Porque además va cambiando: 250 espectadores se convierten en invitados de un cóctel, entonces dependiendo de cómo sean esos espectadores suceden una cosas u otras.

¿Tenías claro desde el principio que querías que la experiencia del espectador que viniese a ver 'El amante no fuese solo estar sentado en una butaca?

Tenía claro que si me metía a producir teatro era para hacer algo diferente. Todas las quejas que yo he tenido durante los últimos años las iba a plasmar en mi proyecto. Tenía claro que no quería sentarles directamente en una butaca, y contar con Mahou fue una de mis primeras opciones. Afortunadamente a ellos les encantó la idea. Y en la tercera temporada han seguido apostando por nosotros.

Mahou es una marca que los españoles (sobre todo madrileños) tenemos muy interiorizada, ¿qué feedback recibes de la gente al salir de la obra sobre esta unión?

La gente te sorprende porque lo normaliza. Cuando estás allí con tu Mahou en la mano, se acostumbran. Quieren ir al teatro y que este tipo de iniciativas sean lo normal. Que es lo que hace que la gente vuelva, trayendo a amigos. El teatro está hecho para despertar los sentidos. Ir a ver una obra de un premio Nobel y que lo primero que te den sea una caña y un abrazo en la puerta, ya te pone en otro lugar. Es el mejor comienzo que puede tener una obra de teatro.

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