El supercoche que le han regalado a Kylie Jenner es un sueño, pero no ideal

Ha sido el regalo de su novio, el rapero Travis Scott, por haber sido mamá: un LaFerrari de 1,4 millones de euros. 

Kylie Jenner en su bólido LaFerrari

Kylie Jenner presume de coche en las redes. 

/ Instagram / @kyliejenner

En el mundo anglosajón está de moda ofrecer un regalo a las mujeres que acaban de ser mamás como premio al milagro de la vida y a su esfuerzo en la gestación y en el parto. Travis Scott, el novio de Kylie Jenner, decidió que ese regalo fuese nada menos que un LaFerrari de 1,4 millones de euros, un modelo que acaba de terminar su producción, limitada a 499 unidades, y que entregó a su chica, reciente mamá, la semana pasada.

El modelo en cuestión lo pudimos ver esta semana gracias a la cuenta Kyliesnapchat:

"No puedo creer que sea mío", escribió en su perfil de Snapchat sobre una imagen que ha sido capturada por algunos usuarios.

¿Qué se encontrará Kylie?

El LaFerrari es la máxima expresión del deportivo actual, donde la firma del Cavallino Rampante pone todo su saber hacer, con tecnología de Fórmula 1 y 963 caballos de potencia. Es un coche casi de carreras, aunque la tecnología moderna permite que pueda ser conducido a diario sin demasiados problemas para el que de verdad disfrute con la velocidad y las sensaciones fuertes.

El LaFerrari rojo

Aspecto exterior (e increíble) del modelo LaFerrari que han regalado a Kylie Jenner.

/ D. R.

Para quien tales términos no sean prioritarios en su vida, sin embargo, solo verá inconvenientes en el LaFerrari. Buena parte llegan por la posición de conducción. Esta es muy baja y tendida, como en un monoplaza, y dado que el asiento es fijo y forma parte del chasis, sus reglajes no son numerosos. Esto supone dificultades para sentarse: hay que dejarse caer al asiento olvidarse de hacerlo con elegancia, palabra que debe sustituirse por agilidad. Salir será igual de complicado, y por todo ello, además, hay que vestir la ropa adecuada y olvidarse de tacones o minifaldas… salvo que tengas intenciones de enseñar algo concreto a los demás.

Una vez en marcha, la visibilidad es precaria, cualquier coche convencional parecerá un gigante a nuestro lado –el LaFerrari mide 1,1 metros de alto–, y tomar la medida de sus esquinas no será fácil. Tampoco aparcar, pues su caja de cambios de doble embrague, perfecta para hacer cambios en milisegundos, es un poco torpe en maniobras a baja velocidad: está en las antípodas de los suaves cambios automáticos habituales del mercado americano y hay que tomarle el tacto.

En marcha, la dureza de la amortiguación o del pedal del freno le hacen incómodo, y su escasa altura libre al suelo hace que las aceras sean cuchillos que pueden romper la fibra de carbono de sus defensas fácilmente y arañar las llantas, dado que sus neumáticos son tremendamente anchos pero muy, muy finos de perfil, y no las protegen. No tiene maletero, es biplaza, y su consumo de combustible, muy elevado.

En carretera, el LaFerrari posee unas prestaciones descomunales, con una velocidad punta de más de 400 km/h y un cero a cien en menos de 3 segundos. Afortunadamente, las ayudas electrónicas hacen que pueda ser conducido por todos los públicos sin desmandarse, pero pilotarlo para llegar a exprimir algo de su potencial se reserva a expertos conductores, a amantes de la conducción. Eso como mínimo: a los demás, les dará miedo hasta su rugido.

En definitiva, para un apasionado, todos los inconvenientes mencionados son virtudes: les sobrará una plaza (¿quién quiere llevar equipaje para pilotar?) se sentarán tan bajos que mejorarán el centro de gravedad, clave en el paso por curva; la caja de cambios es la más rápida del mercado; la potencia, superior a la de los coches de Fórmula 1, de ahí su elevado consumo. En resumen: un verdadero sueño sin pegas más allá de lo que cuesta.

¿Crees que le gustará a Kylie… o en realidad ha recibido un regalo que va a ser disfrutado por el que se lo ha regalado?

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