Laura Baena: “El gran problema es que en muchas empresas se pretendía tener los mismos horarios, las mismas exigencias, sin tener en cuenta que las trabajadoras con hijos teníamos que hacer malabares”
La fundadora del Club de Malasmadres alerta de la sobrecarga que supone cuidar de la prole y cumplir con las tareas laborales desde casa. La solución: una legislación adecuada y el apoyo consensuado de los partidos políticos, como demanda su campaña #EstoNoEsConciliar.
Si pides a Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, que enumere las situaciones más preocupantes a día de hoy respecto a la conciliación en España, empieza y no para. La renuncia de la mujer a su carrera profesional al ser madre, la de la mujer a ser madre por miedo a no tener futuro económico y profesional, la falta de reemplazo profesional, la falta de corresponsabilidad en el hogar, la falta de apoyo para las familias monoparentales… “Y así podría estar enumerando situaciones derivadas de la falta de conciliación en este país. A diario recibimos miles de casos de renuncia o de estrés y falta de apoyo de muchísimas madres”, denuncia. Del mismo modo, si le preguntas medidas para fomentar la conciliación y apoyar a las familias en toda su diversidad, dispara como una metralleta: La educación en valores de igualdad y corresponsabilidad como pilar fundamental, las ayudas económicas y la creación de estructuras que apoyen la conciliación para que una mujer madre no tenga que renunciar a una entrevista de trabajo cuando no tiene con quién dejar a sus hijos o hijas, el apoyo al emprendimiento después de la maternidad ya que, como señala Baena, “muchas mujeres deciden emprender por la falta de conciliación al ser madres”.
La crisis del coronavirus y el consiguiente confinamiento impuesto a la sociedad han puesto de relevancia la necesidad urgente de legislar el teletrabajo. Cuando comenzó el confinamiento, mucha gente y muchas empresas descubrieron las bondades del teletrabajo, una práctica poco frecuente en España que destaca a la baja en comparación con el resto de Europa. Según datos del INE, el porcentaje de ocupados que normalmente realizan trabajo desde el domicilio en la Unión Europea es más alto que en nuestro país ( 4,8%). Destacan Países Bajos (14,0%), Finlandia (13,3%) y Luxemburgo (11,0%). Entre los trabajadores por cuenta propia, estos representan el 46,4% total en Finlandia, el 44,5% en Países Bajos y el 43,6% en Austria. España, por su parte, apenas supera el 15%. Con la crisis sanitaria, sin embargo, nuestro país ha pasado a que uno de cada tres trabajadores haga su labor desde casa. En solo tres meses se ha superado las previsiones que se tenían para cinco años. Sin embargo, Laura Baena señala que, sin la legislación adecuada, el teletrabajo puede convertirse en una encerrona para las mujeres, por eso señala que es fundamental “regular el teletrabajo con perspectiva de género para que no se convierta en una trampa más que invisibilice a la mujer en el mercado laboral, como han hecho hasta ahora otras medidas como la excedencia y la reducción de jornada, que en su mayoría las disfrutan las mujeres madres”.
Con el hashtag #YoNoRenuncio, Laura Baena y El Club de Malasmadres llevan desde 2015 luchando a favor de un Pacto de Estado por la Conciliación que aglutine a partidos, empresas y familias. Su reciente campaña#EstoNoEsConciliar ha superado ya las 200.000 firmas. Cuesta creer que la sensatez de sus propuestas no haya encontrado aún el apoyo del Gobierno y, más allá, el consenso político del Congreso. Entre sus peticiones destaca “medidas que apoyen a las empresas que integren en sus planes de igualdad la conciliación y corresponsabilidad como por ejemplo: incentivos fiscales para pymes que implanten jornadas continuas con flexibilidad horaria, medida que llevamos planteando desde 2015 y que fue aprobada como PNL en Valencia y Madrid. Leyes que sean palanca de cambio a nivel social y cultural como los permisos igualitarios e intransferibles de maternidad y paternidad, que esperemos que sean efectivos en 2021”, sigue enumerando Baena que concluye que lo que hacen falta son “medidas que apoyen a todo tipo de familias, las más vulnerables, las familias monoparentales, las familias con niños/as con necesidades especiales”.
Cuando comenzó la crisis del coronavirus pareció que al fin el teletrabajo despegaba como una buena opción de flexibilizar el trabajo. Muchas pensamos que sería una ayuda para conciliar. ¿Ha supuesto, sin embargo, ser una carga añadida para las trabajadoras con hijos?
En mi opinión, el teletrabajo ha sido una oportunidad para muchas mujeres madres de no tener que renunciar a su empleo, como sí han tenido que hacer muchas otras durante estos 3 meses por tener un empleo presencial o porque desde sus empresas no les facilitaban esta opción. El problema es que ha llegado sin estar preparados. Antes del confinamiento, solo un 13% [de la población] teletrabajaba. No existe una cultura laboral donde prime la flexibilidad, que es clave para teletrabajar bien en tiempos de pandemia, como una medida de conciliación real. El gran problema es que en muchas empresas se pretendía tener los mismos horarios, los mismos objetivos y exigencias, sin tener en cuenta la crisis en la que nos encontrábamos y que las trabajadoras con hijos teníamos que hacer malabares, ahora más que nunca, para trabajar. El 23 de marzo, con motivo del día de la conciliación, lanzamos una encuesta. 7 de cada 10 Malasmadres declaraban que tenían dificultades para poder teletrabajar. Los mayores obstáculos eran las interrupciones de los hijos e hijas y la falta de concentración. Además, el 97% no contaba con un espacio propio de trabajo. Esto nos da una clave de cómo debe ser el teletrabajo. Por un lado, no debe ser una opción para cuidar a nuestros hijos e hijas, pero sí ayuda a la conciliación, al evitar desplazamientos y permitirnos una mejor organización del tiempo.
El Club de Malasmadres, con la campaña ‘Esto no es conciliar’,
Más allá de legislar el derecho a la desconexión, que es fundamental, así como asegurar los riesgos laborales en el puesto de trabajo desde casa, para nosotras hay que regularlo con perspectiva de género para que no se convierta en una trampa más que invisibilice a la mujer en el mercado laboral, como han hecho hasta ahora otras medidas como la excedencia y la reducción de jornada, que en su mayoría las disfrutan las mujeres madres. Si se convierte en una opción solo para las mujeres madres, nos aleja del mercado laboral, de las opciones de promoción y toma de decisiones. Por esto también apostamos porque sea semipresencial y se trabaje desde las empresas con paridad. Estos puntos son algunos de los que hemos incluido en la propuesta que hemos hecho llegar desde la Asociación Yo no renuncio al Ministerio de Trabajo liderado por Yolanda Díaz.
En el Teléfono Amarillo de la Conciliación, que habéis creado la Asociación Yo No Renuncio del Club de Malasmadres, se han atendido en cinco meses más llamadas que en todo 2019. ¿Qué está pasando?
Hemos vivido una situación nueva a todos los niveles, una crisis sin precedentes que ha obligado a muchas mujeres a renunciar, a tener que informarse de cuáles eran sus derechos en temas laborales y de conciliación. Consultas sobre los ERTE en un inicio y después sobre el teletrabajo y la adaptación de la jornada, que en numerosas ocasiones se negaba por parte de la empresa, por ser solo de carácter preferente en el BOE. De ahí que desde la Asociación hayamos pedido al Gobierno la obligatoriedad durante el estado de alarma y más allá, hasta que se supiera qué pasaba con los colegios con nuestra campaña ‘Esto no es conciliar’. Las peticiones urgentes se han desoído y esto ha supuesto la pérdida de derechos y de empleo por parte de miles de mujeres, que vamos a ser las más perjudicadas de esta crisis económica. La falta de confianza es clave en estos casos y por eso las personas que acuden a nuestro teléfono, lo hacen no solo buscando información legal, sino también apoyo y los pasos a seguir para comunicar un embarazo o una reducción de jornada a su empresa. Una sociedad que no apuesta por la maternidad es una sociedad sin futuro, que reclama estructuras que apoyen a las familias para no tener que renunciar.
¿Cuáles son las demandas y peticiones más frecuentes que os llegan al Teléfono Amarillo de la Conciliación?
De las 2.133 consultas atendidas, 1.518 tienen que ver con derechos de conciliación: reducción de jornada, permiso de lactancia, adaptación de la jornada… Pero, desde que estallara la pandemia, el teletrabajo ha sido una de las consultas más demandas por las madres y padres que han recurrido a este servicio gratuito.
¿Por qué es fundamental un Pacto de Estado para la Conciliación?
Llevamos 5 años visibilizando la necesidad de un Plan Nacional por la conciliación, que incluya medidas mínimas para que todas las familias podamos conciliar y para que ser madre no sea un obstáculo en nuestra carrera profesional. 6 de cada 10 mujeres renunciamos a nuestra carrera profesional al ser madres. Yo fui una de ellas. Datos que seguro que empeoran después de esta crisis. Para conseguir una conciliación real es necesaria la corresponsabilidad social y la implicación de todos los agentes sociales: familias, empresas, sindicatos y Gobierno. Se trata de un cambio de modelo social, que afecte de manera transversal a todas las esferas sociales. Actualmente estamos trabajando en este Plan, que tendrá 10-15 medidas que creemos fundamentales y que presentaremos en el Gobierno para que se ponga en marcha porque creemos que esta situación vivida es una oportunidad de apostar por el futuro.
¿Qué valoración harías de la conciliación en España?
En España la conciliación es una asignatura pendiente. No tenemos reemplazo poblacional. Vivimos en un país que no es para madres y padres que quieren conciliar. Donde los pilares de la conciliación son los abuelos y las abuelas, los colegios y las escuelas infantiles. Inmersos en una cultura laboral del presencialismo y de la cultura del horario sin fin, en vez de trabajar por objetivos, que se demuestra que es mucho más productivo. Un país donde la natalidad baja y baja hasta datos de los años 40, con una media de 1,26 hijos. Y lo peor es que muchas mujeres renuncian a ser madres porque estamos en un sistema que no apuesta por ello, dando la espalda a la infancia. En la crisis del Covid-19 ha quedado claro que las familias no somos una prioridad y esto tiene que cambiar. Porque es posible. Porque este modelo está obsoleto y toca trabajar de manera conjunta para que la igualdad y la sostenibilidad del país sean una realidad.
Según datos de CCOO, el teletrabajo ha sobrecargado principalmente a las mujeres. ¿Qué ideas de conciliación sugerirías?
Fundamental lo que hablábamos en un inicio, regular el teletrabajo con perspectiva de género, buscar la paridad en los equipos de teletrabajo y un modelo semipresencial que no encierre a las mujeres en los hogares. La situación actual nos demuestra cómo los hombres vuelven de manera presencial al trabajo, mientras las mujeres se quedan en casa intentando sobrevivir, teletrabajando las más afortunadas, renunciando las más perjudicadas. Un estudio de Reino Unido declaraba que los hombres consiguen teletrabajar hasta 3 horas sin interrupciones y las mujeres solo una. Este dato, que seguramente será similar en España, es fiel reflejo de la falta de corresponsabilidad y de lo que de verdad importa en una sociedad. Al inicio del confinamiento, en nuestra encuesta ‘Esto no es conciliar’, quisimos analizar si estando todos y todas confinados la situación de reparto de tareas había mejorado y no fue así. En muchos hogares incluso ha empeorado. Nos queda mucho por hacer. Tenemos que seguir concienciando.
¿Qué le dirías a las empresas a la hora de afrontar el teletrabajo?
En estos meses hemos recibido casos positivos, que creo que merece la pena visibilizar porque tienen que ser ejemplos a seguir en tiempos de crisis. Empresas que demuestran que las crisis son una oportunidad. La mayor barrera de las empresas ante el teletrabajo es la falta de confianza que existe de los mandos intermedios a los trabajadores. En todos estos años nos encontramos con entidades que en su ADN tienen valores de conciliación, pero que no consiguen que se transmitan a los equipos de trabajo. Hay que cambiar el modelo productivo, apostar por un trabajo valorado por objetivos y no horas. Creer en la flexibilidad, como palanca de cambio laboral y escuchar a cada empleado/a para diseñar la mejor fórmula para su situación profesional y personal. Esto es posible en servicios y puestos de oficina. Para aquellos que trabajan de manera presencial y que se han ganado todo nuestro respeto y admiración en esta crisis, tenemos un gran reto, pero hay que innovar y proponer sistemas que apoyen las jornadas continuas y un cambio en la racionalización de horarios, como plantea ARHOE, con José Luis Casero a la cabeza.
Por último, ¿crees que la conciliación dice mucho de cómo es, de verdad, una sociedad? ¿Qué diría de la nuestra?
Bueno, de la nuestra dice muchas cosas, pero creo que existe el compromiso social y político de trabajar en el cambio. Aunque la situación es muy complicada y esta pandemia ha puesto de manifiesto la mala gestión en conciliación que se ha hecho, tenemos que ser conscientes de que es problema estructural y nada fácil de implementar. Porque no vale con un par de medidas, que actúen de parches, sino que necesitamos de un plan transversal en todos los sectores. Creo que estamos en el mejor momento, aunque también te diré que el abandono que hemos sentido las familias en este tiempo no se entiende ni olvida.
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