Tópicos que dan risa: no te pierdas La Ternura
Emma Suárez y Alexandra Jiménez han dado un triple salto mortal con esta película recién estrenada en el Festival de San Sebastián por Vicente Villanueva. Una comedia en verso y de época que habla de hombres, mujeres y... riesgo: el que se toma cuando se trata de amar. Muy divertida.
Como señala Emma, esto parece un party line de los años 80: es lo que tienen las vacaciones, que nos pillan a cada una en una parte de España. Emma lo lamenta: se había maquillado porque creía que nos veríamos por zoom y estaba tan guapa... Alexandra da gracias: tiene una hija de dos años y no le da la vida (salvo para ver Pocoyó). Ambas se tratan como madre e hija, como sus personajes en esta divertida historia: una reina y dos princesas que planean escapar de sus matrimonios concertados y vivir en una isla desierta donde no hay hombres. Lo divertido llega cuando se encuentran con un padre y dos hijos que viven allí huyendo de las mujeres...
La ternura, de Alfredo Sanzol, ha sido una obra teatral con muchísimo éxito. ¿Fue eso lo que os atrajo del proyecto o que Vicente Villanueva estuviera detrás?
Alexandra: Yo conocía la obra; la vi en el Teatro de la Abadía y me encantó. Además, he trabajado con Vicente varias veces (en Toc, Toc, 2017 y en la serie Supernormal, 2023) y me habló de este proyecto que le ha costado tanto sacar adelante. La ternura implicaba un riesgo y no todo el mundo estaba dispuesto a asumirlo. Es una propuesta muy valiente a la que me tiré de cabeza desde el principio.
Emma: Yo nunca había trabajado con él y me llamó para hacer una prueba. Había visto la obra en teatro, me pareció divertidísima y no quería dejar pasar la oportunidad de hacer comedia. Tampoco de apostar por esta aventura: ha sido un rodaje realmente duro de siete semanas, entre Canarias y República Dominicana.
Bueno es una película de época en verso, se ve que os va la marcha...
Alexandra: Como actrices, no creo que haya que tenerle miedo absolutamente a nada. Si te dan la oportunidad de meterte en un proyecto distinto a todo lo que hayas hecho antes, original, luminoso... es un lujo.
Emma: Villanueva tenía muy clara la película que quería, la estuvo preparando durante años y nos contagió ese entusiasmo. Es un director que te llena de datos, de referencias, de información y eso te hace sentir segura antes de arrancar. Trabajamos mucho el texto y la coreografía de los personajes. Y el hecho de hacer comedia te coloca en un estado de diversión perfecto para sufrir todos los inconvenientes que tuvimos con el calor, las pelucas, los bigotes, las barbas, el vestuario de época, los corpiños y el huracán Katrina (o Hermione o Mari Carmen, risas), que nos visitó en Canarias.
Alexandra: Llovía todos los días, se inundó parte del decorado... cada día teníamos que superar una cantidad de pruebas imposibles (risas). Era como el programa de Humor amarillo, cada día más difícil que el anterior. Y cuando ves la película, parece que en Dominicana hace frío y todo (risas).
¿Alguna vez habéis querido eliminar a los hombres de la ecuación?
Emma: ¿En la vida real? A ver, tampoco hace falta...
Alexandra: Tampoco es eso.
¿Creéis que somos tan distintos?
Alexandra: En el fondo, no, aunque quizás esté equivocada. Lo que me gusta de la película es que no se convierte en una historia sobre la guerra de sexos, sino en la valentía de amar. Es absurdo pretender esconderte del sufrimiento: si no amo, no me harán daño. Hay que exponerse, no hay que dejar de vivir el amor, porque te pierdes lo mejor de la vida. Esa es la moraleja.
Emma: Todos somos vulnerables a la ternura, al deseo, a empatizar con el otro. Necesitamos complementarnos y entendernos. Y de lo que habla la película es del malentendido.
¿Si pudierais hacer magia, como la reina, cómo la aprovecharíais?
Emma: Yo eliminaría las guerras, las fronteras, tantos defectos del ser humano como el egoísmo, la avaricia... Haría desaparecer lo que evita la compasión.
Alexandra: Tras esto, no sé qué más decir (risas). Hay mucho que eliminar.
¿Os gustó ser reina y princesa?
Alexandra: Bueno, confieso que me lo pasé mejor siendo soldado (risas).
Emma: Sí, porque llevar corpiño durante doce horas es mortal. ¡No puedes ni levantar los brazos, literal!
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