Gane o pierda, Kamala Harris ya es un icono
La víspera de las elecciones en Estados Unidos analizamos por qué la política ha cambiado el universo político al luchar por un liderazgo femenino y por demostrar que para alcanzar el poder, no es necesario ser un villano.
Donald Trump se ha convertido en un -incomodísimo y desafortunado- icono de la cultura pop gracias a una gorra que es ya parte de la cultura kitsch, a un anaranjado color de piel perfecto para convertirlo en una caricatura interminable y a una capacidad casi sobrenatural de ofender sin pestañear. Mientras tanto, Kamala Harris también es ya un referente pop sin necesidad de haber recurrido a la controversia premeditada. De hecho, la forma en la que recalca que se presenta a la candidatura a la presidencia de los Estados Unidos no porque busque marcarse un hito histórico, sino porque está cualificada para ser la presidenta, deja claro que no son ni ego ni el disfrute del poder sus objetivos. Kamala no ha querido tampoco centrarse esta vez tanto en el género como sí lo hizo en su carrera hacia la presidencia Hillary Clinton, pero sí ha puesto la atención en la raza.
Estrategas políticos como David Axelrod han señalado que su postura es correcta, y Nancy Pelosi, en la Universidad de Chicago, señaló que la idea de que Harris se pueda convertir en la primera presidenta le hacía “llorar de emoción, pero no ayuda a ganar votos. Es la guinda del pastel, pero no es el pastel”, añadió. “Ahora sabemos, gracias a las ciencias sociales y a las encuestas, que las mujeres tienen las mismas probabilidades de ganar las elecciones incluso cuando su elegibilidad parece ser una cuestión que está siempre presente. Sin embargo, existe una preocupación muy real de que cuanta más atención se preste al género de un candidato, ya sea por parte del propio candidato o del público que hace preguntas como si están los Estados Unidos preparados para una mujer o si puede ganar una mujer negra, más dudas siembra sobre su capacidad para ganar”, escribe en ‘New York Times’ Jessica Bennett.
Para acercarse a la juventud y para cambiar la óptica política, Kamala Harris decidió ir al podcast al que acuden las celebridades de Hollywood a hablar no sólo de sus proyectos, sino incluso de su vida privada, ‘Call her daddy’. A Alexandra Cooper, la responsable del podcast, la entrevista le costó miles de seguidores, pero la presencia de Harris indicó que la política está sabiendo hacer uso de las nuevas plataformas de comunicación. Sabe que para atraer la atención, ha de saber decir siempre cosas nuevas y hacer a la gente hablar sin necesidad de que sea la controversia la que mueve las conversaciones, como sí hace Trump. El mundo tiene una insaciable sed por tener contenido y noticias, y Harris está sabiendo cómo dárselo. El pop, por si fuera poco, está a su favor: el hecho de que Beyoncé y Taylor Swift se hayan posicionado a su lado (cuando Swift animó a sus seguidores a votar, 406.000 personas se registraron en Vote.gov, algo esencial teniendo en mente que en América, la gente tiene que registrarse para votar) demuestra que hoy es imprescindible que el mundo de la política deje de mirar por encima del hombro y se acerque a la gente.
Y qué decir de la forma en la que el álbum ‘Brat’, de Charli XCX, se ha relacionado con la política. Mientras que la gente hablaba de ese “verano Brat” desenfadado, las redes se llenaban de memes que vinculaban a Harris con la estética y la actitud que la cantante impuso en la temporada estival como oposición a esa calmada mentalidad ‘demure’. Porque Kamala, aunque se asegura de no grandes escándalos, nunca se queda en un aburrido y olvidadizo segundo plano, y sin duda, eso ha jugado a su favor a la hora de atraer a la Generación Z. También ha sabido hacer un inteligente uso de la moda. Sus Converse son icónicas y ha hecho que sus deportivas se adentraren en el mundo de la política para convertirse en un accesorio tan simbólico, que en su primera portada de ‘Vogue USA’ no dudó en posar con ellas. “Parecen mandar el mensaje de “vamos a trabajar” que mandan los hombres cuando se quitan la chaqueta americana y se arremangan la camisa. Siento que su equivalente femenino es llevar deportivas”, dice Verti Hart, una ex trabajadora del Congreso que en TikTok analiza los looks de los candidatos políticos.
“De una forma que se siente refrescantemente moderna y profundamente arraigada en las tendencias culturales inclusivas, la campaña de Kamala ha abrazado la energía caótica y alegre de la cultura digital actual... y está dando grandes frutos”, explica Elena Claro, directora de estrategia de M&C Saatchi. Indica que los candidatos políticos tienen una tarea clara, que es la de definir lo que está en juego, al enemigo y a sí mismos. “En una era en la que la reputación se construye a partir de innumerables pequeñas impresiones, el equipo de Kamala ha aprovechado de forma brillante el poder de la cultura de los memes y el humor de Internet para atraer a los votantes y controlar los términos del debate. Lo que está en juego está bien claro: evitar un regreso a la edad oscura”, asegura. Porque Harris representa el futuro: una encarnación del espíritu cultural de la época, donde chocan la cultura de los memes, las referencias pop y la participación popular.
Kamala Harris, gane o no, es ya parte de la historia y sigue escribiendo nuevos capítulos en los que por fin se echa por tierra el mito de la solterona que no tiene hijos y vive rodeada de gatos al tiempo que se acerca al poder sin miedo a abogar por un liderazgo eminentemente femenino que no teme apostar por las características que definen la formas de dirigir de las mujeres. “El liderazgo femenino suele ser más inclusivo y orientado hacia las personas y cómo se sienten en el entorno laboral. Las mujeres líderes tienden a priorizar trabajar en equipo con una sensación armónica, de no tanta competitividad entre sí. El cómo sentimos que llegamos a un objetivo importa mucho”, dice Andrea Acha, que ayuda a las emprendedoras a salir en medios de comunicación para ganar visibilidad y autoridad en su sector.
“Kamala Harris no sólo rompió el techo de cristal como la primera mujer negra y asiática en convertirse en vicepresidenta de los Estados Unidos, sino que también tiene un estilo de comunicación y liderazgo que es empático, auténtico y que irradia lo que llamamos presencia ejecutiva”, dice Lisa Akesson, tutora en RADA Business. “Cuando la observas hablar, puedes ver que no tiene miedo de permitir que su personalidad y su estilo femenino caminen de la mano de su confianza y seriedad. Esto transmite una personalidad dinámica. Tiene calidez y una sonrisa contagiosa que la hace accesible. Esto, combinado con el tono más profundo y resonante de su voz, le permite transmitir una calma natural que es autoritaria y creíble”, añade.
Kamala es ya un icono de la cultura pop y forma parte de la historia, pero incluso si no gana las elecciones, resulta esencial recordar que ella ha allanado el camino para quienes vendrán después. Ojalá pronto la noticia no sea que una mujer sea presidenta o que una persona racionalizada alcance el poder, pero hasta entonces, es importante señalar los avances y logros que se consiguen con la lucha de quienes alzan la voz, y sin duda, Harris lleva tiempo haciéndolo. Porque ya como vicepresidenta batalló por un mundo más justo e igualitario, y en su carrera a la presidencia se ha asegurado de subrayar siempre las injusticias y de abogar por un mundo igualitario.
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