Itsaso Arana: “Es importante ser dueñas de nuestro deseo y vivir sin tanto miedo al rechazo”

 La actriz Itsaso Arana debuta tras la cámara con 'Las chicas están bien', una película inclasificable, íntima, confesional y muy femenina. Una pequeña joya.

Las chicas están bien
Las chicas están bien / Los Ilusos Films

Una casa de campo (de cuento), siete días de verano y cinco chicas hablando. Así podría resumirse muy brevemente "Las chicas están bien", el primer largometraje de ficción dirigido –además de escrito y coprotagonizado– por la actriz Itsaso Arana. La navarra, cofundadora de la compañía de teatro La Tristura, habitual de las películas de Jonás Trueba y coprotagonista de la miniserie de Netflix "Las de la última fila", ha filmado una película pequeña en la forma y grande en el fondo. Y lo ha hecho junto a un equipo de actrices cómplices: Bárbara Lennie, Irene Escolar y, las menos conocidas, Helena Ezquerro e Itziar Manero. La propia Itsaso nos cuenta los detalles de este proyecto tan personal.

¿Es cierto que el proyecto empezó siendo una obra de teatro?

Sí, escribí una obra de teatro, pero después me di cuenta de que era irrepresentable. Me interesaba más poder filmar a un grupo de actrices que se apartan unos días del mundo para enfrentarse a los materiales que propone la obra de teatro. No me interesaba tanto representar la obra de teatro en sí, sino ver el proceso que supone enfrentarte a un material creativo en equipo, y ver cómo eso a veces transforma tu propia idea del mundo, abre conversaciones, te hace medirte con tu propio personaje. Todo ese proceso entre la realidad y la ficción me interesaba más.

¿Por qué decides que las protagonistas conservéis vuestro nombre?

La película tiene un lado documental muy importante. Si te fijas, el género de la película es indefinible. A ratos parece una película de época, a ratos un cuento de verano, a ratos teatro leído, a ratos un cine conversacional o confesional. Para mí era muy importante que las actrices trajeran su bagaje de vida y artístico a la película. Esa parte documental, de compartir las verdaderas historias de cada una, me parecía que podía enriquecer la película y diferenciarla de otras ficciones. Me gusta mucho la idea de que las propias actrices hicieran de actrices y pudieran traer toda su riqueza a la película de forma tan generosa. Finalmente, aparecen de forma bastante expuesta. Primero, yo conversé con ellas alrededor de los temas de la película y, a partir de eso, generamos una especie de álbum de anécdotas, de vivencias en común. Fue entonces cuando escribí esos papeles para para ellas.

Entonces hay mucho de vosotras en cada personaje.

Exacto. Que se llamen como se llaman en la realidad no es un detalle, es toda una declaración de de intenciones. Hay una entrega del material propio vital para la película. Un compartir lecciones de vida.

Itsaso Arana

Itsaso Arana en pleno rodaje de "Las chicas están bien"

/ Los Ilusos Films

¿El rodaje ha sido tan bonito como se percibe? ¿Os conocíais bien las cinco antes de rodar?

La verdad es que admiraba el trabajo de todas. Las conocía a todas. Y cada una entre ellas, por supuesto. Irene y Bárbara sí son muy amigas, el resto no se conocían tanto. Eso también lo trasladamos a la ficción. A lo largo de los días van cogiendo confianza, disminuyendo los prejuicios unas con otras. El rodaje se hizo en muy poquitos días. Es una película con una escala muy humana, una película muy posibilista. Y de alguna forma, para mí era importante que los valores que defiende la película estuvieran también en el rodaje. Había muchísimas jefas de equipo, jóvenes muy entregadas a la a la película. Me dicen que había algo mágico en el rodaje y me gusta pensar que así fue y que todo lo que ocurría en el rodaje sí trascendía en la pantalla.

¿Por qué has decidido que todas fuerais mujeres?

Esta película nace para las mujeres de mi vida. Yo vengo de una familia de muchas mujeres. Viene de una vivencia muy profunda, algo que se cuenta en la película, cuando las mujeres de mi familia se reunieron alrededor de la cama de mi papá mientras moría. Siempre pensé que era una imagen que, aunque difícil, te cambiaba la vida para bien, te daba un sentido del valor de la vida. En ese momento, viendo a todas estas mujeres, hice una especie de asociación con toda esa literatura femenina, todos esos relatos victorianos: “La casa de Bernarda Alba”, “Mujercitas”... Esa sensación de mujeres encerradas esperando algo. Este imaginario siempre me había llamado mucho la atención. Al juntar esa parte más vivencial, con esa otra parte más literaria o estética, me dije que ahí tenía algo que contar. Algo profundo que no es algo solo estético o que tenga que ver con la ola feminista o en el aire de los tiempos.

Cómo se dice en la película, ¿crees que deberíamos hablar más de la muerte y de nuestras pérdidas?

No solo es hablar, creo deberíamos tener la muerte mucho más integrada. No verla como algo de lo que hay que huir, sino como algo que hay que asimilar. Las enfermedades y la muerte, a pesar de lo duras que siempre son, nos reconectan con la vida, nos fertilizan, nos hacen querer vivir la vida de una manera más plena. Actuar y crear también me reconectan con la alegría de estar viva. Esta película es un canto también a eso: al estemos presentes, compartamos entre nosotras sin miedo.

La película la has dedicado a Julián Arana, Carmen Ortega y Arantxa Setién. ¿Son quienes imagino?

Sí, mi “aita” y las dos mamás de Helena y de Itziar, que perdieron muy pronto. Yo siempre digo que hay algunos muertos buenos que nos han acompañado en la película. Sin ser yo especialmente creyente, pero sí considero que es un homenaje a esas personas que nos han traído aquí.

Las chicas están bien Helena e Itziar

Itziar Manero y Helena Ezquerro, las dos actrices menos conocidas (pero muy prometedoras).

/ Los Ilusos Films

¿Qué papel tienen en la película los cuentos y las princesas y los sapos?

Nos recuerdan que hay algunos relatos y algunos cuentos que nos han determinado para mal, pero también es verdad que los podemos reinventar, recrear, reapropiar y resignificar. Que podemos jugar con nuestra propia feminidad sin miedo, siempre que no estemos esperando la aprobación de los demás, sino que nos miremos entre nosotras.

Entre los muchos mensajes que hay en la película, uno es la importancia de declarar nuestro amor, algo que las mujeres nos cuesta muchas veces hacer.

Sí. Para mí es muy importante ser dueñas de nuestro deseo y vivir la vida plenamente, sin tanto miedo al rechazo. No estar esperando siempre que haya una mirada afuera que nos conforme. Imagínate siendo actrices, que hacemos de la mirada ajena nuestro trabajo, la carga que tiene en nuestras vidas. Finalmente, lo importante es que el amor es tuyo y que la valentía misma de declararte te hace mejor. Decía una película que me gustaba mucho: “Las cartas de amor son ridículas, pero son más ridículos aquellos que no las escriben nunca”. Hemos venido a jugar.

Las chicas están bien Bárbara Lennie e Irene Escolar

Bárbara Lennie e Irene Escolar, amigas dentro y fuera de la película.

/ Los Ilusos Films

De hecho, el príncipe que aparece en la película no cambia mucho las cosas.

Exacto. Aparece y se une al cuento con fascinación. Me gustaba mucho esa idea de personaje secundario que viene y no cambia la trama. Gonzalo Herrero es un actor maravilloso. Trabaja con mi compañía desde que tenía ocho años. Es como mi hermano. Yo siempre digo que es una especie de príncipe despistado: parece un príncipe, pero no actúa como si lo fuera.

Qué valiente filmar tu primera película como directora y, además, actuar, ¿no?

Mientras estaba rodando, decía: “estoy chalada”. Pero, en realidad, creo que fue una trampa que me autoimpuse para ser más feliz en el rodaje. A mí actuar me hace muy feliz. Dirigir me encantó, pero es algo mucho más mental, controlador. En cambio, la actriz va a jugar. Cada vez que me metía en plano tenía que relajar el cuerpo y abrirme a lo que sucediera y eso fue un privilegio. Fue difícil pero, a la vez, me permitía seguir escribiendo el guion dentro del plano..

Es tu primer largometraje como directora, pero tengo entendido que ya habías hecho algún documental.

Hice una película "secreta" y que me parece muy buena precursora para esta. Es un mediometraje que se llama “John y Gena” (por John Cassavetes y Gena Rowlands, una de mis actrices favoritas). Es un documental de conversaciones, de entrevistas a diferentes amores de mi vida. ¡Menuda experiencia! Muy recomendable, pero muy kamikaze. Era tan íntima que apenas la mostré. Pero fue un ejercicio vital para mí. Era un estudio sobre el amor y la memoria.

Jonás Trueba es productor de la película y has trabajado mucho con él. ¿Qué relación tenéis y qué consejos te ha dado?

Yo con Jonás he aprendido lo poquito que sé de hacer cine. No solo Jonás, sino todo el equipo de los Ilusos Films, tienen una forma de hacer cine a una escala muy humana. Hacen películas pequeñas, pero con mucho cuidado, con amor hacia el cine y mucha coherencia. Ahí he recogido la valentía para hacer esta película. Jonás me infundió mucha confianza, me apoyó desde el principio. Le encantó el guion y y no intentó cambiarlo. Te quiere tal y como eres.

¿Qué sientes al saber que tus películas te van a sobrevivir?

¡Ay, Dios mío! Es un sentimiento que siempre me ha sobrecogido. Me fascina y, al mismo tiempo, me da mucho respeto. Creo que por eso amo tanto el cine y cuido tantísimo mis proyectos.

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