Haruki Murakami, un cómico con alma de poeta
Nos hizo reír a carcajadas. El aclamado japonés, escritor de bestsellers como “Tokio blues” y “Kafka en la orilla”, nos desveló en Barcelona la cara divertida que esconde tras su prosa melancólica.

Tiene pánico a las fotografías y odia las aglomeraciones y las alturas. Haruki Murakami, un tímido confeso, nos sorprendió con un sentido del humor que nada tiene que ver con sus obras oscuras, oníricas y melancólicas. En su reciente visita a Barcelona, y delante de sus lectores, confesó que se había sentido muy miserable cuando de joven no había podido ‘cumplir’ con algunas de las chicas con las que salía o que había acudido en alguna ocasión a uno de los ‘love hotel’ que aparecen en sus libros. Ha cumplido los sesenta pero, visto de cerca, nadie lo diría: es pequeño, de tez mostaza, camina como si quisiera desaparecer y viste camiseta de rayas, tejanos y unas deportivas. Siempre lleva deportivas, como si estuviese a punto de salir corriendo. Poco hablador con la prensa, tuvimos la suerte de ser de los pocos que charlaron cara a cara con una celebrity literaria que odia serlo.
-¿Cómo es su día a día?
-Me levanto siempre a las cuatro de la madrugada y me concentro en la escritura durante cuatro o cinco horas, no más, porque después estoy cansado. Luego salgo, voy a correr, y por la tarde hago algunas traducciones o leo libros, duermo la siesta, escucho música. Soy un coleccionista de discos de vinilo, colecciono discos de jazz, tengo unos diez mil. Cuando se va el sol ya no trabajo más: entonces es cuando bebo un poco de vino o cerveza y me acuesto sobre las diez. No tengo vida nocturna. Dormir es mi regalo.
-Y esto desde los 30 años, cuando dio usted un giro radical a su vida: vendió su club de jazz, dejó de fumar, se puso a correr y a comer de forma saludable...
-Pensé que no tenía demasiado talento como escritor, así que se me ocurrió que tenía que intentar convertirme en una persona sana y fuerte para poder escribir. Si eres un genio y tienes talento puedes hacer cualquier cosa, como Mozart o Pushkin, pero si no eres un genio solo te queda ser tenaz, y para eso tienes que estar fuerte y sano. Eso es lo que pensé, y por eso empecé a correr. Desde hace 27 años corro maratones de 42 kilómetros una o dos veces al año. Uno tiene que estar preparado física y mentalmente cuando escribe, sobre todo, cuando ya no eres un joven y pasas de los 40 años. Correr me ayuda.
-Además le mantiene joven, no aparenta en absoluto los sesenta años que cumplió en enero.
-Para eso ya construyo personajes adolescentes, de esa manera puedo regresar a mis quince años.
-¿Por qué se identifica tanto con los gatos?
-Los gatos siempre estaban ahí cuando yo era un niño. No tengo hermanos, así que de pequeño mis amigos eran los gatos. Me gusta mucho estar solo, aunque cuando llevas treinta años casado, es difícil conseguirlo (risas). Incluso me gustan las tareas domésticas, especialmente planchar.
-También se le compara con David Lynch.
-Me impactó mucho la serie ‘Twin Peaks’ porque al mirarla me parece ver algo muy similar a lo que yo escribo. Es oscuro, un poco loco... El libro ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’ lo escribí al mismo tiempo que estaba viendo la serie. Me encantaba.
-Además es fan de ‘Perdidos’, ¿encuentra alguna conexión entre su obra y la serie?
-Ser novelista me permite crear, como en la serie, mundos paralelos. Las personas estamos encerradas en una jaula, que es la realidad, de la que no podemos salir. Yo escribiendo sí puedo: yo puedo ser libre. De todas formas, no estoy muy seguro de que todo el mundo quiera ser libre, al menos en mi país... En la sociedad japonesa, ser libre implica un riesgo, es una sociedad muy bloqueada y, si sales de ella, es posible que no puedas vuelvas a entrar. Si uno quiere ser un individuo lo tiene difícil, si no perteneces a un grupo eres un descastado. Yo me he sentido solo durante mucho tiempo. Escribo acerca de personajes que quieren ser individuos, por eso gusto tanto a los jóvenes. Yo siempre estoy del lado del individuo, no del sistema.
-¿De qué va su próxima novela, ‘IQ84’?
-Es un homenaje a ‘1984’, de Orwell, me impactó mucho. Es una historia de amor en versión larga.
-¿Cuál es su mayor miedo?
-Me aterra la rapidez del tiempo. Cuando empecé a escribir tenía muchos años ante mí: era joven, pero ahora no sé cuántos libros podré escribir en mi vida, y eso me da miedo. Tengo muchas cosas que decir en un tiempo limitado. Teniendo en cuenta que necesito uno o dos años para escribir un libro, puede empezar a calcular... (risas).
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