
Las razones de tu hambre oculta (e insaciable)
Puede haber varios culpables solapados de tu apetito descontrolado. ¿Quieres descubrirlos?
Si siempre estás hambrienta, si solo piensas en comer y nada te hace más feliz en este mundo, come. Pero si empiezas a engordar y ese no era tu plan y no hay ninguna razón que justifique tu hambre descontrolada, léase un embarazo o un entrenamiento deportivo demasiado fuerte, igual debes revisar otros aspectos de tu vida, como la calidad del sueño o tus niveles de estrés.
Veamos:
Estás deshidratada
La solución es beber un vaso de agua y esperar… si el hambre desaparece no necesitas hacer nada más.
Has pasado la noche en blanco (y tienes un hambre atroz)
La solución es dormir, pero ya que estás despierta y hambrienta debes saber que la falta de sueño incrementa los niveles de grelina, una hormona que aumenta el apetito, además después de una noche sin dormir el cerebro necesita recompensas y suele buscarlas en la nevera, concretamente en la sesión de dulces y comida basura.
Has comido mucho hidratos de carbono procesados
Sí, has roto todas las reglas y te has puesto hasta arriba de azúcar. El resultado es más hambre y aún más ganas de comer dulce. La explicación es que el exceso de azúcar produce picos en la sangre (subidas y bajadas de glucosa) que disparan el hambre.
Estás muy estresada
Después de un día malo la ansiedad se dispara y lo normal es llegar a casa y calmarse comiendo lo primero que tenemos a mano. En vez de tragar todo lo que te encuentras por el camino te recomendamos una clase de yoga.