¿Conoces a Valeria? El fenómeno editorial llega a las pantallas...
Netflix estrena el viernes, 8 de mayo, una serie inspirada en las cuatro novelas de Elisabeth Benavent (@betacoqueta). Hablamos con la autora.
Érase una vez una joven con un empleo gris y aburrido que, ante la insistencia de sus amigos, decidió autopublicar esas historias que siempre la habían acompañado... Diez años después, los románticos relatos de Elísabet Benavent -protagonizados por mujeres reales, llenas de dudas pero también de fortalezas-, enganchan hasta el infinito. Su saga 'En los zapatos de Valeria' -que comenzó en 2013- es la que conquistó a los productores de Netflix.
Después de meses de incertidumbre, por fin se estrena 'Valeria', la serie inspirada en sus primeros cuatro libros...
¡Si! Ya la he visto terminada. Está hecha con mucho mimo, visualmente es preciosa... yo he sido una mera consultora, con mis limitaciones (risas). Mi papel era el de velar por que el espíritu de Valeria estuviera presente, pero no he participado ni en el guión, que es de María López... y es una adaptación abierta. No he sido de las mamás pesadas que van mucho al cole a pedir tutorías (risas). A mí me da miedo molestar.
¿Lo de los 2 millones de lectores da subidón o es una gran mochila a la espalda?
Yo soy de las que siente bastante vértigo (risas). Por un lado, tienes el subidón al pensar: ¡guau!, nunca creí que esto fuera a pasar... pero por otro, no quieres defraudar a esas personas que te están regalando una de las cosas más importantes del mundo, que es su tiempo.
Eres una autora muy productiva... ¿Has escrito veinte libros en solo siete años?
Bueno, hay truco: los cuatro libros de Valeria estaban ya escritos cuando me publicaron en papel, los dos de Silvia y “Mi isla” también, así que partí con siete obras ya acabadas. En realidad, en seis años he escrito trece libros. Y dos de ellos son no ficción, con lo que no implican el mismo tipo de trabajo... No es tanto.
¿Escribes para vivir o no puedes vivir sin hacerlo?
No puedo vivir sin ello... Pero cuando conviertes tu pasión en tu trabajo llegan las rutinas y puedes acabar por cargarte lo que te apasionaba... Para mí, escribir es visceral y cuando meto por medio la razón, hay algo que no funciona. Yo escribo todo el tiempo: notas en el móvil, post-it... unas sirven de reflexiones para Instagram, otras como punto de partida de una novela y otras para completar personajes.
¿Qué queda de la Elísabet que creó “Valeria”?
¡Uy, está ahí, a tope! Han pasado 10 años y mi trabajo ha vivido un cambio brutal, pero el resto de mi vida, no: sigo teniendo los mismos amigos, hago los mismos planes, me siguen preocupando las mismas cosas... solo que cuando crecemos, aprendemos a limar ciertas asperezas con nosotras mismas y descubrimos otros problemas.
¿Y ahora, escribirías esta obra igual?
¡Qué va! La escribiría completamente diferente. Tenía 25 años cuando lo hice y aún me quedaba mucho por aprender sobre la vida. Cambiaría el enfoque de algunos personajes femeninos, sobre todo la protagonista, Valeria. Cuando reviso los textos veo algunas frases heteropatriarcales que me matan (risas). Pero luego pienso que, si la tocara, todo el proyecto perdería su inocencia, ese toque naíf. Y su esencia.
De todos los personajes que has creado, ¿con cuál te sientes más identificada?
Pues no puedo decir ni un solo nombre, porque siempre haces el ejercicio de distanciarte del personaje... pero siempre fracasas (risas). Vas dejando piedrecitas en el camino sin darte casi cuenta. Soy un poco todas, todas son un poco yo, pero no soy ninguna. Me siento muy identificada con esa duda que carcome siempre a Valeria, esa inseguridad, esa timidez... yo soy así. Y además, Valeria fue la primera... es especial.
¿Y qué tienes de Margot, tu último personaje en 'Un cuento perfecto' (Suma de letras)?
¡Uf! La autoexigencia brutal, casi robótica y enfermiza, que se lima con el tiempo. Te hace sentir miedo y das por perdidas algunas batallas antes de empezarlas. Y te dejas llevar... a veces escribes cosas para darte cuenta de que el freno de mano lo llevamos dentro. Y podemos parar. Un cuento perfecto es un viaje sobre la importancia de ser libre, romper las etiquetas y aprender a quererse bien. Mis personajes, como nosotras mismas, no hemos nacido para ser perfectas. La normalidad es felicidad también.
Tienes pinta de mujer fuerte, ¿lo eres?
¡Eso dice mi madre! Yo no me siento así, pero soy cabezota y tengo bemoles. He aprendido a adaptarme a las circunstancias y ya donde voy, me encuentro. Eso sí es una fortaleza. Pero luego soy súper emocional y a veces pierdo el timón.
En el mundo de la literatura, ¿ser mujer ayuda?
No. Ser mujer ahora no ayuda para nada. No vivimos un momento de discriminación positiva... tenemos que hacer frente a clichés como que a la comedia romántica contemporánea se la llame literatura rosa o de mujeres. Me cabrea mucho. Y más de los compañeros de profesión. Yo leo novela negra y no creo que sea para hombres. Es verdad que el techo de cristal es menos evidente.
¿Tienes lectores masculinos?
Sí, son el 6 % y son bastante activos en redes... Están haciendo mucho bien para acabar con los prejuicios, como el de que la literatura romántica es un género menor. El entretenimiento sigue estando muy denigrado. Esa es otra lucha. Hay cosas frívolas que nos pueden hacer tremendamente felices. ¿Por qué renunciar a ellas?
¿Lo mejor y lo peor de estos años?
He cumplido mis sueños, he viajado por toda España, he conocido a gente maravillosa, he realizado proyectos inimaginables, como la serie para Netflix de “Valeria”... ¿Lo peor? La sobreexposición en las redes sociales. Soy fan de la naturalidad, pero eso implica que tienes que compartir mucho de tu vida privada... En las RRSS, la grandísima mayoría es gente buena, pero hay garbanzos podridos y te conocen.
Has escrito 20 libros, has plantado un árbol, ya tienes una serie... ¿podrías morirte hoy mismo?
¡Me falta tener un hijo! Pero creo que no quiero... Tengo tres gatos y voy servida.
¿Y ya estás con nuevo proyecto?
Bueno, había reservado estos cuatro meses para promocionar mi nuevo libro y la serie, y como todo se ha parado y soy tan cuadriculada... Ha sido como una bofetada. Estoy buscando la paz de espíritu para comenzar a escribir de nuevo.
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