Calidez nórdica

Inspirado en las costas danesas, este piso barcelonés alterna en su interior piezas antiguas y de diseño en un ambiente sereno dominado por una paleta de grises.

Calidez nórdica
Calidez nórdica

Dicen que los viajes inspiran, y a juzgar por la historia de este piso, la reflexión es bien cierta. Skagen, un pueblecito costero al norte de Dinamarca, fue el punto de partida para dar un nuevo aire a esta vivienda del Ensanche barcelonés. El marido de la propietaria es de origen danés, así que pasaron allí unas vacaciones, «en la típica casita de playa, blanquísima, donde todo es fresco y natural, como hecho sin pensar, pero a la vez muy estudiado». Y con esa idea en la cabeza volvió a Barcelona y empezó las obras de su vivienda, que había estado sin habitar durante los diez últimos años. Instalaciones obsoletas, cristales rotos... La reforma tenía que ser total,y para ello contaron con la colaboración de la interiorista Mónica Pérez, del Estudio Cometa Lledó. El primer capítulo fue cambiar la distribución de las estancias. «En los pisos de esta zona, las habitaciones solían dar a la calle y los salones al patio interior de manzana, pero nosotros le dimos la vuelta», comenta Mónica. De hecho, se dejaron en pie únicamente las paredes maestras. Lo que sí se respetó fue la estructura de la casa, en especial los techos y las carpinterías (se restauraron todas las posibles y las que no, se reprodujeron). El suelo, muy deteriorado, tuvo que ser sustituido; el original también era de madera espigada, pero estaba muy dañado, así que se reemplazó por uno de roble, al que se le aplicó un tratamiento con lejía y aceite blanco que se trajo expresamente desde Dinamarca. El resultado es un pavimento muy natural que aporta calidez a los interiores, pintados de riguroso blanco.

Pero si hay un aspecto que se cuidó al detalle es la iluminación, gran protagonista de los espacios. «No me gustan las luces generales, prefiero que en cada estancia haya un punto de luz», dice la propietaria. Y así se hizo. Hasta en el baño, que esconde

hornacinas dentro de la ducha, se instalaron luces indirectas que se vislumbran tras la mampara de cristal ahumado. Otro recurso muy utilizado es el cordón luminoso que recorre, por ejemplo, el mueble volado del pasillo, la campana o los cortineros,

de manera que, cuando se apagan las luces, éstos marcan una relajante línea luminosa.

La selección de telas es otra de las bazas que marcan la personalidad de esta vivienda: seda salvaje, lino, terciopelo… La riqueza de tejidos y texturas rompe el blanco de la casa, que se combina con grises en infinidad de matices, hasta llegar al tono antracita que tiñe toda la cocina. «Lo hicimos así porque les gustaba la idea de una cocina integrada en el salón, pero no querían verla a todas horas», comenta Mónica. De este modo, cuando se apagan las luces, la cocina ‘casi’ desaparece.

Jugar a los contrastes es otra constante en las estancias. Una mesa de aire campestre se rodea de sillas de diseño, y en el baño, una bañera vanguardista rivaliza con el clásico mármol. «No me gustan las casas minimalistas, pero tampoco las demasiado provenzales. El secreto está en mezclar bien todas las piezas. Para mí es importante incorporar muebles antiguos que forman parte de nuestras vidas», asegura la propietaria. Y en esta casa han encontrado su lugar: desde piezas heredadas

a otras traídas de viajes o simples regalos, todo tiene su sitio aquí.

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