¿Por qué Betty Davis fue mucho más que la segunda esposa de Miles Davis?

Icono del funk, influyó a estrellas como Madonna, Prince o Janelle Monae

Betty Davis, en el documental autobiográfico 'They Say I'm Different'

Betty Davis, en el documental autobiográfico 'They Say I'm Different'

/ IMDB

Suele ocurrir y, especialmente, en Estados Unidos: las mujeres pierden su apellido, parte de su identidad, cuando contraen matrimonio y pasan a ser conocidas por un nombre bien diferente al que acostumbraban entonces. Así ha sucedido con muchas mujeres que forman parte de la cultura popular y conocemos gracias al supuesto impulso de sus parejas.

Anna Mae Bullock probablemente seguiría siendo una desconocida de no ser por haber adoptado el apellido de su pareja y haberse convertido en Tina Turner. Algo parecido sucedió también con Veronica Yvette Bennett, que años después pasó a formar parte de la historia como Ronnie Spector debido al apellido de un hombre que decía ser su marido y actuaba como algo bien diferente a una persona normal, Phil Spector.

Tampoco se libró de la sombra marital Betty Mabry, popularmente conocida en la industria como Betty Davis por el apellido del que fue su primer y único esposo, Miles Davis. Bastó con un año de matrimonio, de 1968 a 1969 para convertirse en "la mujer de", una etiqueta de la que jamás se pudo desprender y con la que este miércoles gran parte de los medios de comunicación se han hecho referencia a su persona para transmitir la triste noticia de su muerte.

Tal y como ha confirmado un amigo cercano a la revista 'Rolling Stone', Danielle Maggio, la artista ha fallecido a los 77 años por causas naturales, dejando tras de sí toda una carrera de reconocimientos no siempre subrayados por la crítica y el público. Porque sí, Betty era mucho más que la segunda esposa del creador de 'Kind Of Blue' y el modo en que se expuso en una industria sobradamente machista lo corrobora. Su carrera fue tan efímera como productiva y con solo cuatro discos de estudio puso en jaque a la puritana mentalidad de la época en la que estalló el fenómeno Betty Davis.

Para entonces, en plena década de los 70, formaciones masculinas como Led Zeppelin o The Rolling Stones sí contaban con el beneplácito de crítica y público a la hora de expresar sus ardientes emociones en canciones bañadas en lujuria y libertinaje, pero nada de eso era posible si quien se encontraba al otro lado del micrófono era una mujer. Artistas como The Ronettes en el marco del soul, con minifaldas y cardados imposibles, hicieron de lo masculinizado algo absolutamente feminista y Betty Davis hizo lo propio en el funk.

Con tan solo tres álbumes de estudio publicados entre 1973 y 1975, más un cuarto que ya vio la luz en 2009 a pesar de haber sido grabado en 1976, demostró que ella sí que era diferente. Basta con escuchar el tema que pone nombre a su álbum más exitoso, 'They Say I'm Different' para verificar que era una diva de otro planeta: "They say I’m different 'cause I’m a piece of sugar cane / Sweet to the core that’s why I got rhythm", que viene a advertir a los oyentes que se abrochen los cinturones que ha llegado el momento de cambiar las normas.

Primero, se rodeó de estrellas para poner en marcha su primer trabajo. Lo hizo con el cantante y bajista Larry Graham y el baterista Greg Errico (ambos miembros de Sly & The Family Stone). El resto ya fue cosa suya: escribió e interpretó la sexualidad femenina desde su punto de vista, inquieto, salvaje y enérgico. Sobre el escenario era igual de explosiva, insinuante y sensual y en él no faltaba empoderamiento femenino: curvas, piernas, erotismo y sacudidas sugerentes, motivo por el que se convirtió en uno de los principales referentes de artistas como Prince, Janet Jackson, Madonna y, más recientemente, Janelle Monae.

Toda su historia se puede conocer a través del documental 'Betty Davis: They Say I'm Different', presentado en 2017 y en el que se detalla cómo esta mujer nacida en Carolina del Norte decidió mudarse a Nueva York con tan solo 17 años para ganarse la vida como modelo y responsable de un club nocturno. Gracias a su simpatía y personalidad logró conocer a personajes de la talla de Jimi Hendrix, Eric Clapton, Andy Warhol o Sly Stone, así como al su ya mencionado marido. Se dice que fue ella quien le inspiró para crear dos de sus álbumes más sorprendentes, 'In a Silent Way' (1969) y 'Bitches Brew' (1970), iniciando así la era del jazz fusión.

Probablemente sin el impulso de Miles Davis, Betty no habría logrado forjar una carrera medianamente exitosa, aunque la crítica tardó años en reconocer sus méritos. Pero tampoco deja de ser cierto que, sin el poder de esta mujer, hoy no conoceríamos el movimiento Women Power en la música ni a artistas que buscan, a través de su trabajo, demostrar que las mujeres también tienen el mundo en sus manos. Descansa en paz, Betty.

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