Alicia Giménez Bartlett: “Las mujeres tenemos que batallar, como siempre, pero más cuando cumples años”
La escritora vuelve a la famosa inspectora Petra Delicado en “La mujer fugitiva” (Destino), quien deberá enfrentarse a un peculiar crimen en un food truck. Atrapa.
Nos recibe entre food trucks. Los que hay fijos en la quinta planta de El Corte Inglés Diagonal en Barcelona. Entre estas singulares furgonetas gastronómicas -móviles en el caso de la novela- sitúa Alicia Giménez Bartlett el nuevo caso de Petra Delicado y de su inseparable compañero Fermín Garzón. A pesar de su larga experiencia, en “La mujer fugitiva” (Destino) no les va a resultar nada fácil detener al criminal que ha dado muerte a un cocinero francés, trabajador en uno de esos vehículos ahora tan de moda.
Tampoco la escritora está atravesando un momento nada fácil, aunque no lo sospeches al escucharla, tan cercana, directa y predispuesta como siempre. A sus 72 años, acaba de perder a su marido tras un tiempo convaleciente, durante el cual Alicia estuvo trabajando en la novela. ¿Un proceso de escritura difícil? “Al contrario -confiesa-. Cuando me metía a escribir era el único momento de paz que tenía; al meterte en la historia, te aíslas”. Como también le estará ayudando la promoción de este libro, una ocasión perfecta para conversar con ella sobre temas como el feminismo, la autoridad, vivir en el campo y, claro, su icónica agente.
“La mujer fugitiva” es la novela número 13 de la saga Petra Delicado. Siempre debe ser bonito volver a ella. ¿Qué sientes cuando retomas este personaje?
Es volver a una amiga. Nos hemos convertido en viejas amigas. No le tengo ninguna manía y volver a sus andanzas me ayuda bastante. La conozco muy bien, con lo cual muchas veces no hace falta dar explicaciones en la novela. Después de cuatro años he sentido un reencuentro agradable.
¿Cuál es la mecha que enciende esta novela? ¿Por qué situar el crimen en un entorno de food trucks?
En primer lugar, me parecía original. Los escenarios habituales de novela negra donde se encuentra el cadáver siempre es un callejón oscuro, un bosque, una carretera con un arcén enorme… Y pensaba: ¿por qué no en un sitio lleno de vida? Me había llamado la atención siempre el fenómeno del food truck, que en Europa está tan extendido y aquí ahora empieza con fuerza. Luego, me daba una posibilidad magnífica que es la movilidad. Se mueven para investigar el caso por toda Cataluña. Eso daba posibilidad de cambios, de acercamiento a una situación y a otra muy diferente según donde estuvieran. Me daba posibilidades y, encima, me parecían un entorno original. Ahí empezó.
¿Te interesa el mundo de la gastronomía de alguna manera o no demasiado?
No demasiado. Me llama la atención como fenómeno social, pero soy bastante inculta en temas gastronómicos y me sorprende mucho la importancia que ha tomado en España todo lo gastronómico. Me sorprende que un señor o señora sepa datar un vino y a lo mejor no haya leído un libro desde hace cinco años. Pienso que sí es cultura, pero complementaria, no básica.
Explícanos cómo vamos a encontrar a Petra Delicado en esta novela.
Está más crítica. Un poco menos ilusionada porque se hace mayor, porque la sociedad cambia con mucha rapidez y porque el caso que llevan es complicadísimo y tiene muchas dudas. Entra en contradicciones. Me da la sensación de que está un poco más amarga que de costumbre, pero no amargada, porque eso de envejecer y amargarse no se puede consentir.
De hecho, ¿cuántos años debe tener ya Petra en esta novela?
Los 50 y algo.
Tú te has convertido en pionera en la novela negra feminista con este personaje. Ahora además de luchar contra el machismo, ¿vas a luchar también contra el edadismo?
Absolutamente. No voy a poner a una deliciosa Miss Marple, pero hay que reconocer que la experiencia es un grado importante y que, evidentemente, en la policía se valora. Lo sé porque directamente ellos me lo dicen. Se valora la experiencia intuitiva casi tanto como los avances tecnológicos o científicos. Además, ahora todo el mundo tiene de cien años para arriba, es un problema social al canto. De manera que me voy a convertir en otra pionera (risas).
En las empresas a muchas mujeres mayores se las quitan de encima.
Ya. Pues mira, hay un sistema para luchar contra eso que es ser fuerte y agresivo. Hay que batallar como siempre, pero más cuando cumples años. Hay que luchar contra la invisibilidad. Si entras en un bar y no te ve el camarero, pues le dices cuatro cosas, no en plan agresivo, pero no te hagas tú invisible, no bajes la cabeza y no pienses que ya ha pasado tu época. El presente es el presente y estás ahí. Pues a por él. A por él.
En la novela también hay alguna que se rebela.
Tarde pero sí, el bajar la cabeza nos lleva a eso. Es triste que tengamos que estar siempre batallando, pero nos ha tocado esta época. Llegará otra en la que tendrán que batallar los señores, porque está claro que el dominio femenino va rápido, rápido. Ahí estamos peleando, pero llegará el momento en que no habrá que pelear tanto.
¿Cómo ves en este aspecto la sociedad y el movimiento feminista?
Se tiene que hacer un frente común. Y me da la sensación de que el feminismo ha de ser sobre todo racional. Hay tantas cosas que son obvias que no hace falta teorizar o no hace falta ponerse un lazo rosa para que se vean. Entiéndeme lo que quiero decir, hay que ser feminista y luchar por ello, pero tener cuidado con las etiquetas y las adscripciones. Puedes ser una feminista sin carné.
En la novela, Petra entra en crisis con su marido porque él quiere irse a vivir al campo y Petra es algo que no concibe. Tras la pandemia mucha gente se siente atraída por el campo. Tú misma vives entre Barcelona y Vinaròs, ¿no?
Ya vivo en Vinaròs. Conservo mi casa en Barcelona y vengo de vez en cuando por trabajo, por amigos y por familia. Tengo dos nietas aquí. Pero la gente idealiza las situaciones e idealizar las situaciones es peligrosísimo. Llegaré allí y me despertarán los pajaritos. Sí, claro que te despiertan los pajaritos, pero en invierno a las cinco de la tarde estás encerrado en casa y no tienes ni un cine al que ir. Estás en el campo para lo bueno y para lo malo. La gente es más urbana de lo que cree.
Aún así tú has optado por el campo finalmente…
Recuerdo que cuando ya decidí definitivamente que mi centro estaba Vinaròs (además estoy a siete kilómetros del pueblo), mis amigas, muy queridas, me decían que lo pensara bien, que si estaba segura. Era como si me deportaran a Siberia (risas). Yo lo hice gustosa pero de vez en cuando me insisten en que hace mucho que no vengo a Barcelona. Creen que me acabaré volviendo de pueblo, como si fuera lo más horrible, cuando en España todo el mundo es de pueblo en origen.
Así que te gusta vivir allí. También debe ayudarte a la hora de escribir.
Sí me gusta, sí. Sobre todo ahora que tienes la posibilidad de conectarte con facilidad. Antes hubiera sido impensable. Pero has de tener un carácter apto para eso: mancharte las manos en el jardín, encerrarte en casa a las cinco… A escribir me ayuda, porque no hay tantos compromisos sociales y me puedo concentrar muy bien. Aunque a veces cuesta, cuando ves una mañana de sol esplendoroso pienso en lo a gusto que me tumbaría debajo de un olivo.
En “La mujer fugitiva” Petra considera que con la pandemia los ciudadanos han dejado de confiar en la autoridad. ¿Tú lo crees?
Yo creo que en España en la autoridad nunca se había confiado demasiado. Es así. Quizás sea una herencia del franquismo, pero en la policía no se confiaba, como no se confiaba en los políticos, y ahora sigue esa tendencia ancestral. En España no está interiorizada moralmente la autoridad. Te ponen una multa porque llevas una hora mal aparcado y te sale decir, “este gilipollas no tendrá otra cosa que hacer”. Tampoco hay nadie que confíe en nuestros dirigentes.
La primera novela de Petra Delicado salió en 1996, casi va a cumplir 30 años. ¿Cuál crees que es la clave de su éxito?
El no escribir muy rápido, el escribir otro tipo de novelas en medio para que el autor no acabe harto de su personaje y el no intentar aprovechar el éxito momentáneo. Al principio, cuando se empezó a disparar la venta de libros, me decían que tenía que aprovechar el momento y sacar una por año. Ni hablar porque hubieran acabado siendo una basura. Y encima hubiera acabado cansada de mí misma. Me la jugué y pensé, “cuando salga, saldrá”. Creo que eso le ha dado una continuidad.
El humor también creo que es una clave importante, sobre todo en esa relación de Petra Delicado con su compañero Fermín Garzón.
Sí, pero ahora parece que el humor está fuera de moda, que es casi malo. De repente, el tremendismo, la violencia y las torturas han cobrado más importancia que el humor. En novela negra siempre era clásico que hubiera una ironía...
Reivindiquemos el humor.
Yo creo que sí, porque en la sociedad española existe. Hay réplicas de la gente que son como un gag de una comedia inglesa.
Y teniendo los libros de Petra tanto humor, ¿por qué ese final tan duro?
Porque la realidad de repente se le impone. Piensa que es duro el oficio policial, pero es que la vida es dura también y la pone frente al espejo. Mira esto es tu trabajo, que es duro y esto es la vida, que tampoco son rosas. Era la idea de tener un final tan brusco, tan impactante.
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