Los prodigios de la zapatería española

En 1997, a sus 60 años, José Albaladejo Pujadas funda junto a su mujer e hijos Carmina Shoemaker. En solo un par de años logra el renacer de una firma que llegó a producir y vender dos millones de mocasines exquisitamente artesanos en 1962.

A María le bastó menos de un mes para conseguir, en Kickstarter, la financiación de su nueva colección. Expertos en crowdfunding calificaron su campaña de ejemplar a la hora de explicar la bondad de su proceso y su producto.

Irene Gil dejó su carrera en la banca para crear Just-Ene, en la que cada zapato es personal e intransferible.

Se conocieron trabajando en Prada y conectaron. Irene, la atrevida, se pierde por el cine clásico. Ana, la pausada, se gastaba el sueldo en zapatos. Ahora los diseñan en Magro Cardona y son como ellas: protagonistas.

Myblüchers surge de dos personas complementarias en el trabajo y en la vida: Victoria lleva la parte creativa y Sergio, la técnica y ejecutiva. El tándem funciona tan bien que hasta hacen tríos. El último, con Maya Hansen.

Miguel Fluxà, vicepresidente y director general de Camper, es el responsable del desarrollo de la marca en otros sectores, con los hoteles Casa Camper o los restaurantes Dos Palillos.

Al mando del diseño de  todas las líneas de una empresa centenaria, Ursula Mascaró ha sabido conectar con un público universal (el 80 % de su facturación es internacional) que busca cierto chic refinado. Sus Pretty Ballerinas son  patrimonio de la humanidad femenina.

A Pedro García le gusta decir que les identifica el “lujo experimental”: calidad artesana para formas jamás predecibles ni complacientes. Su osadía controlada ha convencido a estrellas como Lana del Rey, Drew Barrymore o Kristen Stewart.