Viggo Mortensen, el deseado

Viggo Mortensen da vida al Capitán Alatriste, un héroe maduro, valiente e imperfecto. Le va como anillo al dedo: este hombre complejo y tierno se atreve con todo.

Viggo Mortensen, el deseado
Viggo Mortensen, el deseado

Es tan cercano y natural, tan amable, que resulta difícil hacerte a la idea de que estás charlando con una superestrella. Va con una camisa imposible, decenas de pulseras con los colores del San Lorenzo, su equipo de fútbol del alma –un recuerdo de su estancia en Argentina, desde los 3 a los 11 años–, cumple su tradición de traer alfajores como regalo para todo el equipo, y ha prescindido de los zapatos («¿Para qué llevarlos, si no voy a salir del hotel?»).

Viggo, te veo muy relajado y satisfecho, después de haber tenido a Ariadna Gil como amante... (Risas)

Fueron los minutos más fáciles de rodar de toda mi carrera. En serio, me gustó mucho esa relación, es uno de los mejores puntos de la película. Ariadna hace un papel buenísimo, nunca se la había visto así antes.

¿Alatriste te atrajo porque era un papel distinto a lo que habías hecho?

No sé si lo pensé así. Lo que más me interesó, cuando Tano (Agustín Díaz Yanes, el director) vino a verme a Berlín, con mi amigo Ray Loriga, fue que podía trabajar en España. Él me pareció simpático, inteligente y razonable, y la época de la historia me fascinó.

Tu papel lo preparaste a conciencia...

Siempre investigo cuando acepto un encargo y sigo aprendiendo durante el rodaje. Pero en este caso me empleé más porque debía mejorar mi acento, eliminar giros porteños y aprender a hablar como en el Siglo de Oro. Tano y mis compañeros me enseñaron muchas palabrotas (risas). También traté de descubrir el alma del capitán, por eso me fui a León, compré libros, visité museos, disfruté con sus vinos... Y me sentí muy a gusto entre sus montañas, donde debió de nacer Alatriste.

Arturo Pérez-Reverte nos contó que no eras capaz de desconectar del personaje cuando acababa el rodaje...

Hay actores que tienen prisa por sacarse el trabajo de encima, ése no es mi caso. Pero no lo hago para hacerme el interesante, sino para seguir investigando y disfrutar con ese punto de vista nuevo que me aporta Alatriste.

¿Has encontrado muchas diferencias con respecto al cine americano?

Todos los rodajes del mundo son diferentes. Es cierto que trabajar en España es bastante relajado, y eso ayuda a que la gente no se tome demasiado en serio a sí misma y a que el buen rollo se transmita en pantalla. Llegamos a ser como un circo ambulante, como una familia de titiriteros (risas).

¿Lo mejor de un rodaje de tres meses?

Los grandes amigos que he hecho, los partidos de fútbol, los toros, la tortilla, el vino y que voy, poco a poco, conociéndome mejor a mí mismo.

Conócele mejor

Este neoyorquino de 47 años, doctor por la Universidad de St. Lawrence, es actor desde hace 23. Sus amigos le llaman Vig.

Está divorciado de la cantante punk Exene Cervenka y tiene un hijo de 18 años, llamado Henry. Es la actual pareja de Lola Schnabel, hija del pintor norteamericano.

Además de actor, es poeta, músico de jazz, fotógrafo y pintor. Es el dueño de la editorial alternativa Perceval Press.

Hasta los días en los que no tenía que rodar, se vestía de Alatriste y se quedaba aparte, con su espada entre las manos.

Regaló a los extras unas camisetas, diseñadas por él mismo, con la bandera del tercio de Cartagena y, a la espalda, la leyenda “No hay dolor”. Repartía siempre caramelos entre el equipo de rodaje.

«Viggo ha sido el centro vital de la película, le ha aportado absolutamente todo. Es riguroso, muy profesional y une, a un físico impresionante, el hecho de ser un actor de diálogos y de acción espectacular. Viggo es agradable, antes, durante y después de rodar», asegura el director de “Alatriste”, Agustín Díaz Yanes.

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