Edward Norton

El actor más impenetrable de Hollywood habla con sinceridad para WOMAN sobre sus amigos, sus inclinaciones políticas, y sobre los pros y los contras de su profesión. Descubre, por fin, quién es el hombre de las mil caras.

Edward Norton
Edward Norton

Tiene el aspecto de un tipo normal, tímido, poco expresivo, delgado y no muy alto, al que no le gusta hablar de su vida privada aunque haya tenido noviazgos tan sonados como los de Salma Hayek o Courtney Love. Podría pasar inadvertido si no fuera porque ha sido capaz de meterse en la piel de personajes que han cautivado al espectador y a la crítica, valiéndole el sobrenombre de El Nuevo Robert de Niro. En el tú a tú es educado y considerado, con ademanes que delatan un cierto gusto por lo exquisito. En ciertos momentos, el actor podría pasar por un auténtico aristócrata bostoniano. Ante su inesperada visita relámpago a Madrid, fueron muchos los medios que quisieron entrevistarlo, pero WOMAN fue uno de los pocos elegidos para hacerlo.

¿Estás considerado el mejor actor de tu generación? ¿Eso impone?

Todo actor con un mínimo de humildad y perspectiva sabe que para meter la patita por la puerta hay que tener suerte. Hay gente muy buena de mi edad, con un gran talento, pero que no son conocidos porque no se les ha dado la oportunidad.

¿Y qué tal llevas lo de ser El Nuevo De Niro?

Me siento halagado, pero me resulta difícil encajarlo porque considero que las comparaciones nunca son buenas. Para mí, De Niro es uno de los iconos de nuestro tiempo. De hecho, decidí colaborar en The Score porque estaba él en el reparto.

Brad Pitt, Drew Barrymore o Matt Damon están entre tus amistades, pero, ¿se pueden tener colegas de verdad en el competitivo mundo de Hollywood?

¡Por supuesto que sí, yo los tengo! A Matt Damon, por ejemplo, lo conocí mientras rodábamos Rounders, y desde entonces no nos hemos separado.

A tu juicio, ¿qué es lo que marca la diferencia entre actores y celebrities?

Yo intento que mi vida privada sea eso, privada, y creo que hasta ahora es algo que he podido mantener. Si no fuese así, creo que esa situación perjudicaría bastante mi trabajo, porque como actor me gusta entrar en la piel del personaje y hacerlo creíble. Si se supiera demasiado de mi vida personal, pienso que sería bastante difícil resultar convincente al espectador. Lo he comentado con varios amigos que sufren este problema y están de acuerdo conmigo.

Otra de tus conocidas es Penélope Cruz, gran amiga de Salma. ¿Has visto Volver, de Pedro Almodóvar?

Todavía no, pero la veré, porque me encantan las películas de Almodóvar y creo que es un gran director. Todo sobre mi madre o Hable con ella, me parecen auténticas obras maestras. Penélope es una buena actriz, sin duda, aunque también me gusta el trabajo de Cecilia Roth y el de Marisa Paredes.

Parece que conoces bien el cine español. ¿Y España?

Sí, conozco vuestro país, sobre todo Andalucía, trabajé en Sevilla hace años. Además, tenía un tío que vivía en Mijas y he ido a menudo a visitarlo. He estado también en los carnavales de Cádiz y en la Costa Brava, y en mi época universitaria fui a los sanfermines, incluso corrí en un encierro… Una gran estupidez por mi parte, aunque, bueno, sobreviví.

Hablas español, y también japonés. Resulta curioso, ¿no?

Bueno, entiendo un poco de español, pero la verdad es que debería hablarlo mejor. Además, estudié francés y japonés, pero no sé muy bien por qué. Creo que cualquier persona inteligente en el mundo, si tuviese que elegir tres idiomas, estudiaría inglés, español y chino, en este orden. Así que los próximos veinte años los dedicaré a aprenderlos bien. Con el español ya he empezado.

Siempre has sido buen estudiante. Si querías ser actor, ¿por qué te empeñaste en acabar la carrera de Historia en la Universidad de Yale?

Toda mi vida he querido ser actor, desde los siete u ocho años, pero estudié Historia porque estaba relacionada con mi profesión. Empecé en el teatro, y en muchas obras se reflejan momentos históricos, así que decidí compaginar la carrera con la escena. En esa época, coincidí en las tablas con el actor Paul Giamatti. Yo tenía 19 años, y él, 21, y todo el mundo decía que Paul era un profesional estupendo. Ha resultado ser cierto, y hoy en día es uno de los mejores. Para mí, ha sido un honor trabajar con él en

El ilusionista, la última película que he estrenado. Por cierto, uno de los pocos filmes que han gustado a tu abuela.

Sí, estoy muy unido a mis abuelos y siempre me he sentido apoyado por ellos, pero lo cierto es que a mi abuela no le gustan las películas, ni siquiera las que yo hago. Por eso me emocioné cuando me enteré de que El ilusionista le había entusiasmado. Créeme: no es fácil atravesar su filtro.

Tras conocer los resultados de las elecciones legislativas de EEUU, ¿dirías que Bush ha aprendido la lección o ha de hincar más los codos?

Estoy muy contento con los resultados; los demócratas están listos para liderar y para gobernar después de haber permanecido doce años en la sombra. Sólo espero que Bush –que no es uno de los mejores presidentes, pero que tiene el trabajo más difícil del mundo– sea capaz de escuchar a los estadounidenses: estamos preparados para vivir un cambio.

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