Charlotte Le Bon: "Me gusta vestir con prendas simples, y si me dan un look masculino, mejor"

Actriz, artista gráfica, ex modelo... la bella y entusiasta canadiense interpreta para nosotros el fasto onírico de la Alta Costura Primavera-Verano 2017. Una escapada al sueño, a los límites de la creación puesta en escena por Dominique Issermann.

Charlotte Le Bon con un look de Dior Haute Couture

Dior Haute Couture. Traje pantalón estilo esmoquin de lana y satén negros, chaqueta Bar con capucha.

/ Dominique Issermann

Resulta extraño cruzarse con una mirada tan intensa. Detrás de sus gafas de carey, tan finas, sus inmensos ojos de muñeca manga barren el campo de visión: necesidad vital de no perderse nada. Una especie de súper poder. Si nuestra sensibilidad se midiera en píxeles, la de la encantadora Charlotte Le Bon se contaría por millones.

Nos encontramos con ella delante de un café de la rue du Temple, en París. Su trenca, su minimochila, su jersey gris jaspeado con cuello a la caja, sus pantalones pitillo negros y sus zapatos bajos le dan ese aspecto de quinceañera chispeante o de estudiante cumplida. La actriz, muy solicitada en Hollywood ahora, está libre de rodajes por el momento –la veremos próximamente al lado de Christian Bale en el drama histórico “The Promise”–.

De repente, ha retomado sus estudios. «Un curso de Historia del Arte impartido en el Museo d’Orsay por Laurence Bertrand Dorléac, profesora de Ciencias Políticas. Es apasionante. El anfiteatro está lleno de gente de todas las edades.» La sesión corta, a razón de dos horas por semana: «Ahora estoy sedienta de saber. Una necesidad incontrolable de instruirme, de nutrir mi trabajo artístico mediante la vista.»

Charlotte Le Bon con vestido de Valentino Haute Couture

Valentino Haute Couture. Vestido columna plisado de crépe de color marfil y pendientes.

/ Dominique Issermann

Libertad de artista

Ella se interrumpe un microsegundo para tragar un sorbo de su café sin azúcar, después, saca de su bolso un cuaderno Moleskine rojo y lo abre. Una escritura bonita y ordenada, esponjosa, corre sobre las páginas blancas, puntadas de pequeñas letras solidarias, elegantes, bien derechas: «He tomado notas. Me gustaría leértelas, ¿puedo?» Hace correr los dedos sobre las líneas y se detiene en el capítulo deseado, que toma prestado a medias entre Kant y Malraux. «Escucha esto: “El artista carece de estrategia. A veces, el saber del arte se le escapa y solo dando forma a su espíritu llega a ser independiente.” Me ha parecido que esto se refería a mí», asegura Charlotte Le Bon dando una palmada. «En el cine, yo dependo del trabajo de otros, no controlo nada. Además, mis últimas películas en Francia no fueron precisamente éxitos (“Iris”, con Romain Duris, “Le secret des banquises”, con Guillaume Canet). Entendí, al terminar este primer curso, que debería aspirar a ser independiente.»

Charlotte Le Bon con conjunto de Chanel Haute Couture

Chanel Haute Couture. Abrigo y vestido de tweed, sombrero, cinturón, pulsera de tobillo de perlas y zapatos de cuero.

/ Dominique Issermann

Dibujo y modelaje

Sus amigos la animan. La mayoría también son artistas, «sobre todo, músicos», como la francesa Héloïse Letissier, alias Christine and the Queens, con quien la hemos visto en un desfile de Dior. «Tan genial en el escenario como tímida en la vida. Es una pequeña mujer ardiente. ¡Ella me inspira! Y yo la adoro sin reservas.»

El pasado septiembre, Charlotte Le Bon probó «el placer» de exponer por primera vez una gran parte de su trabajo en la Galerie Cinéma, que dirige la productora Anne-Dominique Toussaint. Un número considerable de dibujos y litografías, inspiradas en el 'street art', de estilo 'naíf', invadidas de pequeños corazones, de hamburguesas con sombreros puntiagudos, de flores… e incluso de «arcos de nubes forrando un arcoiris». El fruto de sus años en Bellas Artes, mucho antes de que imaginara convertirse en actriz. «Empecé a dibujar mientras comenzaba como modelo. En ocho años, no había logrado hacerme una sola amiga. Por eso, dibujaba de manera frenética, con la sensación de alimentar mi alma.» Esta 'expo' validó al fin lo que Charlotte perseguía con esta forma de expresión. «El día de la exposición, me sentí legitimada por primera vez. Estaba sorprendida, ¡alucinada de ver pasar a tanta gente! Una especie de “pérdida de virginidad” artística», dice, poniéndose los dedos sobre la boca como si acabara de decir una palabrota. De repente, Charlotte se pone seria. «Este trabajo es testimonio de mi pasado. Puedo pasar página. Aunque creo que con treinta años es casi demasiado tarde…»

Rodajes y exposiciones

Y aquí está, en efecto, delante de la posibilidad de concebir una segunda exposición entre dos películas próximas. «Y flipo. Atravieso grandes periodos de duda», confiesa. Ahora bien, «espero que la inspiración me llegue, pero si no es así…» Cuando pasa por esos momentos de ansiedad, Charlotte corre a refugiarse a los museos. La retrospectiva de Robert Mapplethorpe en Montréal, la 'expo' de René Magritte en el Centro Pompidou de París. «A esta última fui dos veces.» Está claro. Como el pintor belga, Charlotte Le Bon disfraza sus miedos con un manto de fantasía. Como él, no pierde la oportunidad de dibujarte una sonrisa en los labios. Desde luego, ella podría decir, pidiendo prestadas las palabras al pintor: «Todo en mis obras está sacado del sentimiento de seguridad de que pertenecemos, de hecho, a un universo enigmático.»

Charlotte Le Bon con abrigo de John Galliano

Maison Margiela Artisanal para John Galliano. Abrigo con superposiciones de puntilla, chifón de seda, organza, tafetán, terciopelo, satén y tul pespunteado con encaje dorado; máscara y guantes.

/ Dominique Issermann

El amor heredado

Charlotte Le Bon, canadiense nacida en Montréal, ha crecido rodeada de amor. Su madre, Brigitte Paquette, es una actriz muy conocida en Québec, reconvertida al negocio inmobiliario a falta de suficientes rodajes. Su padrastro, Frank Schorpion, acaba de aparecer recientemente en el programa “Premier Contact”, de Denis Villeneuve. Ellos la educaron. Pero Charlotte continuó llevando el apellido de su padre, Richard Le Bon. Un personaje que rememora con prudencia, pero siempre con enorme admiración y cariño. «Era un ser bohemio, que probó el cómic, hizo un poco de música, algo de decoración, de cine… Recuerdo que su muerte me pilló en pleno pico de Edipo. Iba a cumplir once años y había empezado a ¡querer vestirme como un chico!».

Ella confiesa por primera vez cómo ese hombre cultivado, que sabía de todo, se propuso en 1997 hacer pública su “Teoría del huevo cósmico”, sobre el origen del universo, inspirado en las enseñanzas de la cultura china y egipcia. «Pasó años elaborándola. Y creía en ella tan firmemente que se la había enviado a todas las grandes universidades. Pero su desinterés, su condescendencia, le volvieron loco.» Richard Le Bon se mató poco después, tirándose desde un puente de Montréal. Desde hace años, Charlotte Le Bon intentaba adquirir ese texto. Y hace poco lo consiguió, gracias a internet. La actriz nos permitió leerlo. Una obra íntima, singular, fascinante, propia de un poeta. La tesis se acompaña de pequeños esquemas de línea clara, que recuerdan la escritura de su hija.

Charlotte Le Bon con vestido de Giambatistta Valli Haute Couture

Giambatistta Valli Haute Couture. Vestido de baile bordado en tul de seda, cubierto completamente de círculos de purpurina.

/ Dominique Issermann

Su idea de la moda

La alta costura: «No suelo ir a los desfiles, pero me quedé impresionada por la agitación que sentí durante el show de Dior. La creatividad, la pasión, la poesía que emana de los vestidos diseñados por Maria Grazia Chiuri me han dejado la boca abierta.»

Mis creadores favoritos: «Las propuestas de Alexandre Mattiussi para AMI me encantan. Cortes simples, un toque andrógino con el que me siento bien. Nos hemos hecho amigos. Me atrae también Jacquemus: es bonito, teatral, me gusta verlo, pero no me lo pondría.»

Mi estilo: «Disfruto la ocasión de llevar un bonito vestido y le agradezco a Dominique Issermann haberme consentido durante nuestra sesión de fotos, algo que no olvidaré nunca. En el día a día, me gusta vestirme con prendas coloridas, simples, y si me dan un look masculino, todavía mejor!»

Tags _

Síguele la pista

  • Lo último