Entrevista con Amaral

WOMAN entrevista en primicia a la pareja más esperada. Presentan nuevo disco, ‘Gato negro, dragón rojo’ y ya solo piensan en la gira. Eva Amaral y Juan Aguirre tienen ganas de rock and roll.

Entrevista con Amaral
Entrevista con Amaral

Son las doce del mediodía. El fotógrafo y su equipo han llegado a esta localización a las seis de la mañana para preparar el set. Eva Amaral y Juan Aguirre están ya de camino. En mi bolso, un viejo discman para escuchar su último trabajo discográfico, ‘Gato negro, dragón rojo’. Casi no lo consigo. ¿Quién tiene hoy un reproductor de CD? Pero, ¿dónde está el máster? «Lo siento, no hemos tenido tiempo de hacer copias, llegamos ayer de Londres», me explica Juan. ¿Qué hacemos? «Vamos a mi casa y lo escuchas mientras tomamos un té», me propone. Un taxi y media hora después, estamos en su piso en el centro de Madrid, rodeados de discos, libros, pósters de The Byrds y ‘Good Bye, Lennin!’ En el equipo suena ‘Kamikaze’, el primer sencillo. Juan coge la guitarra y uno a uno, junto a Eva, me descubren los misterios que se escoden detrás de los acordes del nuevo disco.

¿Por qué ‘Gato negro, dragón rojo’?

Juan: Nos gustaba cómo sonaba. Y más allá de las referencias inevitables (nuestro estudio se llama O Gato Negro), el título habla de las dualidades que existen en cualquier grupo o proyecto. Sin olvidar el dragón que tiene Eva tatuado en la espalda. Sobre el escenario, ella siempre se adelanta más y, después de tantos conciertos, la imagen de su espalda se ha convertido en un icono para mí.

Es, además, vuestro primer disco doble, ¡con 19 canciones!

Juan: Tiene un poco de todo, temas duros, otros más suaves, letras personales, canciones festivas, ritmos para bailar, acordes para escuchar…

E incluso un tema reggae como ‘Alerta’.

Juan: Es un ritmo dub, muy jamaicano. Un amigo me recomendó la antología de Lee ‘Scratch’ Perry, productor de Bob Marley, y empecé a interesarme por esos ritmos sincopados. Tienen una cadencia muy sensual, que te permite contar historias.

De momento, ya suena en las radios vuestro primer sencillo, ‘Kamikaze’: «Creemos en el rock and roll. Por eso estamos aquí. Equivocados o no.» ¡Toda una declaración de principios!

Juan: Somos muy impulsivos y no pensamos demasiado en las consecuencias. Y eso, a veces, te lleva a equivocarte. En realidad, existen muchas posibles interpretaciones, pero ‘Kamikaze’ habla también de lo limitada que es una canción, sujeta a un ritmo y a una melodía, para explicar las cosas.

«Esas ansias de vivir no caben en una canción», ¿verdad?

Juan: Es difícil explicar lo que signifi ca poder vivir de la música y tocar en directo. Es un regalo. Eva: Para mí, la música lo signifi ca todo. Con doce años me sentía distinta, no encajaba en ningún sitio, me costaba mucho hablar y la música se convirtió en mi refugio. Una vía de escape totalmente privada. En realidad, fue una necesidad física. Escribía canciones que no enseñaba a nadie.

Hoy tus letras llegan a muchísima gente, ¿cómo lo llevas?

Eva: Al final va a ser que no soy tan distinta (risas). De hecho, sentirme diferente era algo malo. Yo quería ser aceptada. Hacer canciones fue una forma de buscar esa aceptación y poner fin a la soledad.

¿Qué significa «creer en el rock and roll»?

Eva: Para mí, es un estilo de vida. Es estar en la carretera y no dormirte por el camino.

Juan: Encerrarse en el estudio es genial porque es como montar un rompecabezas. Pero cuando has terminado un álbum, sientes la necesidad de tocarlo en directo. Además, es una excusa para viajar. No entiendo la vida de músico sin los viajes.

¿Lleváis cámara de fotos en la maleta?

Juan: Normalmente, no. Soy bastante despistado y ya he perdido alguna. Pero me compré una hace unos meses y la llevé a la grabación. Hice muchas fotos, aunque en realidad no tengo ni idea.

¿Cómo es la vida en Real World, el estudio de Peter Gabriel?

Juan: Muy tranquila. Demasiado. Eva y yo somos muy urbanos. Pero después de haber estado en Nueva York, Londres y Madrid, nos venía bien un parón de campo, olor a hierba y lluvia. Sobre todo, antes de empezar la gira. La verdad es que tal y como están las cosas, somos muy afortunados de poder destinar un presupuesto tan importante a mezclar un disco en condiciones.

Y todo gracias a vuestros fans.Si no me equivoco, lleváis ¡más de un millón setecientas mil copias vendidas!

Juan: Las cifras se nos escapan. Del primer disco vendimos solo quince mil copias y ya me parecían muchas. Es algo que nunca imaginamos. Y está muy bien, pero vender nunca puede ser la motivación. Aunque suene ridículo, nos consideramos un grupo completamente independiente.

¿Os incomoda que os etiqueten de ‘grupo comercial’?

Juan: Está demostrado que algunas de nuestras canciones son comerciales porque han llegado a mucha gente, pero no nacieron con esa intención. Siempre hemos hecho lo que nos ha dado la gana. Cuando estaba de moda cantar en inglés, nosotros cantábamos en castellano. Cuando se puso de moda la electrónica, el sonido Bristol, Portishead y Massive Attack, y todo el mundo metía loops, nosotros comprábamos guitarras de los años 70.

Si la motivación no es vender, ¿cuál es?

Juan: Cuando tenía doce años y salía del colegio, me encerraba en mi cuarto para tocar música. No sé qué motivación me empujaba entonces, pero es la misma que siento ahora. ¡Y han pasado años!

Eva: El objetivo es vivir de la música. Cuando comienzas, también eres camarero, pinchadiscos...

Juan: Sí, los dos hemos trabajado en bares de Zaragoza. Durante la semana currabas con tu grupo y el fin de semana servías copas. Era una manera de ganar dinero fácil para dedicarlo a maquetas.

Eva: La hostelería está llena de músicos. (Risas).

Juan: Resulta irónico. Al principio tienes problemas para captar la atención de las discográfi cas y luego, cuando consigues grabar un disco, lo difícil es olvidarte de todo y seguir haciendo música como antes. Pero tienes que ser fuerte y crear un mundo al margen de las ventas para ser honesto contigo mismo y sacar lo que llevas dentro. Por eso es bueno volver al cuartel de invierno, encerrarte en una caverna a invernar, ver películas y vivir tu vida. Y eso es lo que hicimos después de la gira.

Confesad: ¿Cómo es la nueva puesta en escena? ¿Habéis trabajado en el diseño de vestuario con algún creador?

Eva: No, quizá más adelante. Me gusta ser libre para elegir qué quiero ponerme cada día.

¿Y si tuvierais a Gareth Pugh, como Kylie Minogue?

Eva: Me gusta, pero también me gustan muchos diseñadores españoles, como David Delfín o Amaya Arzuaga… ¿El color? Negro.

Negro y rojo son vuestros colores fetiches, ¿no?

Eva: Sí, esta temporada, sí.

Acabáis de grabar una versión de Bob Dylan, uno de vuestros referentes, pero hay más, ¿verdad?

Juan: Sí, muchos más. Gente como Nirvana o U2. Aunque Eva era más fan de U2 que yo. Una vez vendió un bajo para ir a verlos a San Sebastián. La verdad es que siempre hemos mantenido la condición de fans. Por eso podemos entender a la gente que espera en un teatro o estadio. Recuerdo una vez, en Gijón. Tocábamos en un sitio que estaba lleno y conocimos a un chico que venía desde Galicia. Estaba desolado porque no quedaban entradas. Así que lo pasamos a la prueba de sonido, lo sentamos en una butaca y le dijimos: «¿Qué quieres que toquemos?» E hicimos la prueba de sonido con lo que él iba pidiendo. Tanto Eva como yo nos veíamos reflejados en ese pibe. También recuerdo un concierto de Dylan en el Palacio de Deportes de Madrid. Yo no tenía un duro y me colé haciéndome pasar por periodista. No sé si me creyeron o se apiadaron de mí. Para que luego hablen de los seguratas de los conciertos…

Pide un deseo: si pudieras colarte ahora en la prueba de sonido de un grupo, ¿cuál elegirías?

Juan: Es difícil… Hace poco estuve en Madrid, en la prueba de la banda Television. ¡Se pegaron dos horas tocando! Son momentos especiales, antes de que se llene la sala. Cuando vivía en Zaragoza, me colé con la bici en la Romareda para ver el ensayo de El Último de la Fila. Recuerdo que, cuando Manolo y Quimi bajaron del escenario, me acerqué a Mano Manolo y le dije que no tenía dinero, pero que me encantaría ir al concierto. Me acompañó hasta una chica de producción y me dieron un par de entradas.

Coincidiendo con el regreso de Tequila, Ariel Rot ha comentado que «España se sumó quince años tarde al tren del rock por culpa de Franco, y eso es algo que aún se arrastra».

Juan: Si lo ha dicho Ariel, debe de tener su parte de razón, porque él estuvo ahí.

Eva: Hombre, está claro que nos enganchamos más tarde que países como Inglaterra, pero también hubo cosas buenas, como La Movida.

¿Cómo fueron vuestros primeros pasos en esta industria?

Juan: Gente como Ariel preparó el camino. De hecho, colaboramos con Ariel en un recopilatorio de su carrera y nos enseñó recuerdos de Tequila y Los Rodríguez. ¡Imágenes que forman parte de la historia de la música de este país! También, aquí, en Madrid, conocimos a Álvaro y Ramón, de Los Secretos, y de una forma natural pasamos de ser gente que iba a sus conciertos a ser amigos y tocar con ellos; y cuando hay confianza, a veces te cuentan historias. Y con Jaime Urrutia, lo mismo.

Siendo de Zaragoza, ¿qué tal veis la Expo?

Juan: Zaragoza es una ciudad olvidada, en medio de un desierto, rodeada de grandes comunidades, como Cataluña, País Vasco y Madrid. Así que, por una vez que pasa algo allí y parece que le van a hacer un poco de caso, ¡bienvenida sea la Expo! Luego, como todo, habrá listos que intentarán sacar tajada. Como la especulación que asola la costa.

Eva: ¿Lo bueno? Han arreglado las riberas del río. Cuando mi madre era niña, ¡la gente se bañaba!

Juan: Ahora, si te bañas, te puede dar algo. A veces me da miedo ver el mundo que vamos a dejar a los que vengan después, tan desquiciado, de espaldas a las cosas básicas. ¡Quién sabe!

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