Los 10 mandamientos de un protector solar para conseguir un bronceado sano y duradero

Todo lo que debe cumplir tu crema protectora para conseguir el bronceado perfecto este verano. 

Los mandamientos de la protección solar

Los mandamientos de la protección solar.

/ Orbon Alija

¿Cómo es <strong>protector solar</strong>tu protector solar? Desvelamos cómo debe ser tu crema solar para conseguir un bronceado protegido, bonito y duradero.

1- De amplio espectro.

Es decir que proteja frente a la radiación ultravioleta B (es lo que mide el SPF) y A (se refleja en el envase con una A dentro de un círculo y es al menos la mitad de la B), los rayos infrarrojos (suponen más del 50% de la radiación solar), la luz visible (se sabe que también produce daño en la piel), e incluso la luz azul de las pantallas de ordenadores, tabletas y teléfonos móviles.

2- Como mínimo, de SPF 30.

La UE ha recomendado poner el límite en SPF 50 "porque no se ha visto que con más de 50 se consiga más protección", explica la doctora Elena de las Heras. Con un SPF 20 se consigue filtrar el 90-95% de la radiación. "Los dermatólogos recomendamos entre 30 y 50 de SPF", afirma la doctora de las Heras. Y es que hay que tener en cuenta que el SPF solo se refiere a los rayos UVB y se sabe que los fotoprotectores con SPF más alto están formulados para proteger mejor también de las otras radiaciones. Además, hay que tener en cuenta que aplicamos menos cantidad de producto de la necesaria (2 miligramos x cm2), y eso reduce el SPF en la misma proporción.

3- Fotoestable y resistente al agua y al sudor.

Es decir, con filtros que no se degraden con la luz ni el calor y que no desaparezcan en contacto con el agua o el sudor: “No es resistente al agua cuando queda menos del 50% del protector tras dos inmersiones de 20 minutos”, afirma Marco D’Amato, brand manager de P20 España, que explica que un fotoprotector es muy resistente al agua cuando queda más del 50% tras 80 minutos de inmersión.

4- Con filtros físicos, químicos y biológicos.

Apuesta por fotoprotectores que lleven una combinación de los tres. Los físicos son partículas que se depositan sobre la piel y reflejan la radiación impidiendo que penetre. Los químicos absorben la luz ultravioleta y transforman la energía en una longitud de onda diferente inocua para la piel. Los biológicos "son los más difíciles de formular porque llevan antioxidantes que, curiosamente, se oxidan fácilmente y deben estar formulados para que sean estables", explica la doctora Ana Molina, coordinadora de la unidad de melanoma y lesiones pigmentarias de la Fundación Jiménez Díaz.

5- Que sea adecuado a nuestro tipo de piel.

Si tenemos alguna alteración cutánea, debemos elegir un fotoprotector que, además de proteger del sol, se adapte a esa circunstancia. Las pieles mixtas, grasas, o con tendencia acneica, necesitan un fotoprotector "de efecto matificante que ayude a fluir el sebo y alise la superficie cutánea para mejorar su textura", recomienda el doctor Josep González Castro, dermatólogo y director de Iderma. En caso de padecer manchas o melasma, el doctor recuerda que la exposición al sol empeora (de hecho, los activa) los trastornos de hiperpigmentación de la piel: "En los últimos años, se ha demostrado que la luz visible, como la radiación infrarroja, produce melasma", afirma. Los laboratorios formulan productos que, además de proteger del sol, inhiben la síntesis de melanina; también cuentan con fórmulas con color para disimular la discromía. Las pieles sensibles, alérgicas, con rojeces o rosácea, cuando les da el sol notan cierto prurito, escozor o, incluso, dolor cutáneo, en casos severos: "Este tipo de pieles necesitan fotoprotectores que se adapten a cada una de las alteraciones y que contengan activos calmantes", apunta del director de Iderma.

6- De textura transparente y de rápida absorción.

Es importante que no deje marcas blanquecinas antiestéticas porque si las deja, vamos a eludir usarlo o pondremos menos cantidad de la necesaria para evitar ese efecto. Lo mismo pasará si es pegajoso o deja mucho residuo sobre la piel. "Las principales innovaciones de los últimos años, no han sido tanto en moléculas, sino en texturas para fomentar su uso", apunta la doctora Ana Molina.

7- Formatos cómodos y prácticos.

Sprays para los que no quieren mancharse las manos o sticks para llevarlo siempre encima y aplicar en zonas sensibles (nariz, cicatrices, orejas…), triunfan entre las más perezosas con la fotoprotección.

8- Adaptado a la actividad que realizamos.

Tan importante como pensar en las texturas que nos gustan o en las fórmulas que mejor se adaptan a nuestro tipo de piel, es tener en cuenta para qué vamos a utilizar la protección. Una textura aceite que es estupenda para hidratar y sublimar la piel posiblemente no sea la más adecuada para correr o para surfear entre las olas. En ese caso, se recomiendan fórmulas que aumentan su protección en contacto con al agua (o el sudor).

9- Que no pique en los ojos

Se detalla en el envase y es un imprescindible en deportes como el tenis o el running donde es habitual que el sudor resbale por la frente y que, mezclado con el fotoprotector, pueda entrar en los ojos.

Cuando estamos expuestos al sol durante muchas horas, los expertos recomiendan que, cada dos, reapliquemos la crema de protección. Además, se aconseja acompañar (nunca sustituir) la aplicación de formulas sobre la piel (vía tópica), con nutricosmética (vía oral) rica en antioxidantes. La protección física (gafas, sombrero, ropa tupida y oscura) también es un buen complemento para evitar el daño solar.

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