Tu drama con las rojeces empieza en la ducha y tú no te estás dando cuenta

Cómo o con qué producto te lavas la cara puede ser el quid de la cuestión.

Tu drama con las rojeces empieza en la ducha

Tu drama con las rojeces empieza en la ducha.

Existen varios aspectos frente al tocador en los que las coreanas nos dan sopas con honda. Uno de ellos es la constancia en la protección solar los 365 días del año, salga el sol o llueva a mares. Otra, un poco más desconocida aquí pero auténtica religión para ellas, es tener siempre dos tratamientos faciales para alternar. Uno apropiado a las condiciones internas de su piel (seca, grasa, mixta) y otro para los días en que la piel está con el no. Cuando presenta un estado sensibilizado, que diría el experto. Pues bien, esta es una de las decisiones más inteligentes que se pueden tomar, habida cuenta de la cantidad de cosas que pueden sensibilizar la piel a lo largo del año. Desde un disgusto hasta un cambio brusco de temperatura, lo que hayas comido o no comido, las gramíneas anunciando, cual cartel de El Corte Inglés, que ya es primavera en tu botiquín… Por todo ello, es importante tener a mano limpiadora, suero y crema hidratante especialmente formulados para desensibilizar la piel para esos momentos en los que, por variadas circunstancias, ésta se ve alterada. Alternar el tratamiento normal con este ¡y listo!

TODO EMPIEZA EN LA DUCHA

Dicho esto, toca explicar el porqué del titular. Muchas mujeres piensan que tienen la piel sensible (o sea, permanentemente sensibilizada) porque ven rojeces en ella. Pero no es algo casual. Al habla con una experta en cuidado de la piel, Almudena Perera, directora técnica de Matriskin, se arroja luz sobre nuestras dudas: "Cuando notas la piel con más rojeces o descamación es porque la barrera hidro-lipídica ha sufrido un desequilibrio", explica. Es decir, que le falta agua, que le falta grasa o que le faltan ambas cosas. ¿Causas por las que esto ocurre? Las anteriormente mencionadas, más una en la que nadie quiere pensar: te excedes cuando te lavas la cara. Lo haces ejerciendo demasiada fricción. O con un producto demasiado agresivo. O demasiadas veces. Esto de darlo todo lavando la cara puede retirar excesivamente la parte grasa de esa barrera y tú, afanándote en poner más y más crema hidratante, no lo vas a solucionar porque tu piel lo que necesita, además de un activo relipidizante y/o hidratante, es un poco de descanso. "Para no empeorar este estado de enrojecimiento, incluso empezar a repararlo, conviene usar un tipo de limpiadora de textura oleosa, con principios activos que nutran y equilibren la barrera y el pH de la piel", añade Perera. En la práctica, dejar descansar el cepillo sónico con el que consigues una piel ultra-brillante y cambiar, durante un tiempo, geles y espumas con jabón por leches, aceites y bálsamos que lleven principios activos que nutran y equilibren la barrera, como la proteína de avena y el aceite de coco. Aunque generalmente será mejor una textura oleosa, no importa tanto la textura del limpiador, como sus componentes.

Backstage Emilio Pucci

Backstage Emilio Pucci.

De entre todos los formatos de limpiador cutáneo que existen (leche, aceite, gel, espuma, agua, etc), los que se recomiendan para una barrera cutánea dañada son aquellos que aporten cierta dosis de lípidos o agua o las dos cosas. Un aceite será muy adecuado para retirar maquillaje o filtro solar ya que ambas cosas tienen base oleosa y ya se sabe que para retirar textura aceitosa, nada mejor que buscar la afinidad de otro aceite. El inconveniente es que hay que aclararlo muy bien con agua. Lo mismo ocurre con la textura en bálsamo (igual que el aceite pero un poco más espeso, ideal para pieles envejecidas o muy secas) y las leches limpiadoras de toda la vida. Si perteneces al bando de las vagas y lo tuyo es el agua micelar, recurre sin pensártelo a una que sea adecuada para pieles sensibles.

Como ves, empeñarse en usar cada día en la ducha una espuma limpiadora y/o un cepillo de limpieza a veces no es la estrategia adecuada. Los jabones no son adecuados porque, aunque sean suaves, buscan oxigenar y liberar la piel de impurezas, en ocasiones retirando más parte grasa de lo que conviene a una piel cuya barrera, por el motivo que sea, se ha desequilibrado.

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