
Decidí dejar de teñirme y esto fue lo que pasó
Se puede convertir una horrible cana en una atractiva mecha rubia sin pasar por el proceso de oxidación.
La primera vez que escuché hablar de la coloración vegetal con barros, el tinte natural que ahora anda en boca de todos, estaba probando el enésimo producto calmante para el cuero cabelludo. En ese momento tenía 42 años, un 65% de canas y la nuca como un mapa de carreteras. Dividía mi tiempo entre dormir, trabajar y rascarme la cabeza. Este complejo de chimpancé se veía agravado, además, por una falsa caspa que caía sobre mi ropa negra y, como te imaginas, me traía por el camino de la amargura. Me dedicaba a probar champús calmantes, aceites y otros potingues que prometían paliar el problema, sin darme cuenta que donde estaba fastidiándolo todo era en el momento de teñirme. Claro, que yo eso todavía no lo sabía.
Para que entendáis la magnitud de mi drama, os adelanto que tengo canas desde los veinte años y, atendiendo a las fotos de cuando mi madre tenía un par de años más de los que cumpliré este mes de agosto, auguro sin miedo a equivocarme que mi melena será totalmente gris antes de llegar a los cincuenta. Con todo, siempre me he resistido como gato panza arriba a lucir las canas. Admito profundamente a esas reinas del estilo capaces de hacer del gris el epitoma de la elegancia, pero asumo mi verdadero ser: yo no soy esa persona. Por eso, una vez cada mes, por la velocidad a la que me crece el pelo, seguía con mis visitas periódicas a la peluquería donde ya me conocen; allí, el día que tocaba teñir, no sabían si ofrecerme una cataplasma refrescante o un tranquimacín. Nadie sabe lo que puede llegar a picar un tinte sobre un cuero cabelludo sensible si nunca ha experimentado esa sensación de querer llorar o, como alternativa, incrustarte el mango puntiagudo de un peine. En uno de esos momentos me hallaba, dilatando el coger cita para cubrir canas y recuperar mi perfecto balayage, cuando coincidí con la directora de comunión de L'Oréal Professionnel, que andaba buscando conejillos de Indias entre las periodistas adictas a la henna y otros barros colorantes. Me habló del bombazo que se avecinaba en las peluquerías y, con los pocos detalles que me dio, decidí que debía darle una oportunidad. Así fue que, sin ser yo nada de eso, me ofrecí a probar una coloración vegetal nueva en primicia. No soy de la religión de lo natural, sobre todo en temas cosméticos, pero tengo que decir que ese día dije definitivamente adiós al tinte convencional.
Cuando hablo de tinte convencional me refiero a la coloración sintética y permanente que ofrece un resultado predecible, una duración larga y una alta cobertura de las canas. En ella son todo ventajas, sobre todo para aquellas que posean un cuero cabelludo que ni se inmuta, que es la gran mayoría. Ahora bien, al basar su acción colorante en un proceso químico de oxidación mediante agua oxigenada, colorantes y etanolamina o amoniaco, hay pieles que no lo aguantan. A mí, concretamente, me hacía trizas la cabeza. Pues bien, con los barros me cambió la vida. El día que me citaron para probar Botanēa, de L’Oréal Professionnel, tenía el color bastante gastado y canas a go-gó. Después de una hora en manos del peluquero de Michelle Obama y otra hora de espera para que subiera el color, salí de allí con un precioso tono marrón, el cuero cabelludo calmado y una melena como con mucho cuerpo e hidratada. Dos meses después, puedo prometer y prometo que no cambio esta coloración por la anterior.
¿No sabes en qué consiste teñirse con barros? Se trata de aplicar una mascarilla hecha con plantas escogidas por sus propiedades tintóreas, de las cuales no existen muchas: Cassis, henna, indigo, algunas especias como el curry, semillas… Todo ello mezclado con agua caliente y, en ocasiones, algún aceite que haga de vehículo para que no se desparrame el emplasto y pueda aplicarse fácilmente (el barro no es precisamente una cosa que se extienda cómodamente).
Coloración natural para el pelo

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Woman.es
D.R
Coloración con barros en la peluquería Mira y Mira
Este tipo de tinte natural está recomendado para cabezas que encuentran sus primeras canas, las de cuero cabelludo sensible, alergia a los tintes o preferencia por ingredientes 100% naturales. Si quieres buscarlo en tu peluquería, son varias marcas las que los ofertan. Por ejemplo, Wella con su línea EOS, Secretos del Agua con NEO, Botanēa de L’Oréal Professionnel y la marca Naturalmente (que ofrece sus barros en peluquerías por toda España y tiene un eco-spa capilar propio en Madrid).
D.R
Barros NEO de Secretos del Agua
El último lanzamiento, el que probé yo en primer lugar (luego he probado otras marcas con iguales buenos resultados) ha sido Botanēa, de L’Oréal Professionnel, que lo llama coloración herbal vegana. Sus tres plantas (cassis, henna e indigo) logran todos los colores: cobrizos, castaños neutros o fríos y rubios. Y eso, tratándose de tinte natural, es mucho decir. Yo lo he visto hacer en vivo y en directo y puedo decir que es cierto. Tienen estudiadísima la predicción de la eficacia, es decir, saben el tono que te va a quedar adecuando la proporción de cada planta, la temperatura del agua y el tiempo de exposición. Además, como mezclan los polvos con aceite de coco 100% natural te da un aporte extra de nutrición.
D.R
Barros Botanēa, de L’Oréal Professionnel
Lo mejor de esta coloración ya te lo he contado: los barros hidratan y respetan la naturaleza del cabello y el ph del cuero cabelludo, aportan energía, densidad, vitalidad y brillo, no generan agresión ni porosidad, fortalecen el cuero cabelludo y dan un efecto de melena multi-tonal muy natural a la melena, ya que son tus propias canas las que crean el reflejo de luz desde la raíz. Lo peor es que el color dura menos que el tinte convencional. Eso sí, a medida que se va gastando, la transición al cabello nuevo que nace es menos dramática, no hay efecto casco. ¿Y qué pasa con las canas? Seamos realistas: los barros no cubren las canas como lo hace el tinte. Pero eso no tiene por qué ser malo. De hecho, a mí me encanta. Las canas, cuando pasa por ellas el barro, quedan translúcidas, dicen los peluqueros que “como emborrachadas”, lucen como reflejos rubios.
¡Ojo! Una última cosa: que sea coloración natural no significa que no pueda producir alergia. No hay nada más natural que un cacahuete y sé de alguien que si prueba uno, acaba en urgencias.