El estilo parisino que inspira los cortes de pelo de 2023

Ni largo ni corto. Ni liso ni rizado (ni aunque sea con colador). Ni rubio ni moreno. Ni peinadísimo ni despeinado del todo... El estilo capilar de las francesas, en concreto de las parisinas, siempre se ha movido entre dos aguas. Y tal vez esa indefinición sea la clave de su encanto. Lo que hace que todas, en algún momento, hayamos suspirado por copiar el french hair. Aunque, en realidad, podríamos decir que más que un look concreto, el estilo parisino -como la camiseta de rayas o la boina- es una declaración de intenciones. De hecho, no existe un solo corte parisino. Si bien el bob se eleva como el máximo representante del allure galo, existen multitud de opciones (y cada vez más largas). Como el clavicut de Jeanne Damas, el melenón XXL de Leia Sfez o los rizos de Vanessa Paradis.

Sea por influencia de la exitosa Emily in Paris o sea porque los clásicos nunca pasan de moda, en 2023 volveremos a fijarnos en nuestras vecinas francesas a la hora de ir a la peluquería. Nosotras hemos recorrido las calles de la ciudad del Sena para seleccionar los cinco cortes parisinos que marcarán tendencia. Palabra de las más cool.

Este corte es al que muchas mujeres aspiran tener cuando van a la peluquería a repasarse las puntas. No es muy largo ni muy corto. El flequillo está en su justa medida. La textura es la idónea y, de paso, el color es una de sus mejores bazas. De hecho, para Mónica Martínez, education team de Kevin Murphy Spain, ese castaño oscuro será el tono estrella de 2023. “El castaño oscuro es uno de los tonos que dan más juego a la hora de un cambio de look, ya que camufla imperfecciones y permite aportar densidad, especialmente en los cortes bob y medias melenas. Además, para romper el monocolor, abraza muy bien las mechas de tonos más claros”. Si quieres copiarlo solo tendrás que pedir a tu peluquero un flequillo overeyes. Es decir, denso, con el nacimiento muy arriba y ligeramente despuntado.

Tanto se ha hablado del corte bob que casi a cualquiera que le preguntas dice que lo lleva. Que si nació en la I Guerra Mundial por cuestiones prácticas entre las enfermeras. Que si fue el peluquero Antoine de Paris quien lo creó para la actriz que dio vida a Juana de Arco en 1909... Lo cierto es que este look versátil y cómodo triunfa año tras año entre las parisinas y las que no lo son. Pero tras múltiples versiones este año vuelve a sus orígenes. La altura debe ser la misma que la de la mandíbula. Olvídate de capas. Y, eso sí, el llevar o no flequillo lo decides tú (aunque uno largo, que puedas meter justo por detrás de la oreja, sería perfecto). Si quieres darle un aire especial, engomínalo y marca las puntas hacia fuera.

Como te decíamos Jeanne Damas es el epítome del actual allure parisino. Y su pelo no hace sino reafirmar esa sentencia. Delphine Courteille, su peluquera, que comparte -oh la la- con Ines de la Fressange, ha contado en alguna ocasión que el flequillo de Damas es perfecto para cualquier mujer. Puedes pedir que te lo hagan un poco desfilado, más largo en los laterales y algo más corto en el medio, parecido a un bottleneck. Por supuesto, el corte de la influencer es ideal para cabellos finos y chicas que prefieren olvidarse de planchas, brushing y otras esclavitudes capilares.

Leia Sfez ha convertido su pelo larguísimo y su flequillo, también largo, en su mejor seña de identidad (con permiso del lunar sobre el labio). Un look especialmente deseado por las más jóvenes que buscan lucir melenón sin renunciar al estilo. La parisina suele dejar las puntas al aire, sin pulir, aunque en ocasiones aparece en los front row con el cabello ultraliso. Últimamente aporta aún más movimiento al corte gracias a unas ligeras mechas de medios a puntas en castaño claro.

Porque no todas las francesas tienen el pelo fino, existen opciones como esta para los cabellos más abundantes. El corte, de aire setentero, lleva capas muy largas, poco marcadas y un abundante flequillo a la altura de las cejas. Aunque desprende clasicismo, para llevarlo hay que ser atrevida ya que no renuncia al volumen. Es más, lo muestra sin complejos, aunque, eso sí, siempre bajo control.