La complicada decisión de comprar un champú "sin"
Víctimas de un marketing confuso, nos estamos volviendo locas frente a la estantería de la perfumería.
Como periodista de belleza con casi veinte años de experiencia, tengo que decir que pocas veces me ha costado tanto contestar a mis amigas una duda sobre qué comprar. Alguien tiene que decirlo: creo que desde algún rincón de Internet tratan de volvernos locas. La última oleada de pánico atroz es hacia ciertos componentes de los champús. Como si en la decisión de comprar uno u otro estuviera en riesgo nuestra vida, veo etiquetas "toxic free" y me pongo a temblar. Hasta hace poco, la elección de con qué lavarse el pelo (precios y gustos aparte), se basaba en si tenías el pelo seco, graso, con caspa, teñido o, en el mejor de los casos, rizado o con puntas abiertas. Hasta ahí, bien. Nadie leía etiquetas porque nadie las entendía. Hoy nos encontramos con un problema muy de la era de Internet: seguimos sin entenderlas pero nos creemos que las entendemos. Y la liamos parda. En este punto, el marketing salvaje, que no perdona, ha puesto la puntilla. ¿A qué me refiero? A que ahora para que un champú sea bueno tiene que ser "sin". Sin MIT, sin parabenos, sin colorantes, sin sal, sin siliconas, sin sulfatos, ¡sin gluten! Hasta he llegado a leer champú sin champú, aunque eso es otra historia.
OPCIONES, NO RULETA RUSA
Si has llegado hasta aquí y te interesa este tema, quiero que te quede claro algo: la retirada de alguno de estos compuestos tiene sentido (alguno, ninguno, luego lo explicará una experta). Pero no porque sea tóxico, ni peligroso, ni la salud o tu pelazo estén en riesgo, sino porque a las condiciones de tu fibra capilar o cuero cabelludo conviene una u otra cosa para, muchas veces, simplemente obtener un mejor efecto "cosmético". En ocasiones, todo se reduce a una cuestión de gustos o costumbres. Pero nunca puede tomarse como un problema de toxicidad sí, toxicidad no. Afortunadamente, existen reglamentos europeos muy estrictos y controles a nivel estatal que jamás permitirían que se vendiera un cosmético con presencia de algún tóxico. ¿Te imaginas que en la nevera de la pescadería encontraras todas las bandejas con una pegatina que dijera "sin veneno"? ¿Qué pensarías? Te digo lo que pensaría yo: "Voy a dejar de ir a la otra pescadería, donde les da igual que muera joven, dejando un bonito cadáver". Bromas aparte, se trata de una cuestión bastante peliaguda.
El gran caos empezó cuando el universo en su totalidad empezó a alisarse el pelo con queratina. La primera cosa que te decían al salir de la peluquería, tras cinco horas sentada y cinco billetes de 50 menos en tus ahorros, era: "No te laves la cabeza ni hoy ni mañana y, a partir de entonces, champú sin sulfatos". Sin sulfatos. Sin sales. Cada uno lo expresaba a su manera para mayor confusión del personal. Brujuleabas por Internet y comprobabas que había pocos laboratorios que los vendieran. De repente, un buen día, coincidiendo con el auge máximo de estos tratamientos de alisado, ¡booom! el mercado estalló. Casi todas las marcas empezaron a ofrecer la versión sulfate-free de sus champús y, subidos a este carro, empezaron los etiquetados "sin" en todas sus versiones.
Como considero que somos mayoría las que nos sentimos confusas y, para no dejar esta cuestión coja solo escuchando a una parte, hemos querido consultar a dos expertos técnicos de laboratorio, químicos y muy sensibilizados con el tema del etiquetado. Diríamos que uno a favor de quitar en general y otro a favor de quitar solo cuando el cabello o el cuero cabelludo lo necesita. Con los datos que te demos, la decisión será tuya. Y, después de todas las explicaciones, te propongo un shopping para comprar los mejores champús "sin".
POSIBLES ALERGIAS
En el bando "pro-sin" más sensato se posicionan dermatólogos y formuladores que temen posibles reacciones alérgicas en el cuero cabelludo o pobre cosmeticidad para determinados tipos de cabello (sobre todo los grasos o muy finos). Hemos elegido a Ángel González, director técnico de Laboratorios Válquer, porque recientemente ha lanzado al mercado un magnífico champú en cuya etiqueta pone: ZERO (en este caso, sin sulfatos, siliconas, MIT, colorantes, sal y parabenos). Así justifica esta composición: "Para evitar posibles problemas de sensibilización en la piel de tipo alérgico, debemos huir de estos componentes en los champús. La MIT, los parabenos y los colorantes los retiramos porque son sustancias propicias a producir sensibilizaciones de tipo alérgico. La sal y los sulfatos tienden a resecar y, con su uso frecuente, pueden alterar los cueros cabelludos que sean más sensibles. También, por su uso frecuente, en determinados tipos de cabello pueden quedar depositados y causar un aspecto apagado y pesado". Hasta aquí, no sé tú, pero yo no leo en ninguna frase la palabra tóxico. Vayamos a por el resto. "Los problemas que causan los perfumes y colorantes sobre la piel vienen originados porque en su composición incluyen un gran número de sustancias propicias a producir alergias en determinadas pieles. ¡Ojo! Hay alérgenos tanto en perfumes artificiales como perfumes naturales (los aceites esenciales naturales, debido a su pureza de concentración, suelen tener más cantidad de alérgenos que ninguno). Lo ideal en un champú es utilizar perfumes que en su composición no incluyan estos alérgenos". Bien. Seguimos sin encontrar los tóxicos por ningún sitio.
En cuanto al gluten, que ahora también lo quitan en champús, la cuestión merecería un capítulo aparte pero no haremos leña del árbol caído. Solo puntualizar: el gluten ni quita ni pone en un champú y, una vez más, se está usando el miedo como argumento comercial. Si tengo una hija celiaca y estoy poco informada, quizá me lance en plancha sobre un champú con esa etiqueta. ¿Mujer precavida vale por dos? No. Mujer informada vale por dos: “La reacción al gluten se produce solo por su ingesta, cosa que no ocurre con los cosméticos, que no se ingieren sino que se ponen en contacto con la piel”, puntualiza González. Asociaciones de celiacos han denunciado esta banalización del concepto, hasta han pedido su retirada. Poco más que decir.
ESTRATEGIAS DE MARKETING
Dicho todo esto, se constata que en realidad la retirada de algunos ingredientes químicos obedece más a un problema de preferencia o conveniencia que a un intento de esquivar el potencial riesgo. Raquel Marcos, doctora en química y autora del blog www.cienciaycosmetica.com (en cuya cuenta de Instagram @cosciencia cualquier aficionada a la cosmética encuentra oro informativo), zanja el tema poniendo los puntos sobre las íes. "El uso de la etiqueta sin genera confusión e inseguridad en el consumidor, de ahí que sea una estrategia del marketing tan exitosa. Además, es considerado inapropiado por el documento de la Unión Europea que habla de buenas prácticas de etiquetado. Si en tu producto denigras un ingrediente, estás denigrando otros productos que sí lo contienen. Por otro lado, ¿por qué el consumidor olvida preguntarse lo que tiene un champú y se fija tanto en lo que no tiene? Porque hay que ser igual de escépticos con las bondades de un producto y demandar en la etiqueta qué beneficios reales aporta", explica Raquel Marcos. Es decir, que no intenten cazarte alertándote de lo que no tienen, sino que también te digan los buenos ingredientes que van a hacer de tu pelo un pelazo. Y que sea cierto, claro.
Por otro lado, al consumidor de a pie se le escapa algo. Nos lo explica la autora de Ciencia y Cosmética: "Cuando hablamos de champús, debemos tener en cuenta que, como se aclara, tiene corta vida sobre la piel, en este caso el cuero cabelludo y que, por tanto, nunca podrá tener un impacto tan elevado como, por ejemplo, una crema de rostro, que se deja puesta. Esto hace aún más absurdo el hecho de plantearnos una etiqueta #toxicfree en un champú".
Pero vayamos al quid de la cuestión. ¿Tiene sentido retirar estos ingredientes porque sí, en todos los champús? "No. Para saber si uno de esos ingredientes químicos te beneficia o no, fíjate en la naturaleza de tu cabello. Cuando está sano, es hidrofóbico (repele el agua) y cuando está dañado, hidrofílico (la absorbe). Para que se entienda mejor, uso el ejemplo del aceite de coco", argumenta Raquel. En pocas palabras: Súper ecológico y buenísimo para cabello sano pero que no sirve, por ejemplo, para cabello teñido porque el tinte absorbe los lípidos que recubren la fibra capilar y la vuelven hidrofílica, es decir, que quiere agua pero no aceite. ¿Entendemos, entonces, que el aceite de coco es bueno o es malo? ¿Es la panacea? ¿Es tóxico? Es para quien lo necesita. Así de simple. Y así con todo.
CHAMPÚ SIN SULFATOS
"En este caso, la polémica radica en su poder irritante. Sin embargo, hay que aclarar que, cuando se usa un tensioactivo de alta detergencia (sulfato) se añaden co-surfactantes o emulsionantes como las betainas para rebajar su irritabilidad y conseguir una formula menos agresiva para el cuero cabelludo", aclara Raquel Marcos. Así pues, ¿existe algún riesgo para el cabello o para la salud en un champú con sulfatos? "Para la salud, ninguno. Se le tiene mucho miedo al SLES, forma etoxilada del SLS, debido a un subproducto que se puede formar, el dioxano. Pero la realidad es que las concentraciones que se permiten son más bajas de las que realmente son tóxicas para la salud. La FDA realizó un estudio en 2008 donde el 80% no contenía dioxano como trazas, el 6% tenían niveles entre el 1-5 ppm, otro 6% un 5-10 ppm y alrededor del 8% entre 10-12 ppm. Además actualmente se acoplan sistemas de vacío en los tanques de síntesis para eliminar el dioxano que pueda llegar a formarse. Algo que solo ocurre cuando tenemos unas condiciones óptimas de reacción. En cuanto al cabello, las micro-trazas que puedan quedar (si es que las hay) no llegan ni a tocar el cuero cabelludo, ya que el dioxano es volátil. La probabilidad de que sea tóxico es nula”, sentencia la experta.
Conviene que usen champú sin sulfatos los cabellos teñidos y los que han sido sometidos a tratamientos de alisado. Así lo explica Marcos: "El tinte vuelve el cabello más permeable, por lo que el champú con sulfatos puede resultar agresivo, deteriorando la coloración. El tratamiento de alisado es un recubrimiento de la fibra que el sulfato también puede llevarse por delante. Es tirar el dinero, básicamente", advierte. Resumiendo, para el resto: "Un champú con sulfatos suele ser para uso ocasional, no diario. Solo los cabellos muy machacados por el uso de champús en seco, lacas, gel, etc, deberían usar de manera más continuada estos productos para poder eliminar la suciedad. Pero un cabello sano, que no use ningún extra en el pelo, solo lo necesita una o dos veces al mes".
¿QUÉ PASA CON LOS PARABENOS?
En este tema hay muchísima confusión y para los que denigran la química (como si todo en esta vida no fuera química, como si un té con leche no fuera química), son el gran enemigo a batir. “Algunos fabricantes retiran los parabenos únicamente por la mala prensa que le dio el estudio que P. Darbre publicó en 2004, estudio que hasta la Asociación Americana contra el Cáncer no apoya por datos insuficientes. Los parabenos son uno de los conservantes más inocuos y con mejor poder conservante en cosmética (tiene poder frente a bacterias, hongos y moho). Por supuesto, hablamos siempre de los que están permitidos en la unión europea que son los de cadena corta (methyl, ethyl, propyl y butyl-paraben). Partiendo de la base que todo en cosmética está regulado y existen unas concentraciones máximas que no se pueden sobrepasar, las cantidades que permiten en la EU no pueden resultar tóxicas ni perjudiciales para la salud. Su nivel estrogénico, del que tanto se habla, es muy inferior al del estradiol, hormona sexual femenina. Debido a su inocuidad, son aptos para todo tipo de piel sana y cabello sano. Es decir, que no contenga ninguna herida; premisa que nos sirve para toda la cosmética. Todos los productos destinados a un cuidado personal se basan en efectividad en piel sana, nunca en pieles con problemas o heridas, en tal caso se trata de un producto farmacológico o recetado y aconsejado por un especialista (dermatólogo)”. Conclusión: quitar los parabenos de un champú obliga a usar otros conservantes que, muchas veces, no son tan inocuos. Un pan con unas tortas, que se suele decir.
A VUELTAS CON LAS SILICONAS
El problema de las siliconas es otro. Las meten en el saco "toxic free" sin ninguna justificación: "Lejos de que las siliconas sean tóxicas, es que son inertes. Es decir, no reaccionan prácticamente con nada. Si se les pone una pega es que dan un efecto falso, ya que aportan brillo, ayudan a peinar y dan una falsa apariencia de cabello más sano. Pero no es así. Es muy complicado sanar el pelo, ya que es un tejido muerto", explica Raquel Marcos. Ahora bien, existen motivos fundados para elegir un champú sin siliconas. Ninguno de ellos, por supuesto, es que sean tóxicas. Atenta: "Primero, si tenemos el pelo fino o muy graso se deben evitar las siliconas no volátiles de productos de no-aclarado (dimethicone) porque apelmazan el pelo y lo hacen parecer sucio y graso. Un cabello sano puede optar por siliconas volátiles (las más habituales, como el cyclopentasiloxane, amodimethicone, dimethicone copolyol) y que no dejan residuo porque, además, evitan el encrespamiento". El otro motivo es medioambiental: "Las siliconas no son nada biodegradables, así que retirarlas por esos motivos me parece buena opción", puntualiza Marcos.
Los champús más buscados
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